
'..el presidente del Gobierno no ha dudado en afirmar en el Congreso de los Diputados que “se acabó usar el dinero de la sanidad en regalos fiscales y ayudas para los toros” en clara referencia a los gobiernos autonómicos del Partido Popular. Falso argumento para un nuevo ataque a la fiesta de los toros..'
Pero ¿qué dice usted?
Que forma de mostrar el desprecio definiendo lo absurdo. ¡Qué horror! Que poca imaginación. Qué hombre obcecado en lo que tiene que decir y lo dice a sabiendas de la idiotez de las comparaciones. ¡Qué aberración! Que forma tan siniestra de relacionar de quien no dudan en lanzarse a la tarea de atacar con mensajes que, por disparatados, se estrellan en la ambigüedad de lo insostenible. Pero ahí sigue. Incapaz de liberarse de la sensación de ridículo en su preocupante ignorancia.
De este modo el presidente del Gobierno no ha dudado en afirmar en el Congreso de los Diputados que “se acabó usar el dinero de la sanidad en regalos fiscales y ayudas para los toros” en clara referencia a los gobiernos autonómicos del Partido Popular. Falso argumento para un nuevo ataque a la fiesta de los toros y de paso acometer contra el formación política que manifiesta sin titubeos su apoyo a la tauromaquia.
Pero ¿qué dice usted? si el mundo del toro no recibe ni una pizca de subvención del Gobierno Central. Si los sesenta y cinco mil euros destinados a la tauromaquia en los presupuesto generales del Estado era una simple anécdota en el cómputo general destinado a Cultura. Y para colmo, el ínclito Urtasun birló los treinta mil que correspondían al Premio Nacional de Tauromaquia que él suprimió.
Con desprecio absoluto vuelven a utilizar el toreo para un debate político. Populismo, y mala leche, de una gente acomplejada por sus torpezas con una sobredosis obsesiva por vetar que parece el combustible inspirador del fingido progresismo. Maniqueísmo con el que suelen arremeter contra el toreo. Una forma de hacer para ganar posibles adeptos y ubicarlos en su mundo idealizado. De ahí que sigan confundiendo y tratando de atraer, por el lado más ambiguo, a algún ingenuo que se deje encandilar por la más simples demagogias. La gran ignorancia, madre del atrevimiento
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