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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 20 de julio de 2022

Segundo Guinness para el Valle de los Caídos, iglesia más larga del mundo



Han sido la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos y la Asociación para la Investigación y Protección del Patrimonio Histórico San Miguel Arcángel las entidades que han conseguido esta certificación del Guinness World Records (GWR) que ‘verifica y otorga a la Basílica del Valle de los Caídos el reconocimiento como la iglesia más larga del mundo’, con 260 metros de longitud.

Segundo Guinness para el Valle de los Caídos, iglesia más larga del mundo

El Valle de los Caídos, situado en el municipio español de San Lorenzo del Escorial (Madrid), suma ya su segundo récord mundial: su basílica, de 260 metros de longitud, ha sido declarada por la organización Guinnes World Records como la iglesia más larga del mundo.

Se trata de una basílica pontificia excavada en la roca bajo el risco de la Nava, en el valle entonces llamado de Cuelgamuros, en las estribaciones de la sierra de Guadarrama, construida entre 1940 y 1958 bajo la dirección de los arquitectos Pedro Muguruza y Diego Méndez, que lo sustituyó en 1950 tras la enfermedad del primero.

Han sido la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos y la Asociación para la Investigación y Protección del Patrimonio Histórico San Miguel Arcángel las entidades que han conseguido esta certificación del Guinness World Records (GWR) que ‘verifica y otorga a la Basílica del Valle de los Caídos el reconocimiento como la iglesia más larga del mundo’, con 260 metros de longitud.

La Basílica tiene 260 metros de longitud medidos desde la puerta exterior de entrada de bronce obra de Fernando Cruz Solís hasta el coro, una sillería de nogal labrada por Ramón Lapayese donde se sitúan los monjes y la Escolanía durante la Santa Misa. Después de traspasar la puerta y atravesar el vestíbulo se llega a la gran reja que da acceso al espacio propiamente sagrado, obra de José Espinós. Justo antes de la reja, dos ángeles con espadas, de Carlos Ferreira, custodian la entrada como los ángeles del Paraíso. Según testimonio del fundidor, están elaborados con bronce de cañones de la guerra, en señal de que ésta por fin había terminado.

La nave está a un nivel más bajo para realzar el presbiterio y romper la monotonía de un espacio tan largo. Inicialmente iba a tener sólo 9 metros de ancho por otros tantos de alto, pero se comprendió que esas dimensiones causarían sensación de claustrofobia y se decidió agrandar. Ahora tiene un ancho de 18 metros.

A lo largo de la nave, existen seis capillas en los laterales dedicadas a distintas advocaciones de la Virgen como Patrona de los Ejércitos y por su vinculación a aspectos importantes de la Historia de España. Por orden de entrada, a la derecha: Inmaculada Concepción, Nuestra Señora del Carmen (ambas son obra de Carlos Ferreira) y Nuestra Señora de Loreto (Ramón Mateu); a la izquierda; Nuestra Señora de África (Ferreira), Nuestra Señora de la Merced (Ramón Lapayese) y Nuestra Señora del Pilar (Mateu). En los espacios entre cada capilla hay ocho tapices con escenas del Apocalipsis, copia de una colección flamenca del siglo XVI adquirida por Carlos V y traída a España por Felipe II. Los originales se encuentran en el Palacio de La Granja. No obstante, estas copias tienen un destacado valor.

Detrás de cada capilla y de las dos grandes capillas laterales del crucero (Santísimo y Sepulcro), descansan los restos de casi 34.000 caídos en la Guerra Civil española, conforme al registro existente de ellos, o más de 50.000 e incluso hasta cerca de 70.000 según otras estimaciones muy probables. Son caídos de ambos bandos, procedentes de todas las regiones de España, en señal de hermanamiento y reconciliación.


La excavación y el vaciado de la basílica se hicieron en plano inclinado hacia la puerta de acceso para evacuar los escombros en vagonetas del tipo de las habituales en canteras y minas. Al optar por un ensanchamiento de la nave y para poder realizarlo con el mismo sistema, se rellenó de nuevo con escombros todo lo que se había excavado, con el fin de comenzar la operación desde más arriba. Para evitar desprendimientos, se prepararon unos muros de contención en esa zona.

En las obras de construcción de la basílica participaron principalmente trabajadores libres y un porcentaje menor de presos, éstos entre los años 1942 y 1950, en régimen de redención de penas. La presencia de éstos encuentra su causa en la organización del sistema penitenciario español, que contemplaba la existencia de la ‘Obra de Redención de Penas por el Trabajo’, bajo la dirección de un Patronato Central que recogía las peticiones voluntarias de los presos que deseasen reducir el tiempo de su condena por este medio.

Los presos que trabajaron en su construcción, además de cobrar un salario igual al de los trabajadores libres del ramo y en el lugar, disponían de una serie de ventajas como seguros sociales, amplia libertad de movimientos y trato normal con empleados libres, visitas y estancias de familiares y mejor alimentación, entre otros. La prueba es que algunos de ellos permanecieron trabajando como libres después de redimir su tiempo de condena.

Se trata del segundo Récord Guinness reconocido al Valle de los Caídos, ya que sobre la basílica se eleva La Cruz más grande del mundo, título reconocido el pasado mes de marzo.

Quienes quieran visitar este gran conjunto monumental, situado a menos de 50 kilómetros de Madrid, pueden hacerlo en cualquier momento, el Valle de los Caídos está abierto al público y cuenta además con una hospedería donde alojarse.

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«Yérguese airoso en una de las cumbres de la sierra de Guadarrama, no lejos de la Villa de Madrid, el signo de la Cruz Redentora, como hito hacia el cielo, meta preclarísima del caminar de la vida terrena, y a la vez extiende sus brazos piadosos a modo de alas protectoras, bajo las cuales los muertos gozan el eterno descanso. Este monte sobre el que se eleva el signo de la Redención humana ha sido excavado en inmensa cripta, de modo que en sus entrañas se abre amplísimo templo, donde se ofrecen sacrificios expiatorios y continuos sufragios por los Caídos en la Guerra Civil de España, y allí, acabados los padecimientos, terminados los trabajos y aplacadas las luchas, duermen juntos el sueño de la paz, a la vez que se ruega sin cesar por toda la nación española.» (Fragmento inicial de la Carta apostólica Salutiferae Crucis de su Santidad Juan XXIII con la que se eleva al honor y dignidad de Basílica Menor la iglesia de Santa Cruz del Valle de los Caídos)

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