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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 13 de mayo de 2015

5ª de San Isidro en Madrid. Una infumable gayumbada salvo el único que dio juego para el frustrado triunfo de Juan del Álamo por culpa de los reventadores. / por J.A. del Moral




"...626 kilos pesó el primer toro. Una pasada por no decir pesada. Estos elefantes son antitaurinos por naturaleza. Esto no puede ser por muy de moda que esté desde hace muchos años..."


Una infumable gayumbada salvo el único que dio juego para el frustrado triunfo de Juan del Álamo por culpa de los reventadores

Madrid. Plaza de las Ventas. Lunes 12 de mayo de 2015. Quinta de feria. Tarde muy calurosa con los dos tercios escasos de entrada.

Seis toros de Pedraza de Yeltes, sobrepesados y, salvo el tercero que fue único entipado, fatales. El primero fue un zambombo de cortas arrancadas y con guasa. Otra mierda el segundo. Un buen toro aunque a menos el tercero de mejores hechuras a sus hermanos anteriores. Un marrajo con poder en varas el cuarto. Imposible por parado el que hizo de quinto por alterarse el turno. Imposible el último.  

Javier Castaño (nazareno y oro): Pinchazo, estocada y dos descabellos, silencio. Estocada casi entera ladeada muy trasera y cinco intentos calamitosos con el descabello, aviso y pitos.
Paco Ureña (marino y oro): Estocada caída perdiendo la muleta, silencio. media estocada, silencio.
Juan del Álamo (blanco y plata): Estocada algo caída, petición insuficiente y ovación con injustos pitos al amagar vuelta. Estocada, silencio.

Siguiendo con la absurda negativa del palco presidencial a conceder anteayer la que debería haber sido una primera oreja para Gonzalo Caballero y lo que tal robo provocó que extremara el valor hasta lo indecible con su segundo novillo – por cierto la novillada fue una corrida de toros de mayor volumen, peso y trapío que las que mataban las figuras en Madrid en los años 50 y 60 – creo necesario comentar que estas injusticias que tantas veces se cometen durante la lidia, sobre todo en esta plaza de Las Ventas, demasiado cruel con bastante frecuencia, pueden traer muy graves consecuencias cuando el perjudicado tiene un sentido del honor y de la profesionalidad en muy alto grado. ¿Qué habría pensado el injustamente cicatero presidente si Caballero hubiera sido gravemente herido y hasta muerto? Pues que, si le hubiera quedado un solo gramo de vergüenza, habría presentado su dimisión inmediatamente. Pero hay más. ¿Qué habrían hecho los bochornosamente agresivos del tendido 7 y aledaños, al fin y al cabo los más responsables de la cobardía presidencial?

Debería incluirse en el artículo del reglamento la prohibición de alterar gravemente el respeto a los toreros mientras están toreando. Es algo inadmisible. Pero como en la llamada primera plaza del mundo es habitual cuando torean los mejores, ya se ha hecho ley el dislate por pura costumbre. Ayer mismo, los gritones importunaron mucho tanto a Gonzalo Caballero como a Fernando Rey, que fueron los que mejor estuvieron, y se callaron, no dijeron ni pio contra el tercer espada, infinitamente peor torero que sus compañeros.

Ayer se celebró el quinto festejo de esta feria – nos quedan 26 – y actuaron pos segunda vez, quizá demasiado pronto, Paco Ureña y Juan del Álamo. Otra oportunidad, pues, para ambos. Abrió la tarde el salmantino Javier Castaño y esta vez no en compañía de la famosa cuadrilla ya deshecha que tantas veces obtuvo más parabienes que el matador y bien que lo pagó Juan las tardes en la que los toros fueron agotados en varas y en banderillas, llegaron imposibles a la muleta y Castaño fue quien pagó los platos brillantemente rotos. Aquello tuvo éxito en conjunto, pero el jefe de la cuadrilla siempre salió y sigue saliendo malamente en casi todas las ocasiones. Castaño es buen torero y la obligación de las cuadrillas, por mucho que se luzcan, es hacer todo en beneficio de quien les manda. ¿O no? La tarde fue infumable salvo lo sucedido con el tercer toro que fue el único que embistió. Pero los del 7 se empeñaron en reventar la en principio buena faena de Juan del Álamo y lo consiguieron. Solo les gusta lo malo. Callaron durante la lidia de los demás toros. Habría que prohibirles la entrada a esta clase de gentuza.

626 kilos pesó el primer toro. Una pasada por no decir pesada. Estos elefantes son antitaurinos por naturaleza. Esto no puede ser por muy de moda que esté desde hace muchos años. Castaño. Andando salió y se fue a tablas de sol para seguir distraído. Manos por delante y suelto del capote de Javier Castaño. Sin fuerza ni ganas de embestir. Tardó en acudir al caballo y apretó mientras le demolían. Salió muy suelto. Costó llevarlo al segundo encuentro. No quería coles hasta que se arrancó y, de inmediato, salió suelto. Ovación tópica al picador Fernando Sánchez. Se quedó muy corto y derrotando arriba en el frustrado quite de Ureña. Un solo palo en el primer par. Bueno el de Fernando Sánchez. Y comprometido el tercero. Esperó mucho el toro. Y se desentendió del primer y del segundo intento muletero de Castaño. Menudo manso. Muy corto en los redondos inconclusos salvo en uno. Distancia para la segunda tanda. Al segundo muletazo, se fue otra vez. Y al dar el siguiente, desarme. Esto es una mierda, señores. El toro se abrió echando la cara arriba en los intentos con la izquierda. Por poco coge al matador en el tercero. Tres y el de pecho medio decentes otra vez a derechas. Otra vez con la izquierda con parecidos resultados a los anteriores. Amago de cogida y de pecho ¿Para qué seguir? Para lo mismo. Y la gente, contenta, o pacifica como los esta vez silentes del 7. Pinchazo saliendo desarmado y perseguido. Y estocada. Menos mal. Dos descabellos. Y algunos aplaudieron al toro en el arrastre. Increíble.

639 Kilos el cuarto. Negro. Aunque metió la cara, lo hizo echando las manos por delante y con corto recorrido. Y como apretó para dentro, Castaño no pudo confiarse del todo y tuvo que abrirlo en plan brega. Romaneó y derribó en el primer encuentro con el caballo. No pudieron levantarlo y tardaron demasiado en que la suerte corriera a cargo del picador de reserva. Por fin se decidieron. La lidia se paró a la espera que pudieran levantar al caballo derribado. Muy torpes los monosabios, incapaces de levantarlo. En esas, el toro se fue solo al caballo de reserva y tomó un tercer puyazo. ¡Por fin lo consiguieron¡ Cambio de tercio a banderillas. Buen par de Ángel Otero. Otro aún mejor de Fernando Sánchez. Y un estupendo tercero de Otero. Gran ovación a los dos. Y ahora, ¿qué? Pues que el animal apretó mucho para dentro, y que poco faltó para que Castaño fuera cogido al empezar la faena en tablas. Una vez abierto al tercio, el animal medio fue sin humillar y quedándose cortísimo. Solo se dejó robar medios pases Estaba visto. El esfuerzo de Castaño resultó baldío. Y, encima, fue pitado antes de entrar a matar. Lo consiguió de estocada trasera ladeada y descabellos,

574 el segundo, ¿Solo? Vamos a ver qué le hace Paco Ureña. Fue otro galafate. Muy suelto. A la carrera. No hubo manera de pararlo ni de fijarlo. Cumplió en el primer puyazo, le dieron estopa y salió perdiendo las manos. Y casi lo mismo en el segundo. Quite deslucido de Juan del Álamo salvo en la buena media de remate. Se banderilleó correctamente en los dos primeros pares y mal en el tercero. Brindis por la tele. Tres por bajo diestros y pérdida de manos del animal. Sitio para los redondos. El toro se fue del primero. Se fue también de los demás… Pero esto, ¿qué es? Tememos que sea como empezó. Una mansada de gayumbos. Los buenos propósitos de Ureña le acarrearon una tremenda cogida y un palizón al intentar dar un natural. Por poco le vuelve a coger al insistir. Además de una temeridad, fue una ridiculez jugarse la vida con este bicharraco para carnicería barata. Otra cogida más sufrió. Y más con la derecha. Sería para compensar a la gente y a sus apoderados del gran toro que se le escapó hace pocos días. El extraordinario de Fuente Ymbro. Actitud desesperada y desesperante además de inútil. Estocada caída perdiendo la muleta.

Tras ser atendido en la enfermería de las leves heridas sufridas, salió para lidiar su segundo toro en sexto lugar. 597 kilos pesó. Negro. Ovación al torero al aparecer en el ruedo. Muy huidizo el toro. Otro galafate como casi todos. Nada con el capote sino perseguirlo. Le dieron media estopa en el primer puyazo. Y salió suelto raudo en el segundo. Habilidosos los peones en banderillas. El toro perdió las manos en el primer pase por bajo. Y, aunque flaqueando mucho, se dejó por el lado derecho. Ureña lo toreó con facilidad aunque sin decir nada hasta que repuso el animal se enredó. Mucha voluntad del torero sin posibilidad de estar a gusto. También repuso el toro por el lado izquierdo y hubo que perder pasos. En vista de los cual, Ureña recurrió a las cercanías logrando dar medios pases hasta que se volvió a enredar. Esta vez el público le apoyó. Y eso animó al torero a seguir. Momento en que se cansó la gente y le avisaron con pitos que  terminara de una vez. Pero insistió ya sin razón alguna y volvió a ser cogido. Menos mal que pudo matar al toro. Fue un suplicio.

Juan del Álamo encaró al que hizo de tercero. Colorao y muy montado con mejores hechuras que los anteriores y mejor embestir. Bien con el capote en el recibo el salmantino. Cumplió en el caballo en el primer encuentro. Buenas verónicas y media de Juan en su quite. Repitió buen puyazo en el segundo. Bien los peones en palos. Brindó Juan al público. La empezó con ayudados por alto, por bajo y por trincheras de bonito trazo. Y excelentemente por redondos bien ligados la siguió. Dos rondas ligadas a los de pecho. Al natural superiormente aunque menos intensa con cambio y pectoral. Más completa la segunda tanda. Y los del 7 chillando como cada vez que alguien está bien para evitar la oreja. Reacción del resto de la plaza a favor. Terminó con un ayudado por bajo, otro por alto y el de pecho zurdo con el toro ya casi agotado. Y estocada algo caída. Murga del 7 con palmas de tango para que la gente no pida la oreja. Esto es de puro y duro masoquismo. Lo consiguieron. La petición fue insuficiente.

Por haber entrado en la enfermería y esperar a ser atendido Paco Ureña, se cambió el turno y Juan del Álamo mató el suyo sexto en quinto lugar. 686 kilos sobre los lomos. ¡Toma ya! Salió rabioso pero sin fuerza. El recibo fue pura brega. El burel apretó en el primer puyazo que midieron mientras quedaba pegado al peto. Perdió las manos antes de tomar el segundo. Se banderilleó como se pudo. Y como el Juan es buen torero, algún pase sacó en una faena que, dadas las condiciones de su oponente, resultó imposible. Demasiado tiempo estuvo tratando de agradar. Buena estocada.

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