Se harán muchas corridas de dos toreros, no nos cabe la menor duda, pero, dos de las que ya están confirmadas son un fiasco de cara a los aficionados, es el caso de Paco Ramos y Borja Jiménez en Castellón. Me explico, por supuesto que deben estar incluidos dichos diestros, razones de peso las tienen todas para ser escuchados, pero, ¿cuántos toreros válidos podrían ocupar ese tercer puesto que falta de cara a los aficionados? Muchos, muchísimos y, los más, con el atributo del éxito anterior debajo del brazo.
Otro cartel que chorrea sangre a borbotones no es otro que el confeccionado para la feria de Madrid con toros de Victorino Martín para Paco Ureña y Borja Jiménez. Pues digo lo mismo que en anterior que he citado, me parece fenomenal que toreen los diestros citados porque ambos se lo han ganado, pero, que la empresa elimine un tercer puesto de trabajo me parece un acto de soberbia empresarial en grado sumo, dejando en la calle a toreros tan válidos como Manuel Escribano, Adrián de Torres, Curro Díaz y una larga lista de hombres que, avalados por sus éxitos, dejarles en la calle habiendo un tercer puesto en discordia es una barrabasada sin sentido.
El problema fundamental que atraviesa la fiesta es que, además de que han echado a la calle a los aficionados, los empresarios no son admiradores de la profesión a la que se dedican, de ahí que todo lo quieran planear pensando en la forma de ganar más dinero y, como son auténticos linces, la feliz idea que se les ocurre en montar esas parodias del mano a mano sin el menor sentido para dejar, como dije, a muchos hombres sentados en sus casas. Claro que, además del cartelito que aludo, luego pasará como ocurrió en la temporada anterior, aquello de que un torero sin venir a cuento mate seis toros con el consabido aburrimiento que ello conlleva de cara a los aficionados.
Ante todo lo dicho, imagino que si estas letras las leyeran David de Miranda, Álvaro Lorenzo, David Galván, Daniel Crespo, Fortes, Juan Leal, Colombo, Román, Ángel Téllez, Francisco de Manuel y una extensa lista de hombres ilusionados que, pese a sus triunfos conseguidos siguen luchando a brazo partido por aquello de lograr un contrato para firmar; de la forma que fuere, pero un contrato. Hombres de esta talla humana y de calidad torera constatada, todos me darían la razón por la sinrazón con la que se montan demasiados carteles sin el menor relumbrón y, lo que peor, sin que nadie los haya pedido.
Claro que, una cosa con las ilusiones con la que los aficionados trataríamos de repartir justicia o, en su defecto, hacer los carteles con una lógica consumada y otra muy distinta es ser empresario taurino y, ante la debacle en la que se vive en el mundo de los toros, tratar de ganar una “peseta” como fuere, sin importarles para nada todo tipo de tropelías que cometan y, por consiguiente, las injusticias con la que se aplastan a demasiados toreros.
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