El análisis de Juha Karlsson: Educación en España
¿Para qué sirve la educación? Los entusiastas dicen que para tener conocimientos e ilusión para toda la vida. Otros dicen que no sirve para nada, solo para perder tiempo. Lo que sí está claro es que es un baile colectivo entre el Ministerio de Educación, los profesores, los padres y los alumnos.
Falta una nueva generación de meritocracia. La enseñanza no garantiza de forma automática buenos modales ni que seamos mejores personas, pero sí que suba el nivel sociocultural y espíritu critico.
Muchas veces la esencia de la educación no son los datos memorizados sino la manera como nos prepara para la vida real y el entusiasmo y ganas que nos transmiten.
En España hay gente muy preparada e inteligente que sabe idiomas, lee y reflexiona. No obstante, todo cae sobre muy pocos hombros.
Podemos destacar cuatro aspectos clave en la educación en España.
El primer aspecto es la educación universal, que tiene muchas ventajas. Todos saben leer, escribir, sumar y restar. Todos tienen por lo menos unos conocimientos cívicos y culturales básicos. En principio todos pueden acceder a unas nociones generales en lo que pasa en el mundo y ser capaces de descifrarlo. En sentido humanista el profesorado intenta enseñar al alumno a pensar. Este es el aspecto crucial.
La educación, vehículo del Ministerio de Educación, sirve para sacar la mejor expresión de cada alumno, pero también para manipular con fines de tener una nueva generación lerda y borreguil.
En nivel nacional e internacional no es deseable la estandardización del pensamiento y criterio único, que conduce a la homogeneización de la población.
La realidad en España es que desde el archifamoso LOGSE en 1990 ha habido varias reformas educativas, de las cuales ninguna ha ido a las entrañas del asunto, solo proporcionando cambios burocráticos suaves para que parezca que se está haciendo algo.
Cuando digo educación, me refiero a la enseñanza, la formación. Estrictamente, lo que es la educación se hace en casa. En calidad de padres tenemos una tarea indivisible. Algo que se nos parece olvidar.
El segundo aspecto es el Informe Pisa, que mide cada tres años en nivel mundial el rendimiento de los alumnos de 15 años en materias de lectura, matemáticas y ciencias.
El sistema educativo español está caracterizado por producir alumnos poco curiosos y dóciles. Les enseñan muchos contenidos en poca profundidad y basando la educación en baterías constantes de exámenes por los malos datos cosechados en el Informe Pisa.
Sí, el Informe Pisa nos da una idea como van los alumnos de cada país, pero sigue siendo un baremo limitado que no mide ganas, entusiasmo, disciplina o perseverancia del alumno. Más puede quien quiere que quien puede.
El tercer aspecto es la propia sociedad española. A pesar de los avances, aún hoy en día la familia española sigue con tintes patriarcales con poca implicación del hombre en las tareas domésticas y en las responsabilidades educativas de sus hijos, que siguen recayendo principalmente en la mujer. A ellas les sigue siendo difícil conciliar el trabajo y vida familiar.
Muchas familias españolas no consideran a sí mismas como principales responsables de la educación de sus hijos. Más bien piensan que es una labor de los centros educativos. De esa manera, las familias otorgan parte de su propia responsabilidad al Estado.
En este siglo también ha cambiado la composición del alumnado por la gran entrada de alumnos inmigrantes, muchas veces carentes del nivel educativo comparable con España.
El cuarto aspecto es el profesorado. El prestigio social de un educador español está por los suelos. Lo que muchos no quieren decir en voz alta, es que el nivel de exigencia de los nuevos educadores debería ser más alta de la actual. A la vez tenemos que entender, una vez por todas, que solo si el profesorado, alumnado y los padres reman a la misma dirección, el barco educativo no se hunde.
En España habría que poner en marcha a todo el profesorado formación continua obligatoria y pagada por el estado. Esto lo aplicaría también para el personal sanitario.
Conclusión:
En España se necesita urgentemente una reforma educativa en profundidad, consensuada por todas las fuerzas políticas, sociales y empresariales. Debe ser de largo plazo y de adecuada financiación. Es una inversión al futuro, no un gasto puntual. A la vez hay que dotar a los centros educativos con más autonomía.
La educación es un triunvirato de beneficio mutuo entre el profesorado, alumnado y padres. De lo contrario, los padres usan el colegio como guardería para sus retoños, los alumnos pasan de estudiar porque ven el futuro negro y quieren convertirse en famosillos y los profesores pasan de alumnos a base de mínimo esfuerzo. No queremos que eso ocurra, ¿Verdad?
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