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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 27 de junio de 2025

El deshonor es inherente a la traición / por Luís Ibáñez


"..Mientras, el corrupto Conde Pumpido y sus adláteres han cumplido con la misión encomendada. La Amnistía es constitucional. Por si el Tribunal Constitucional necesitara alguna cacicada más para confirmar su deshonor.."

El deshonor es inherente a la traición

Luís Ibáñez
Muy al hilo este artículo a mi comentario de ayer cuando citaba ya no cabía más deshonor en el desprestigiado Tribunal Constitucional, tras su ignominiosa sentencia validando la Ley de Amnistía a golpistas y saqueadores. 

Hablar del honor en una sociedad degenerada como la actual no deja de ser un vano ejercicio de ingenuidad. Se ha ido vaciando a la sociedad de valores morales, hasta convertirla en un rebaño zombi y adoctrinado. Ha sido una exitosa operación de ingeniería social impuesta por las elites en todo Occidente, y de ahí su palmaria decadencia, que ya resulta inocultable.

Me parece muy oportuno que David Cerdá haya creído oportuno dedicar su artículo a una virtud intangible como es el honor, hoy día más infrecuente que el sánscrito. Pero no es solo el honor lo que hemos perdido, sino algo supremo en la condición del hombre cual es su propia integridad moral de la que forman parte el honor, la lealtad, la honradez, la laboriosidad, el sentido de la responsabilidad y la solidaridad con el prójimo, por citar algunas virtudes que se me ocurren sobre la marcha.


Nuestro psicópata no es la causa, sino un subproducto de la degradación social a la que asistimos impotentes desde nuestros respectivos sofás. Digo impotentes porque esta partidocracia en la que ha degenerado -como era previsible para algunos- el Régimen del 78 no tiene vías eficaces para su autodefensa. La sociedad civil no existe fuera de los corruptos partidos.

Hablando de honor ayer sentí verdadero desprecio viendo como el zascandil, Mark Rutte, que han puesto al frente de la OTAN, convertida en un instrumento de poder político de las elites que mandan en USA, le hacía la pelota sin rubor al estrambótico presidente useño. Inevitablemente me vino a la memoria hombres de honor del siglo pasado como Eisenhower o Muñoz Grandes, que hubieran mostrado su absoluto desprecio por semejante personajillo que ya está haciendo buena a la anterior marioneta Stoltenberg, como Kallas a nuestro Borrell.

El honor siempre fue una virtud inherente a la vida castrense y hoy, desgraciadamente, ha quedado solapado por la socorrida disciplina, bajo la que en muchas ocasiones se ocultan ambiciones más mundanas.

Nuestras leyes educativas o la pérdida de autoridad de los padres y profesores son solo el fiel reflejo de las políticas woke que han impuesto las elites dominantes.

Hay un tímido rayo de esperanza en los partidos patrióticos que están surgiendo en Europa. Pero muy tímido porque el poder establecido está muy fuerte. Solo hay que ver la levedad en la condena al genocidio de Gaza, la agresión a Irán, o el alineamiento con esta agresiva OTAN al servicio de las elites.


Sí, parece que el psicópata va a caer. Debería ir directamente a Alcalá Meco a pagar su traición a España. Pero, no nos engañemos, no habrá solución de continuidad en la perversa hoja de ruta. Estamos a la intemperie.

¿Quién habló de honor? ¿Qué es eso?

¡¡Dios salve a España!!

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