-Fotografías de Andrew Moore-
"... Por una vez mató bien, con un volapié de lenta ejecución. Y oreja para el extremeño, que por cierto, tiene muy bien cogido el aire a la plaza de Madrid. Con esta oreja, Talavante salvó una tarde detestable..."
CORRIDA DE UN SOLO TORO
- Todo el mundo se pregunta qué va a hacer El Cid con los seis victorinos que le aguardan el día cinco de junio. Los pronósticos son de lo más lúgubre. Visto lo visto en Sevilla y ayer, nadie da un duro por El Cid. Ojalá que todos nos equivoquemos.
Domingo Delgado de la Cámara
Tiempo de bochorno, calorazo, los abanicos de las señoras se mueven por los tendidos de una plaza llena por primera vez en la feria. Y corrida de un solo toro. La corrida empezó cuando salió el tercero y terminó cuando murió este toro. La lidia de los otros cinco toros de El Ventorrillo no tuvo ninguna historia. A saber:
Primero y segundo fueron de tal sosería, que más que toros, parecían ovejas. Las dos primeras lidias fue la Tauromaquia explicada a las ovejas. El sexto fue un manso que embestía muy poco y topaba mucho, un toro de éxito imposible.
El cuarto sí que tuvo al menos treinta muletazos aceptables, Padilla anduvo anodino con él, sin atreverse a sacar del esportón su repertorio espectacular, por aquello de no cabrear a los inquisidores madrileños. Hizo mal, Padilla sin efectos especiales no es nada. Pero tranquilidad, mayo pasa pronto y ya se divisan los sanfermines donde Padilla es maravilla y capitán general con mando en plaza.
El quinto tenía la embestida corta y no humillaba, era exigente. El Cid, estuvo tan voluntarioso como temblón y dubitativo. Quiere, pero no puede. Todo el mundo se pregunta qué va a hacer El Cid con los seis victorinos que le aguardan el día cinco de junio. Los pronósticos son de lo más lúgubre. Visto lo visto en Sevilla y ayer, nadie da un duro por El Cid. Ojalá que todos nos equivoquemos.
Como ya he dicho, la corrida sólo tuvo un punto de interés, la lidia del tercer toro. Este toro demostró tener mucha clase desde que embistió al capote de Alejandro Talavante. Pero junto a esta clase, era muy visible también el poco fondo y la escasa raza del toro. Había que hacer todo con mucho mimo para que el toro pudiera llegar hasta el final de la lidia conservando la calidad en la embestida. La lidia fue totalmente precisa. Se le picó lo justo, los capotazos fueron pocos y exactos. Fue garbosamente banderilleado por Juan José Trujillo, bien acompañado por Julio López. Y por último, el toro fue muy bien toreado por Talavante. El secreto de la faena estuvo en la ausencia de probaturas. Si el matador le hubiera dado veinte muletazos de prueba, tal y como se hace ahora con harta frecuencia, el toro se habría acabado. Pero si el toro está bien lidiado, y este era el caso, tiene que estar visto de sobra, para ponerse a torear en serio desde el primer muletazo, sin necesidad de probar nada. Talavante citó desde los medios, sin preámbulos de ninguna clase, para dar una primera serie de naturales, a la que siguió una segunda serie de naturales también. Brilló la zurda de oro de Talavante, que tiene una muñeca de goma. Los lleva muy toreados y muy largos, sin necesidad de torcerse ni de enseñar los tirantes. Tampoco fue mala la serie con la derecha. Pero la izquierda de Alejandro es tan soberbia, que su toreo con la diestra parece de arte menor. La faena fue corta. Sabiamente, Alejandro decidió rematar en cuanto vio los primeros signos de agotamiento en la embestida del toro. Por una vez mató bien, con un volapié de lenta ejecución. Y oreja para el extremeño, que por cierto, tiene muy bien cogido el aire a la plaza de Madrid. Con esta oreja, Talavante salvó una tarde detestable.
El sexto era un mulo que no embestía, topaba. Talavante optó por quitárselo de delante con rapidez. Hizo muy bien. Últimamente estamos hartos de esos trasteos deslucidos e interminables, que hacen eternas las corridas. Cuando el toro no tiene posibilidades, hay que abreviar. El público agradece la brevedad cuando el triunfo no es posible, y más cuando hay fútbol.
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