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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 18 de octubre de 2018

¡Ay Carmena! / Por Paco Mora



¡Ay Carmena!

Paco Mora
“Dentro de la más absoluta cordialidad”, como es de uso normal mandarse a hacer puñetas toreros y apoderados cuando no les salen las cuentas, tengo que reconocer que las últimas declaraciones de doña Carmena sobre la Escuela Taurina de Madrid me han repateado el estómago. Pero como ambos somos ya casi valetudinarios, a mí me da que esos periódicos ataques de la señora alcaldesa a la Escuela Marcial Lalanda son cosa de la edad. Porque… ¡Hay que ver qué perra ha cogido la buena señora con el tema taurino!

¡Qué ganas tiene de que el toreo desaparezca del mapa en su ínsula Barataria! Tantas que hasta saca a relucir a la ONU para tratar de justificar su pataleta antitaurina. Y es que la edad no perdona y uno coge manías por cualquier cosa. Que me lo pregunten a mí, que cuando veo una fotografía de la doña la clavo en la pared cabeza abajo a ver si su cerebro se vacía de sus malas ideas sobre “la Fiesta más culta”, Federico dixit, que bien se sabe que era un facha de tomo y lomo, ¿verdá-usté-señora-mía? Claro que lo hago con toda cordialidad. Con la misma que el día que pierda las elecciones la señora en cuestión, me voy a pegar un homenaje aunque solo sea de chocolate con porras, por aquello del madrileñismo castizo más o menos fané y descangallao. Que usted y yo “vecchia signiora” ya no estamos para muchos trotes.

Además, a mi provecta edad tengo que reconocer que a uno le cuesta ya mucho comulgar con ruedas de molino. Y doña Carmena, que si no es coetánea mía le faltan tres días con pasado mañana, no puede resistir el espectáculo taurino, entre otras cosas porque su palmito ya no le permite vestirse de manola con mantón de Manila y peineta para irse a los toros de Carabanchel y a la verbena después, como la Casta o la Susana castizas y rozagantes de la zarzuela.

Bueno, y nada más por hoy. Aquí un amigo, señora alcaldesa, que no la ha votado porque no vive en los madriles, pero que si pudiera la botaría. Pero con “b”, claro. De todos modos, ¿qué necesidad tenemos usted y yo de meternos en libros de caballería a estas alturas de nuestro sosegado sobrevivir?

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