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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 27 de marzo de 2011

La muy taurina Torre de Babel / Por Ricardo Díaz-Manresa

 
"...Los casos de regalo de toros en las recientes Fallas y en la pasada Feria de Invierno de la carabanchelera Vistalegre han vuelto a poner de manifiesto la locura que es tener tantos reglamentos taurinos, muchos de los cuales no contemplan situaciones que puede darse como la que se comenta en este artículo..."

La muy taurina Torre de Babel

Ricardo Díaz-Manresa
Seguimos en la Torre de Babel y así nos va. Juan Mora regala un toro en la de Invierno (Palacio de Vistalegre-Carabanchel-Madrid) y casi nadie sabe si es reglamentario. O no. Vicente Barrera se nubla y a todo correr quiere otro de regalo en la inauguración de la remodelación de Valencia (coso de la calle de Játiva) y tampoco nadie sabe si es reglamentario o no, aunque están de acuerdo en que esperténtico sí.

Bueno, después resulta que ¡no está ni contemplada esta posibilidad en el reglamento valenciano, pero suscita una serie de dudas y de situaciones límite que podrían crearse y que serían de aúpa (para enterarse bien y plantearse de verdad lo que puede suceder lean un buen artículo de Antolín Castro, en opinionytoros.com titulado “¿Toros de regalo? ¡¡No!!).

Estamos en la gran Babel taurina o en 17 Babeles. Cada comunidad o autonomía tiene el suyo. Así que desistí de leerlos y sólo consulto cuando estamos ante casos disparatados, pero así, a bote pronto, no me pregunten. En una plaza cortar dos orejas, una y una, no vale para salir a hombros : tienen que ser las dos del mismo toro. En otra, sí, triunfas en los dos con corte mínimo de orejas y te vas por la puerta grande. ¿En cuál no y en cuál sí).

Apoderados y toreros tienen que llevar en el coche los 17 reglamentos o un buen ordenador portátil para evacuar consultas, que dicen los políticos.

Nene, aquí hay que cortar las dos –suplica el apoderado- al mismo toro porque nos hace más falta un triunfo que comida a los de Biafra. Allí puedes estar a medio gas. Con una y una cumplimos el objetivo.

Así que desistí de aprenderlos. Me pasó como con las capas de los toros cuando era joven. Si todas son negras –el luto se imponía en las camadas de bravo- ¿para qué aprenderse las muchas que hubo y que, afortunadamente, han vuelto?. Pues ya ven, tengo un lunar, porque lo que no se aprende en su momento no se aprende bien nunca.

Y este era el galimatías que nos hacía falta. Cada tierra de toros diciendo o reglamentando una cosa distinta. Estupidez y locura.

Es como si en el fútbol en un campo valiera el fuera de juego y en otro no. O arbitraran los partidos 5 en uno y sólo tres en otro. O si para pitar penalti exigieran un campos determinados que hubiera lesión evidente. O que los porteros pudieran moverse o no, según el pueblo, ante el lanzamiento definitivo desde el punto fatídico. O que la victoria sólo se produjera si había dos goles de diferencia mientras que en otros campos con uno de más sería suficiente.

Pues esto han hecho los políticos en este desbarajuste de las 17 taifas.
Han creado la muy taurina Torre de Babel.


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