'..Los misioneros aprendieron las lenguas indígenas "para sembrar la palabra de Dios en esta viña sin cultivo". De manera que la cultura occidental llegó para quedarse gracias al español y la fe, hasta tal punto que negar la Hispanidad –según el premiado- es como suicidarse a medias. O del todo..'
Suicidarse del todo
Ignacio Miranda
El mexicano Gonzalo Celorio ha sido galardonado con el Premio Cervantes, casi medio siglo después nuestro ilustre paisano Jorge Guillén, de la Generación del 27, quien inauguró la nómina de escritores reconocidos con tan reputado galardón. Como es sabido, suelen alternarse a cada lado del Atlántico según el año. El jurado valora su "excepcional obra literaria y labor intelectual" con la que ha contribuido de manera profunda y sostenida al enriquecimiento del idioma y de la cultura hispana. Gran bagaje y magnífico perfil para el director de la Academia de su país, que no tiene complejos a la hora de hablar de la propia identidad mestiza entre España y América, y que hace votos por mejorar la relación entre nuestra nación y México sin necesidad de hincarse de hinojos para pedir perdón, léase Albares.
El ensayista abundó ante la prensa en el error de los gobernantes actuales al empeñarse en calificar la conquista de América como una "atrocidad", dejando muy claro que hubo uso de la fuerza, pero el hecho debe situarse en el contexto de la época. Aquel encuentro entre dos mundos se enmarca en la manera de actuar propia del siglo XVI, en la que "la violencia era más o menos pertinente", y recordó la conocida cita al respecto del poeta Manuel José Quintana, que a mitad de camino entre la Ilustración y el Romanticismo, aseveraba que "crímenes fueron del tiempo, no de España".
Mientras la opinión pública asume la leyenda negra propalada por la propaganda oficial y juzga nuestra presencia en América desde la mentalidad actual, cayendo en el vicio del presentismo que tanto combaten los historiadores, Celorio señala que el peso de la religión gracias al proceso evangelizador favoreció la actitud de integración: el mestizaje. Los misioneros aprendieron las lenguas indígenas "para sembrar la palabra de Dios en esta viña sin cultivo". De manera que la cultura occidental llegó para quedarse gracias al español y la fe, hasta tal punto que negar la Hispanidad –según el premiado- es como suicidarse a medias. O del todo.
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