El mundo entero es una enorme plaza de toros, donde el que no torea, embiste.
Ignacio Sánchez Mejías (1934)
RETAZOS TAURINOS (XXXIX)
Eduardo Soto Alvarez
•La Fundación Toro de Lidia, creada en 2015, es una organización sin fines de lucro, para la promoción y defensa de la tauromaquia. Acoge en su seno a toreros, ganaderos, empresarios y aficionados y, entre otras cosas, se ocupa de dar respuesta, coordinada al creciente número de ataques antitaurinos que viene sufriendo el sector en los últimos años.
La Fundación constituye una plataforma de más de 300 federaciones y asociaciones ligadas al mundo del toro. Se apoya en profesionales, grupos de amigos y en un voluntariado de aficionados, quienes están convencidos de que ya no basta solamente con ir a los toros, no van a permitir que se les robe su afición y están dispuestos a defender la tauromaquia de manera organizada, a través de la Fundación.
Entre sus interesantes labores, se encuentran las del Programa Víctor Barrio, que consiste en una serie de actividades para difundir y fomentar la Fiesta Brava entre los más pequeños, las cuales abarcaron el año pasado a más de mil niños, no solo en España sino también en Ecuador.
Ojalá y estos retazos, sirvan para motivar nuestros aficionados a explorar más de cerca los trabajos de la Fundación Toro de Lidia, actualmente presidida por el conocido ganadero Don Victorino Martín García.
•Todos sabemos que la ganadería de Miura, cuando lidia en Madrid, cambia el color de su divisa tradicional al verde y negro. Algunos lo relacionan con la leyenda que rodea a los toros de Zahariche, pero la causa reside en la antigua coincidencia con la divisa verde y roja, que utilizaba en esa plaza el presbítero y ganadero Antero López.
La divisa consiste en cintas de uno o más colores, que sujetas a un arponcillo se clavan en el morrillo del toro poco antes de salir a la plaza. Se empezó a utilizar hacia 1762, para identificar más fácilmente la procedencia del ganado, lo que antes se hacía solamente mediante la señal en la oreja y el hierro marcado a fuego en la piel del animal.
Las diferentes formas de identificar el propietario de la res, tienen sus orígenes en la antigüedad y han venido en constante evolución. Hoy día existe hasta un método para marcar el hierro con la técnica de nitrógeno líquido, el cual por su baja temperatura, puede producir quemaduras.
También este método se usa para congelar pajuelas y establecer bancos de semen, como el de los Domecq, que en Torrestrella comenzaron a guardar pajuelas hace treinta años y ahora están inseminando vacas que producen animales, cuyos padres murieron hace décadas.
•En nuestro Tovar de antaño se usaba la roseta (así llamada por su aspecto y color) que, al igual que la divisa, se clavaba en el lomo del novillo, pero ésta no identificaba la procedencia del ganado, sino que era simplemente para alegrar su salida a la arena. En aquel tiempo, no se lidiaba en el pueblo ganaderías de casta, sino ganado criollo que se conocía por el nombre de su dueño o era de procedencia mezclada. Normalmente, la res no se mataba en el ruedo, salvo en casos excepcionales y había que pagarla, lo cual se hacía mediante colecta en el coso o algún aficionado pudiente cargaba con la cuenta. Pero si la tarde era buena y el público pedía la muerte de un segundo novillo, el costo se duplicaba, pues era más difícil colocar tanta carne en el mercado local y además los peseros decían que a la gente no le gustaba mucho consumir carne toreada.
En aquella época, ciertamente distinta a la de ahora, la bravura se premiaba con la muerte en las arenas de la plaza.
•Lo que acontece en el cotarro taurino local, trae al espíritu la frase de Ignacio Sánchez Mejías, polifacético torero sevillano, caracterizado por sus alardes de valor, quien pereció en 1934, a consecuencia de una cornada cuando comenzaba su faena de muleta sentado en el estribo: El mundo entero es una enorme plaza de toros, donde el que no torea, embiste.
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