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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 8 de noviembre de 2025

Lo que nos ocultaron de la Segunda República / por Jesús García-Conde


La Segunda República de las mentiras, las de entonces y las de ahora, no pudo tener más fin que ceder ante la verdad; así fue entonces y así será ahora.

Lo que nos ocultaron de la Segunda República

Jesús García-Conde
Después de la hora y media del documental de PieEnPared sobre la Segunda República, es difícil pensar que el experimento podía haber terminado de una manera distinta a como lo hizo. El acto tuvo lugar en el CEU, tantas veces refugio de nobles causas culturales, para relatar La Historia que nos ocultaron, así se llama el trabajo. Presentó el acto Marcos de Quinto subrayando que los años transcurridos del 31 al 36 distan mucho de ser una arcadia feliz y democrática. Advirtió el productor de la cinta que la organización política culpable de aquel desastre anda suelta, y que, si al PSOE y sus nuevos aliados se les ocurriera repetir la experiencia, volveríamos a reaccionar y volveríamos a ganar.

La pieza desgrana los hechos desde el mismo alumbramiento republicano hasta el asesinato de Calvo Sotelo. La narración se apoya en una charla entre Girauta y García Isac intercalada con el relato en off de los hechos, todo ello reforzado con las las aportaciones de estudiosos de la época: Ana de Quinto, Pío Moa, Tamames, Togores y el anfitrión del acto, Alfonso Bullón de Mendoza, profesor del mismo centro.

Al mes de ser proclamada la República ya ardían las iglesias en Madrid. Ni todas las iglesias de Madrid valen la vida de un republicano, diría Azaña, que volcaba en esa despreciativa reacción todos sus traumas antirreligiosos, apuntó Girauta. El régimen revienta en 1934 por los propios deseos de los dirigentes de entonces del PSOE de emular otras revoluciones proletarias y someter a la España que resistía aferrada a sus tradiciones. En febrero de 1936 desaparece definitivamente el Estado. En marzo es encarcelado José Antonio Primo de Rivera, primero en Madrid y luego en Alicante. A ojos del nuevo régimen republicano su crimen era grave. Así lo describe el poeta valenciano José Vicente Alamá. José Antonio había movido a un pueblo, que dormido/bajo un sopor amorfo y centenario/caminaba rodando su calvario/de pueblo roto, triste y desunido.

Efectivamente España caminaba hacia su calvario, y la penúltima estación del vía crucis fue el asesinato del brillante político José Calvo Sotelo. La España descoronada/tenía un buen escudero/valiente sabio y leal/ se llamó Calvo Sotelo. A mucho mal se llegó/ muy malos días corrieron/cuando se pudo matar/tan cumplido caballero. Así lo describía un poeta argentino. Con prosa más descarnada Girauta y García Isac recuerdan los malos días que habían corrido antes y los que tenían que suceder. No había más cartas que escribir a las medianías políticas que gobernaban España. Media España no se iba a resignar a morir. El asesinato de Calvo Sotelo era el punto de no retorno. Bien claro lo escribiría el poeta Manuel de Góngora: ¡Cuando aquel ataúd lo tragaba la tierra/España ya era un horno encendido de guerra.

Media España dijo basta a las arbitrariedades, al atraso y finalmente a las matanzas rebelándose de la única manera que España sabe hacerlo; tomando la Cruz en una mano y la espada en la otra, y con ellas en la mano se encomendó a la Virgen del Pilar en aquella hora terrible de España y rezó como Manuel Machado

España vuelve a pelear… Y ahora/para ser una y grande y libre, clama/al Pilar de firmeza damantina… España vuelve a pelear, Señora/ y en el espasmo de su fe te aclama /¡Capitana otra vez Madre Divina! dar un paso al frente.

La Segunda República de las mentiras, las de entonces y las de ahora, no pudo tener más fin que ceder ante la verdad; así fue entonces y así será ahora.

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