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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 16 de agosto de 2010

Claro que hay politizar el debate sobre los toros! Por Pedro Javier Cáceres

Aunque le pese a Rubalcaba....

Claro que hay politizar el debate sobre los toros!


Por Pedro Javier Cáceres

Ha sido la política la que ha metido cuchara grande en la dinámica activa para la prohibición de los toros en Cataluña y que sirve de señuelo para perpetrar acciones similares en cadena.

¿O no es política invocar la defensa de los animales para prohibir las corridas cercenando la libertad de elección individual de espectáculo, la libertad de creación artística y la libertad de empresa de una actividad reconocida, reglamentada, y en el caso de la Plaza de Barcelona con licencia industrial en vigor por tiempo indefinido y , sin embargo, no solo tolerar, si no blindar y proteger los “coorrebous” ? (tradición popular en la que se veja y humilla al animal y se maltrata de forma gratuita con daños físicos y psíquicos como ha denunciado el Presidente del Colegio de Veterinarios, el profesor Juan José Badiola que expone “el toro, como todo tipo de animal, tiene miedo al fuego y sufre un importante estrés producto de ese temor”)

Este argumento, generalmente no válido, del tú más, o mal de muchos epidemia, y que las comparaciones son odiosas, que llevaría a los supuestos animalistas a propulsar prohibir cualquier manifestación de espectáculo, o popular, alrededor del toro, saldando en positivo el dos por uno, cobra credibilidad y evidencia certidumbre inobjetable en dos sentidos importantes:

a) desenmascara las excusas de protección del animal, por interés sesgado, desnudando la amoralidad de estos animalistas, la obscenidad de los políticos del pelotón de “ejecución”, la condición ruin y mercenaria, falta de principios e ideología de los “pusilánimes” y “maricomplejines”, de un babélico socialismo al que, más de cien años después, la madre que parió a Pablo Iglesias no lo reconocería más allá de un puzzle de “exin castillos”.

b) certifica la profunda raíz política de la prohibición y del posterior debate; solo faltaría rubricarlo ante notario, si no es por que el pueblo, oprimido en sus libertades, es el mayor fedatario público y está levantando actas cada día. (No hay mayor antídoto para un supuesto desvalido, y los toros en Barcelona lo eran y lo son, y granjearse las simpatías de la masa neutra, e incluso algunos adversarios, que la agresión premeditada, nocturna (por oscura) y alevosa. Más si esta llega desde la sinrazón totalitaria proveniente del rodillo aritmético, producto de intereses espurios interesados, del fáctico poder político)

Por ello…

¡Claro que hay que politizar el debate sobre los toros!

Aunque le pese a Rubalcaba.

Y a Zapatero, Pepiño, o una señora llamada Elena Valenciano, mocita, al parecer, de 50 años, sin oficio ni beneficio, dice que con estudios, pero sin carrera terminada, ya que desde los 15 años, como sus “jefes” citados viven de la política sin saber lo que es dar un palo al agua, y quizá esta profesionalidad “full life” les hace “masters” en ambigüedad y consumados expertos en lenguas (que no idiomas), cuatro o cinco lenguajes a la vez —según conviene-, y este de “los toros” es de mensaje unívoco.

Por que sin ser, por supuesto, cuestión de Estado, si es política de compromiso de Estado con las libertades, las tradiciones, lo popular, el arte y la cultura como así lo entiende, muy a su pesar, el gobierno socialista convicto y confeso de seguir con la entrega de medallas, anualmente, de las Bellas Artes que implícitamente reviste acto jurídico.

Por ello…

¡Claro que hay que politizar el debate sobre los toros!

Y se retraten, donde dicen representan al pueblo, todos los políticos, a nivel colectivo por idiosincrasia de partido, y también individual (de individuos).

Para ello hay que “tensionar”, presionar, todos los días, con firmeza a aquellos partidos no dudosos de defender las libertades para que no caigan en los cálculos tactiquistas de lo política, interesada y electoralmente correcto del manejo de los tiempos. A estos hay que exigirles también la responsabilidad que han adquirido atándoles en corto, sin darles rienda suelta y sí picadero, un día sí, y otro también.

Por ello…

¡Claro que hay que politizar el debate sobre los toros!

Y hacer la foto, en la que a unos les demandemos firmeza en provocar el “fogonazo” y los otros posando, vestidos, disfrazados o con las vergüenzas al aire. Un “vademecum” real de cada político sobre las libertades.

¡Ah! E ir resaltando alguna diapositiva ilustrativa de transición que se van produciendo secuencialmente en estos días, en tiempo real.
Por ejemplo dos “flashes” de esta misma semana:

1.- En Navarra se prepara una nueva ILP. Al menos, en principio, esta plataforma es coherente e incluye en su iniciativa de prohibición los encierros de Pamplona por “ ser el animal objeto de burla y sufrimiento” ( y aquí no se le pone fuego en los cuernos ni se le ata con una soga ni se le maltrata en el correcalles del voy, vengo, de los correbous)

La iniciativa es ociosa, lo saben, por que en marzo UPN, PSN y CDN, en el Parlamento Navarro decidieron apoyar los toros.¿Dónde estaba Nafarroa Bai? Pues en marzo no se sabe, pero en estos días sí: brindando por los presos de ETA en las fiestas de Burlada.

2.- El ayuntamiento de Barcelona, cuyo alcalde es el socialista Hereu y ciudad que fue declarada antitaurina por el socialista Clos, se ha puesto de perfil, mira para otro lado, y ha cedido, a través de su Comisión de Fiestas Populares de Gracia un espacio público (la popular Plaza del Raspall) en el que, en el programa alternativo se anuncia, homenajear a una terrorista de ETA, por cuya “beneficencia” cumple 9 años de prisión por implicación en el “Comando Barcelona” con el balance de dos asesinados.

“El angelito” sale el próximo día 21 de entre rejas y en plenas fiestas del barrio se le “ascenderá a los cielos”.
Está claro que algunos Parlamentos, ayuntamientos, partidos o políticos, se han quedado cortos, en su declarándose protectores de los animales.

Su “generosidad” alcanza a la protección de alimañas y depredadores”.
Por ello…

¡Claro que hay que politizar el debate sobre los toros!


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