México: La emoción me invadió
Hace un rato leía lo que aficionados de antaño opinan y comparto su sentir.
La Plaza México tiene capacidad para 45,000 personas. Es la plaza más grande del mundo y por tanto fue, hasta hoy, una de las Monumentales que se preciaban de tener siempre los precios más justos y populares, permitiendo que toda la gente pudiera, dependiendo de sus posibilidades, disfrutar del espectáculo.
Me parece que la administración vive en otro mundo y no se han dado cuenta de la situación económica del país.
De entrada, anuncian una temporada con tintes de feria. Intentando que los poseedores del derecho de apartado, puedan adquirir sus entradas, de los 9 festejos, antes del 21 de enero. Lo cual quiere decir qué si tienes el privilegio, como en mi caso, de poseer una barrera, estarías pagando en pesos mexicanos la cantidad de 17,500 más la impresión del billete, lo cual estaría oscilando en los €1,000; cuando que el salario mínimo en este país, qué sigue siendo tercer mundo, es de €400. En un supuesto, tendría que sacrificar muchas cosas para poder acudir al recinto.
Y retomando el hecho de que es la plaza más grande del mundo, también nos pone a pensar si son conscientes, ya que estaría pagando lo mismo quien se encuentra en un segundo tendido primera fila, que el que acude a la hilera 22. Me parece un poco absurdo.
Los precios se incrementaron más de un 40 por ciento desde el último festejo mayor que se dio en este coso.
Es verdaderamente increíble. Y claro, esto no lo dieron a conocer ayer durante la conferencia de prensa, puesto que seguramente habría borrado de nuestras mentes lo loable de los donativos a las comunidades de Guerrero, y el gran gusto por la reapertura.
Se trata de motivar a las multitudes a acudir, pero ciertamente con estos precios y esta logística, las taquillas pagarán las consecuencias.
Los festejos de 4 y 5 de febrero, corridas de aniversario se venden únicamente juntas. Lo cual quiere decir que, si alguien no pensaba acudir ambos días, hoy tendrá que hacerlo si, o si! O perderse las dos tardes.
No hay estructura que sustente estas decisiones.
Me parece conveniente que se intente hacer cambios que puedan ayudar a que nuestra fiesta tenga mayores posibilidades, pero a mi manera de ver, no son los correctos.
¡No hay bolsillo que resista!
La fiesta brava es popular, no elitista. Y si habláramos de elitismo, quizá no radique en el dinero, sino en la cultura, en la sensibilidad y en el arte.
Y el hecho de que los generales tengan un precio accesible, no quiere decir que, por querer pisar un tendido, el dinero te sobra.
Acudir a la plaza no es solo pagar un billete, es un día sagrado y completo en que acuden familias enteras. Pero no solo ven la corrida, también consumen esquilmos, también conviven a los alrededores del recinto, en los restaurantes y bares, también compran souvenirs.
La Ciudad de México es una de las que ofrecen mayor cantidad de posibilidades, tanto en espectáculos, deportes y actividades recreativas, algunas incluso sin costo. Y si llevamos a la fiesta a estos niveles de gasto, muchos preferirán optar por otras motivaciones y eso es perder.
¿Y qué decir del ganado?
Otra vez las mismas dehesas. Las que han sido abucheadas por el público, las que no van al caballo, aquellos toros sin trapío, que no pelean, que, por el contrario, se quedan parados sin el incentivo de defender su vida. Ahí si se necesitaba un cambio.
Este cartel inaugural confunde a la gente anunciándose la ganadería de “Tequisquiapan”. Ya lo investigaremos, pero el nombre, que por lo menos en los últimos años pertenecía al rejoneador Ramón Serrano, hoy es usado por Fernando de la Mora, ¿Con qué intención? Así tuviera de nuevo el hierro a su nombre, eso no quita que siguen siendo los mismos toros. Finalmente es un “paripé” porque sin duda las críticas abundarían, si como tal, vuelven a anunciar a los apodados “fernanditos”.
Y en gustos se rompen los géneros, ya que a muchas personas les han parecido un poco flojos los carteles, mientras otras los consideran perfectamente rematados.
Sin embargo y pese a los gustos personales, falta un imán que realmente pueda asegurar qué pese a los precios, y toda la logística, pueda haber un lleno de “no hay billetes”. Pareciera que esos tiempos quedaron en la historia.
Esperemos que más adelante los nombres que le hacen tanta falta a nuestra plaza puedan verse acartelados.
Ojalá recapacite la empresa y pueda ser más objetiva pues la aceptividad, tristemente está fallando.
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