la suerte suprema

la suerte suprema
Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 22 de noviembre de 2025

Gracias a Urtasun, Ignacio Sánchez Mejías vuelve a la actualidad / por Andrés Amorós

El torero Ignacio Sánchez Mejías y Ernest Urtasun

¿Quién era este personaje que Urtasun ni siquiera menciona? Además de torero, una figura importantísima de la cultura española contemporánea, por su pluralidad de inquietudes y talentos.

Gracias a Urtasun, Ignacio Sánchez Mejías 
vuelve a la actualidad

Un personaje excepcional, obviado sectariamente por el ministro.

Andrés Amorós
Gracias al ministro Urtasun, Ignacio Sánchez Mejías ha vuelto al primer plano de la actualidad. Hoy se habla de él no sólo a propósito de la generación del Veintisiete o en las secciones culturales; también lo hacen los periodistas políticos, los columnistas, los programas de radio más escuchados, hasta los dibujantes de chistes… Le ha cogido el toro al ministro o le ha salido el tiro por la culata, como prefieran.

La unanimidad en condenar al inculto ministro de Cultura es total. Por mucho que ahora intente desmentirlo, los hechos están ahí, inamovibles. El pasado 14 de junio, presentó los actos conmemorativos del centenario de la generación del Veintisiete. Por cierto, los incluía dentro de un magno plan llamado «España en libertad», que conmemoraba los cincuenta años de la muerte de Franco; el vicepresidente de esa Comisión es el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática… ¿Qué tiene que ver todo esto con la generación del Veintisiete? Sólo Urtasun lo sabe.

En la presentación de los actos conmemorativos del Veintisiete, Urtasun eliminó cualquier referencia a la Tauromaquia y a Ignacio Sánchez Mejías. Lo denuncié yo en El Debate el pasado 16 de junio. Cinco meses después, algunos periodistas lo han advertido y la rechifla ha sido general: ¿cómo se puede hablar de la generación del Veintisiete sin mencionar al personaje que jugó el papel decisivo para que se diera a conocer públicamente?

Fue Ignacio Sánchez Mejías el que costeó el viaje y la estancia en Sevilla de los poetas que festejaron el centenario de Góngora; el que los agasajó en su casa de Pino Montano, los llevó a la Venta de Antequera y a una travesía nocturna por el Guadalquivir. Luego, continuó siendo el amigo común de todos ellos.

Cuando Ignacio murió en el ruedo, varios de esos poetas escribieron poemas: el «Llanto por Ignacio Sánchez Mejías» de Federico García Lorca es, sin duda, junto a las «Coplas a la muerte de su padre» de Jorge Manrique, el mejor poema elegíaco de toda la literatura española.

Sánchez Mejías fue, sin duda alguna, una figura verdaderamente novelesca

¿Quién era este personaje que Urtasun ni siquiera menciona? Además de torero, una figura importantísima de la cultura española contemporánea, por su pluralidad de inquietudes y talentos.

Había nacido en Sevilla, era hijo de un médico. Como torero, seguía la línea clásica de Joselito, su ídolo, además de su cuñado (estaba casado con su hermana). El destino quiso que alternara con él la tarde trágica de Talavera.

Sánchez Mejías era un gran lidiador y tenía un valor fuera de lo común. Como escribió José María de Cossío, otra figura que no se puede omitir al hablar del Veintisiete, Ignacio tenía «la valentía más auténtica y sobrecogedora que nunca se haya visto en los ruedos».

La inquietud permanente es quizá lo que le caracteriza mejor a Ignacio. Aunque había triunfado como torero en España y en América, llegó un momento en el que su inquietud le impulsaba hacia otros horizontes.

Homenaje a Luis Cernuda (sentado, al frente de la mesa) en Madrid, en abril de 1936. De pie, de izquierda a derecha, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Pablo Neruda, José Bergamín, Manuel Altolaguirre y María Teresa León

Homenaje a Luis Cernuda (sentado, al frente de la mesa) en Madrid, en abril de 1936. De pie, de izquierda a derecha, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Pablo Neruda, José Bergamín, Manuel Altolaguirre y María Teresa León/Fundación Federico García Lorca

Estrenó varias obras de teatro: Sinrazón es quizá el primer drama español que muestra la clara influencia de Freud. Ni más ni menos es un auto sacramental filosófico, como los que entonces escribían Alberti y Miguel Hernández.

Además, Sánchez Mejías pronunció una conferencia en la Universidad de Columbia, en Nueva York, sobre el profundo significado de la Tauromaquia, dentro de una línea que recuerda al pensamiento de Bergamín. Ha sido el único torero que ha publicado crónicas periodísticas de las corridas en las que él actuaba.

Toreó una tarde en Valladolid y, por la noche, en el Ateneo de esa ciudad, de etiqueta, leyó fragmentos de una novela, La amargura del triunfo: a partir de los manuscritos, yo la he reconstruido y publicado.

''Gracias a su amigo Federico García Lorca, Ignacio Sánchez Mejías vive para siempre''

Con La Argentinita, organizó el espectáculo Las calles de Cádiz: contribuyó mucho a la dignificación del flamenco que entonces realizaban también figuras como García Lorca, Falla y los bailarines La Argentina y Vicente Escudero.

Además, Ignacio fue Presidente del Betis y de la Cruz Roja de su ciudad natal; piloto de automóviles y de aviones; jugador de polo… Era alto, corpulento, un personaje muy atractivo. Por su elegancia, en París le confundieron con el Príncipe de Gales…

Sánchez Mejías fue, sin duda alguna, una figura verdaderamente novelesca. Suelo decir que, si hubiera sido norteamericano, ya le habrían dedicado más de una película biográfica.

En 1934, con más de cuarenta años, volvió a los ruedos. ¿Por qué? A pesar de todas sus actividades, tan variadas, él seguía sintiéndose torero: era su forma de intentar ser un héroe. Si hubiera vivido en el Siglo de Oro - lo dijo más de una vez - se hubiera alistado en los Tercios de Flandes o hubiera marchado al Nuevo Mundo.

El 13 de agosto de ese año, una serie de coincidencias le llevaron a torear en la Plaza de Manzanares, donde sufrió una cornada mortal. Tengo noticias de primera mano de cómo sucedió, me lo contó mi amigo Alfredito Corrochano, ahijado de Ignacio, que alternaba con él esa tarde. (Volvió conmigo a esa Plaza, a la que, desde aquella tarde, no había querido regresar).

El toro Granadino prendió a Sánchez Mejías y lo llevó, en los cuernos, hasta el centro del ruedo, dejando un gran charco de sangre («la sangre derramada», escribe Lorca). Cuando Alfredo Corrochano entró al quite, Ignacio, desde los cuernos del toro, le dijo: «Por ahí, no, Alfredito, que no me suelta. Por el otro lado».

Además de la tragedia, impresionó entonces a todos la lucidez de Ignacio. He localizado yo una vieja fotografía de periódico en la que se le ve, en los cuernos del toro, con los ojos muy abiertos: (Dice García Lorca: «No se cerraron sus ojos / cuando vio los cuernos cerca»).

Le dedicaron poemas sus amigos: Rafael Alberti, Miguel Hernández, Gerardo Diego, José María de Cossío… El mejor es, sin duda, el Llanto, de García Lorca: su poema más logrado, el que resume mejor su visión del mundo.

En él, Federico no se centra en Ignacio como torero, no da detalles técnicos sobre cómo toreaba, sino como ser humano, que afronta con dignidad ese «momento de la verdad» que a todos nos llegará. Por eso, el poema es apreciado universalmente, sean o no aficionados a los toros, los lectores. Continuamente, la figura de Ignacio sigue suscitando, en el mundo entero, textos literarios, músicas, obras dramáticas, ballets, pinturas…

Gracias a su amigo Federico García Lorca, Ignacio Sánchez Mejías vive para siempre. Y la generación del Veintisiete es el momento en el que la cultura española y la Tauromaquia han estado más claramente unidas.

Todo eso intenta ahora obviarlo el ministro Urtasun… ¿Por qué lo hace? Por ignorancia y sectarismo, por supuesto. Además, ha cometido públicamente un profundo error y lo va a pagar: hasta 2027, por lo menos, se lo van a estar recordando y echando en cara.

¿Cuál es la causa última de ese error? Está muy claro: la figura insigne de Ignacio Sánchez Mejías basta para desmontar todos sus ataques a la Tauromaquia. Cuando ya nadie se acuerde del ministro Urtasun – ni de cualquiera de nosotros -, en el mundo entero se seguirá leyendo el poema de García Lorca y admirando al héroe Ignacio Sánchez Mejías.
--

2 comentarios:

  1. El ignorante Urtasum, desprecia lo que ignora.

    ResponderEliminar
  2. Cuando el centenario de Góngora en Sevilla, Ignacio Sánchez M. contribuyó enormemente a organizar, también logró que en esa reunión tan importante para la cultura de España, naciera de la pluma de Rafael Alberti “Joselito en su gloria”, cuando encerró -dada su gran amistad con Rafael Alberti- en la habitación del hotel, diciéndole al gran poeta gaditano, que no podía salir, hasta que compusiera el poema -que hacía tiempo le había pedido-para José Gomez Ortega “Joselito” y así nació una de las mejores poesías taurinas que en España se han escrito.

    ResponderEliminar