Estrangulado por la bufanda antimadridista
El partido de Champions League disputado el pasado martes en Turín entre la Juventus y el Real Madrid fue la segunda emisión más vista del año con 8.976.000 espectadores y un 45,4% de cuota de pantalla. Habrá quien diga que el éxito de la transmisión se debió al gran despliegue ofrecido por TVE o, incluso, quien afirme que eso es debido a que la Juve tiene muchos hinchas e incontables peñas en nuestro país, aunque yo, sinceramente, me inclino por pensar que todo se debió a la participación en dicho evento del equipo ganador de diez Copas de Europa hasta la fecha. Esta teoría mía, probablemente ingenua, quizás un poco alocada y seguramente poco informada, quedaría más reforzada aún si además tenemos en cuenta el dato de que la emisión más vista del año (9.407.000 espectadores) fue el derbi madrileño de cuartos de final, un partido de fútbol en el que casualmente también pasaba por allí un equipo que suele vestir de blanco.
Para que nos hagamos una idea aproximada de la bicoca que para la televisión, la pública y las otras, supone ofrecer partidos del Real Madrid, daré otro dato más: la segunda emisión más vista de la semana del 4 al 10 de mayo fue el partido de Europa League disputado entre el Sevilla y la Fiorentina con 2.919.000 espectadores, a más de seis millones del Juve-Real, y un 16,8% de cuota de pantalla. Así las cosas y puestos en esta tesitura, uno creería que la televisión (y la radio) pública debería estar obligada a tratar al Real Madrid Club de Fútbol al menos con el mismo respeto que al resto de clubes por un doble motivo muy sencillo: porque, al ser sufragada por todos, la objetividad y pulcritud en los comentarios resulta innegociable y también porque cuidando al Real Madrid, que es garantía segura de espectadores, es probable que la tele fuera vista por más gente y su déficit, que en 2014 fue de cien millones de euros, se viera reducido en años posteriores y, como consecuencia de lo anterior, los españoles no nos viéramos obligados a destinar tanto dinero de nuestros impuestos al sostenimiento de laCorporación de Radio y Televisión Española y pudiéramos dedicar más, por ejemplo, a hospitales o escuelas. Pues no.
En 2012 Paloma del Río, por aquel entonces directora de programas deportivos de TVE, declaró en una entrevista concedida a Jot Down que ella era antimadridista. ¿Pasó algo?... Nada de nada. Hace poco, justo después del 8-0 del Barça ante el Córdoba, oí perplejo cómo alguien comentaba en Radio Nacional que el equipo de Luis Enrique le ponía un broche a la Liga y que Messi miraba por el retrovisor a Cristiano. Risas. Y, aunque yo no pude verlo, me aseguran que en la previa del Juve-Real Madrid el actor Javier Gutiérrez, ganador de la Concha de Plata por la isla mínima y participante en la serie Águila Roja, comentó sobre el once titular elegido por Allegri, el rival del equipo español, que él prefería que saliera al campo Fernando Llorente porque siempre le marcaba al Real Madrid. Más risas. Cuando se me ocurre denunciar cosas semejantes a estas me dicen que eso no importa, que el debate sobre las transmisiones de los medios públicos no interesa o que pertenezco a la caverna mediática y debería quitarme la bufanda. Debe ser que la bufanda antimadridista es más rentable y más calentita en los tiempos que corren. Puede que resulte realmente inevitable que utilicen mi dinero para insultarme. A lo mejor tengo que soportar en silencio que me estrangulen con su bufanda.
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