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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 1 de julio de 2015

La micción / por Ignacio Ruiz Quintano


Seka


"...Esta “artista visual” (?) procede del post-porno, pero no es Seka, la Marilyn setentera del género, mitad irlandesa, mitad cherokee, de quien la Bañón no podría haber sido ni jefa de vestuario. Mas la “modernidad líquida” tienen estas cosas..."

La micción 

Abc
Cuando se habla de democracias es que no hay democracia.

Para Syriza la democracia es no pagar, y presumen de rusonianos, pero porque no han leído a Rousseau (como le pasa a Catalá, el ministro de Justicia, que dio un desayuno con la “libertad general” del cursi ginebrino). Tendrían que ver cómo se pone Rousseau con la costumbre de los nobles venecianos de no pagar, de vuelta a su país, las deudas contraídas en el extranjero.

Podemos va más lejos, y para ellos, ahora que manejan dinero, la democracia sería "follar", como indica el nombramiento de Águeda Bañón para dirigir la comunicación municipal en Barcelona.

Esta “artista visual” (?) procede del post-porno, pero no es Seka, la Marilyn setentera del género, mitad irlandesa, mitad cherokee, de quien la Bañón no podría haber sido ni jefa de vestuario. Mas la “modernidad líquida” tienen estas cosas.

“Modernidad líquida” no significa nada, pero la inventó un socialdemócrata polaco, Bauman, que en noviembre vendrá a Burgos para explicarla. Hasta entonces, por “modernidad líquida” entenderemos la performance favorita de la Bañón, versión femenina del macho apagafuegos de Freud, consistente en desprenderse de los uratos allí donde los borrachos vulneran de madrugada las ordenanzas municipales.

Freud cree que el hombre primitivo acostumbraba satisfacer en el fuego un placer infantil, extinguiéndolo con el chorro de su orina cada vez que lo encontraba en su camino. Para Freud, la extinción del fuego por la micción es un acto sexual realizado con un hombre (¡la llama serpentina y enhiesta!), un goce de la potencia masculina en contienda homosexual.

La directora de comunicación del Ayuntamiento de Barcelona hace lo mismo que el hombre primitivo de Freud, sólo que en Murcia y sin llama serpentina y enhiesta. Una micción, pero sin música de Vangelis, la que suena en los cajeros griegos para amenizar las colas del corralito.

Y nos reíamos del Koala, que iba “asé un corrá”.

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