la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 5 de junio de 2011

Sublime sólo es un toro / Edmund Burke

 Cuadri en Las Ventas
Tarde del 2 de junio de 2011

 Sublime sólo es un toro 

Edmund Burke

Que el poder extrae toda su sublimidad del terror que generalmente le acompaña, se desprenderá evidentemente de su efecto, en los pocos casos en que se pueda disminuir un grado considerable de fuerza de su capacidad para dañar. Cuando se hace esto, se le despoja de todo lo sublime, e inmediatamente se vuelve despreciable. Un buey es una criatura con mucha fuerza, pero es una criatura inocente, extremadamente servicial, y nada peligrosa, por lo cual, la idea de un buey no inspira para nada grandeza. Un toro también es fuerte: pero su fuerza es de otro tipo; a menudo muy destructiva, y raramente (al menos entre nosotros) nos es de alguna utilidad; por consiguiente, la idea de un toro es grande, y frecuentemente ocupa un lugar en descripciones sublimes y comparaciones elevadas. Fijémonos en otro animal desde las dos perspectivas diferentes, bajo las cuales podemos considerarle. 
El caballo, desde la perspectiva de un animal útil, hecho para el arado, el transporte y la carga; desde la perspectiva de su ser socialmente útil, el caballo no tiene nada de sublime: pero, ¿es así que nos afecta, él, de cuyo «cuello pende la amenaza, la gloria de cuyos ombligos es terrible, que se tragó la tierra con fiereza y rabia, y que no creyó que éste es el sonido de la trompeta»? En esta descripción, el carácter útil del caballo desaparece por entero, y lo terrible y lo sublime brillan juntos. Tenemos continuamente a nuestro alrededor animales de una fuerza considerable, aunque no perniciosa. Entre estos, nunca buscamos lo sublime; la fuerza se nos muestra por sorpresa en la oscura selva y en el clamoroso desierto, bajo forma de león, tigre, pantera o rinoceronte. Siempre y cuando la fuerza sólo sea útil, y se emplee para nuestro beneficio o placer, nunca será sublime: pues nada puede actuar agradablemente para nosotros, que no actúe conforme a nuestra voluntad, y para actuar agradablemente según ella, se nos tiene que someter, y, por consiguiente, nunca podrá ser causa de una concepción grande y dominante.

DE LO SUBLIME Y DE LO BELLO

(Vía Claudia Ruiz Picot)
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