"..los carteles anunciados despiertan el gran interés de los grandes acontecimientos, fruto del trabajo continuo, sin improvisaciones, con la solvencia que da el respaldo económico y reputación de quienes tienen en sus manos llevar a buen puerto la que será la edición 2024 de la Feria del Sol.."
Tres corridas de toros se programan en el serial, que se antojan un manjar muy corto para lo que en su momento fue la Feria del Sol de comienzos de la década pasada, con hasta siete festejos mayores. La situación en el país, así como múltiples elementos, han hecho que la cita taurina emeritense se tenga que condensar en los actuales momentos a solo este trio de corridas, donde se reúne un buen número de toreros, todos de un gran nivel y en especial, atractivo para el aficionado y taurino. Pero en estos tiempos el bolsillo manda, y de allí que nos “arropemos hasta donde llegue la cobija”.
Los nombres de toreros españoles como los de El Fandi, Alejandro Talavante, Daniel Luque y Francisco de Manuel, Aademás de los diestros nacionales Jesús Enrique Colombo (único con dos tardes), Antonio Suárez y José Antonio Valencia hijo, e igualmente la actuación estelar del jovencísimo novillero salmantino Marco Pérez, sin dejar a un lado la actuación del rejoneador Francisco Javier Rodríguez, es una muestra del gran trabajo mancomunado que desde julio y agosto pasado lograron amalgamar las empresas taurinas hermanos Rodríguez Jauregui y hermanos Manfredi López, tras su periplo ibérico, donde lograron tomar contacto con lo que en el papel luce una gran feria, en todos los sentidos de la palabra.
El factor toro, tan importante y sí más que los mismos toreros, viene añadido por la presencia de tres hierros de connotado prestigio en el redondel merideño como lo son las divisas del desaparecido Hugo Domingo Molina de Rancho Grande y El Prado, así como la ganadería en activo más antigua y con más tradición en la cabaña brava venezolana como es Los Aránguez, que de la mano de Jesús Riera ha mantenido ese “cóctel” tan difícil de alcanzar que es nobleza y bravura de la mano de un encaste como es el Santa Coloma, que es huella de identidad y examen supremo para los buenos toreros. El complemento viene con la posible importación hecha de Colombia de un encierro del hierro bogotano de Juan Bernardo Caicedo, puro Domecq en su mejor vertiente, el cual es garantía de lucimiento y presencia, poco más de una década de no lidiar por nuestras plazas venezolanas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario