Juan Mora ha creado una obra magistral, con un punto de divertida locura pero llena de una torería deslumbrante. Tras dejar detalles con el capote en el recibo al Garcigrande no quedó satisfecho.Tras el caballo y las banderillas decidió que no se iba a quedar con las ganas y recetó un quite que hizo rugir al coso.
Locura de un genial Juan Mora ante un De Justo al que no se le ve el techo
POR JAIME · 26 MARZO, 2018
El festival taurino de Coria ha dejado momentos de imborrable recuerdo sobre la base de dos toreros; un genio que se ha dedicado a crear una faena de bendita locura y un torero de enorme clase que sigue dando pasos hasta dónde nadie empieza a ser capaz de adivinar.
Juan Mora ha creado una obra magistral, con un punto de divertida locura pero llena de una torería deslumbrante. Tras dejar detalles con el capote en el recibo al Garcigrande no quedó satisfecho.
Tras el caballo y las banderillas decidió que no se iba a quedar con las ganas y recetó un quite que hizo rugir al coso.
Satisfecho, divertido, se fue a las tablas a por la muleta.
Con la facilidad de los genios se puso a crear una faena imprevisible, TORERA. Muletazos en redondo eternos, naturales encajados, su toreo erguido y unos remates que no tuvieron fin.
Una delicia que el maestro vivió divertido, casi travieso, encadilando al respetable y bajo los olés de admiración de sus compañeros.
La espada no acompañó para sumar despojos pero la genialidad quedó en una obra imborrable.
Un listón altísimo en una clamorosa vuelta al ruedo y una ovación al Garcigrande por permitir colaborar a la genialidad del placentino. Tras eso, solo decir que Antequera tiene mucha suerte.
Esa faena condicionó mucho la tarde y tuvimos que esperar dos toros para que un espada se decidiera a dar réplica a tal obra. Emilio de Justo salió a enseñar que en él hay un torero para cotas altísimas y hoy lo demostró ante un animal tan feo como complicado.
Desde el recibo de capote dejó claro que se iba a jugar la vida y la emoción del recibo dejó paso a sus grandes chicuelinas. La plaza rugió.
Decidido llamó a Juan Mora al ruedo para un brindis de admiración y mucho respeto. No fueron palabras vacías, fue un despliegue a todo o nada. No le importó que fuera un festival, se la jugó sin cuentos. En el sitio, encajado, fue haciendo al peligroso Garcigrande ante un coso en silencio que veía el peligro.
Cada tanda ligada acababa con un rugido mientras el torero se dejaba el alma. La madurez se convirtió en un clamor de admiración que coronó con DOS OREJAS y un brindis más que cumplido.
El tercer punto álgido corrió de la mano de Alejandro Mora. Con la noche casi presente dejó un gran recibo de capa rematado con enorme torería.
La plaza se entregaba al novillero con un novillo malo, complicado que no regaló nada. Una voltereta feísima espoleó al placentino, quién se sacudió con rabia tanta injusticia para soltar un bellísimo quite.
En la muleta se le vio mareado pero con la entrega total y el peligro latente. Se sobrepuso a todo con firmeza dejando momentos de enorme interés con una entrega que dejó claro que hay torero más allá de tanta injusticia y de tanta lamentable crítica. Lo injusto es que estas condiciones sigan sin debutar con caballos.
El resto del festejo dejó una labor voluntariosa de Leonardo Hernández ante un novillo de El Madroñal que fue a más premiada con DOS OREJAS.
Manuel Escribano desaprovechó un excelente novillo de Garcigrande sobre la base de miles de pases en línea de cuando el toreo se hace comercio. DOS OREJAS.
López Simón dejó momentos del toreo que atesora, momentos de toreo que brilla con su insultante facilidad para las cercanías que gustaron pero que se llevó la espada. OVACIÓN.
TRAS LA ACTUACIÓN DE UN JOVEN VALOR ANTE UNA AÑOJA NOS MARCHAMOS FELICES TRAS HABER VISTO GRANDEZ.
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