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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 10 de noviembre de 2020

Un mono con dos pistolas / por Juan Manuel Rodríguez


 Zidane ya no convence a sus jugadores, él mismo está manchado a ojos del vestuario por algunas decisiones, me parece que, en líneas generales, vuelve a no creer en su plantilla, a la que hace peor de lo que es, y a muchos de sus futbolistas les ha llegado también la hora de entonar el adiós.

Un mono con dos pistolas

Si aquel 31 de mayo del año 2018 Zinedine Zidane se hubiera ido efectivamente del Real Madrid para no volver jamás como entrenador, o sea si hubiera hecho un J.D. Salinger, su tarjeta de visita permanecería inmaculada: tres Champions seguidas, tres. Una, dos y tres. Y, a la tercera, adiós que me voy. Pero la vanidad, el endiosamiento y, muy posiblemente también, la ausencia de ofertas para dirigir a otros equipos, hizo volver a Zizou, que probablemente no funcione nunca en otro sitio como funcionó con esta plantilla (o muy parecida) en el club blanco. El Zidane futbolista sí tuvo una idea bastante aproximada del momento exacto de su retirada, el Zidane entrenador (que, aunque pudiera parecer imposible, ha superado al jugador) parece que no la tiene tanto.

No voy a aportar ideas nuevas a las ya manifestadas anteriormente. Este Real Madrid tendrá altibajos, ganará jugando razonablemente bien, perderá como ante el Cádiz, será humillado como anoche ante el Valencia, remontará apelando a su orgullo como en la final ante el Inter, no veo imposible (aunque sí improbable) que gane algún título, no ilusionará en ninguno de esos casos pero lo que es impepinable es que apesta a fin de ciclo

Zidane ya no convence a sus jugadores, él mismo está manchado a ojos del vestuario por algunas decisiones, me parece que, en líneas generales, vuelve a no creer en su plantilla, a la que hace peor de lo que es, y a muchos de sus futbolistas les ha llegado también la hora de entonar el adiós. Han sido protagonistas de la segunda edad de oro del club pero, por edad o por puro agotamiento mental, ya no les alcanza y no pueden ofrecerle al Real Madrid el máximo nivel histórico al que siempre y en cualquier circunstancia (también durante la pandemia, que parece no afectar por ejemplo al Bayern) está obligado a dar. Es un fin de ciclo de manual, uno de esos que se ve venir de lejos y que, pese a todo, y esto es lo que me parece más sorprendente, parece haber pillado en fuera de juego al club.

Pero este Real Madrid, como decía, no es tan espantosamente malo como demostró ayer, no, qué va. Aunque aburriendo a las ovejas, este equipo es el vigente campeón de Liga. Es el campeón de Liga gracias, fundamentalmente, a una idea: solidaridad. El Madrid ganó la Liga siendo solidario, apretando en defensa y aprovechando las ocasiones que tuvo arriba. Quiero decir que el Real Madrid podría volver a ser un equipo competitivo pero su entrenador parece empeñado en impedirlo a toda costa, es como si Zidane quisiera enviarle a alguien un mensaje acerca de la vulgaridad de la plantilla, y ese alguien sólo puede ser Florentino Pérez. Ayer, acerca de la estrafalaria alineación titular que volvió a firmar en Mestalla, justificó su puesta en escena diciendo que todos son jugadores del Real Madrid, como si en el fondo estuviera reconociendo que, aunque tienen ficha del primer equipo, muchos de los futbolistas que puso desde el inicio carecieran ya del empaque necesario para llevar esa camiseta.

Es como si, en lugar de estar en Rebeca, la clave de la locura alineadora de Zidane se encontrara encerrada en Hazard. Hazard, que tiene que jugar sí o sí porque ha costado cien millones de euros y porque, estando en forma, es muy bueno, maniata a Zidane porque se ve obligado a colocar al belga como acompañante de Benzema y, de adelante hacia atrás, el francés se limita a completar la alineación: Kroos, Casemiro, Valverde, Ramos, Varane, Mendy, Courtois... Digamos que Zidane tiene poco espacio para la improvisación, poco poder de maniobra para el desatino. Cuando Hazard, ya sea por sobrepeso, por lesión o por coronavirus, se cae, que lo cierto y verdad es que en el Real Madrid suele ser casi siempre, Zizou se convierte en ese mono al que acaban de regalarle dos pistolas y apunta con ellas hacia todos lados. Es como el doctor Jekyll y Mister Hyde sólo que aquí es el doctor Zidane y Mister Descalzaperros.

Decía el otro día que cuando un entrenador no puede fichar, como es el caso de Zidane ahora mismo, puede influir en su plantilla descartando, y que Zidane ha descartado a Bale, Reguilón, Achraf, Kubo, Vallejo, Mayoral o Ceballos para contar con otros de los que o bien no pudo prescindir, como es el caso de Mariano y de Jovic, o de verdad cree que puede recuperar. ¿Es irrecuperable Isco? Hombre, como influencer quizás no, pero, y a pesar de las transmisiones de Movistar, sólo un ciego o un tuerto amigo suyo puede decir que Isco tiene un pase: no lo tiene. ¿Es irrecuperable Marcelo? Parece que Marcelo quiere pero ya no puede dar el tono que antes regalaba con asiduidad. ¿Es irrecuperable Asensio? Pues a lo mejor el chico tenía razón cuando dijo aquello del carro y, efectivamente, él no puede tirar porque carece del nivel. Vinicius no tiene calidad para el Madrid, Rodrygo puede que tenga más pero tampoco la va a romper, Lucas puede brillar un día como lateral pero luego tendrá cinco lunares seguidos porque esa no es su posición, Militao no está ni se le espera y últimamente Varane piensa que es Nuréyev en La bailarina del templo. Zidane podría fiarlo todo a los que sí están pero el tiene un plan: contar con todos para llegar vivos a mayo. No se da cuenta de que aquí de lo que se trata es de comerse el turrón blando porque para el duro ya no hay dentadura.

Se llama agotamiento y no es ni la primera ni la última vez que va a suceder en el fútbol. No es un problema de VAR ni de árbitros, no lo es. Si el Real Madrid marcara 6 goles por partido no habría VAR ni VOR en el mundo que pudieran impedirlo. 

Ayer el Real Madrid condensó en 90 minutos toda la mala suerte que se puede tener a lo largo de un año completo, eso es cierto, pero Zidane volvió a jugar con fuego y cuando Zidane juega con fuego no se quema Véronique, no, arde el Real Madrid. El diagnóstico está claro pero ahora hace falta un cirujano que quiera meterle mano al asunto y resulta que el último episodio de Doctor House pudimos verlo en 2012, hace de eso 8 años. También cabe la posibilidad de que Zidane se vaya otra vez, a comprar por ejemplo una mesilla de noche. En El Guardián entre el centeno alguien dice en un momento determinado lo siguiente: "Los peces son los que no se van a ninguna parte, se quedan en el lago. Esos sí que no se mueven". Pero el Real Madrid no es un pez y, de serlo, sería un tiburón, ¿no? Pues eso: Ya me marcho de aquí linda dama española...

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