Se lo perdieron los que no lo vieron. Antes de que comenzara el festejo, daba pena los tendidos, gradas y andanadas medio vacíos en esta bellísima plaza. Y que me perdonen Román y Ginés Marín quienes pudieron triunfar y hasta salir a hombros de no haber fallado con sus espadas. Que me perdonen, insisto, porque ayer vimos torear a Finito de Córdoba en su mejor versión en sus dos toros y, sobre todo, en el estupendo cuarto de Fuente Ymbro. Ricardo Gallardo también pudo sentirse muy orgulloso de haber visto lidiar una por todo magnífica corrida. Así pues, el final de esta feria fallera de 2019, que por cierto, ha sido una de las mejores de su historia – ¡enhorabuena a Simón Casas! – no pudo tener mejor final. E insisto, salvo a la hora de matar – fallaron más o menos los tres espadas – y cada uno con sus particulares maneras dieron de todo o casi todo de lo que son capaces de dar.
Pero, señores, lo de Finito ayer fue de quitarse el sombrero. Muy especialmente su gran faena al cuarto que, en mi opinión, ha sido la mejor entre las mejores de esta feria triunfal, mediante un toreo con la muleta como para soñarlo y cantarlo en latín. La naturalidad, la elegancia, el sabor, el perfume que lleva dentro Finito estando en vena y ayer lo estuvo y de qué manera fue y seguirá siendo inolvidable y digno de añadir a las mejores labores que hayamos visto en nuestra vida.
Así pues, nuestra más sentida enhorabuena a Finito de Córdoba. Me alegra muchísimo escribir esto porque el año pasado critiqué a Juan Serrano tras cortar dos orejas – una de cada uno de sus toros – en la feria de nuestra Córdoba por haberse traicionado a sí mismo por limitar su actuación a lo que he dado llamar tecnocracia que es cuando se torea más atento a la técnica que al arte. Y Finito se me cabreó como pocas veces me ha sucedido en mi larga vida. Aquella tarde, quien perfumó el coso de Los Califas fue Morante de la Puebla.
Por mi parte, pelillos a la mar….
Cumbre, clase y sabor de Finito de Córdoba en una excelente corrida de Fuente Ymbro
J. A. del Moral
Valencia. Coso de la calle Xátiva. Martes 19 de marzo de 2019. Octava y última de feria.Tarde fría con un tercio largo de entrada.
Seis toros de Fuente Ymbro. Muy bien presentados, con buenas hechuras y de vario juego. El negro listón abrió plaza suelto de salida y enseguida corto de viajes y echando las manos por delante en el capote. Cumplidor en el caballo sin más lucimiento de meter bien la cara en una bonita media de Finito en su breve quite y en el que recetó Román; pronto en palos y muy noble en la muleta por el lado izquierdo y también por el derecho aunque muy rajado al final. Notable en los primeros pasajes, algo distraído en palos y muy enrazado además de bravísimo en la muleta con franquía y fijeza por ambos pitones. Fue premiado con vuelta al ruedo. Castaño el tercero, bravo en varas, blandeó en palos y se distrajo en la muleta sin humillar. Noble en el capote y aliviado en varas el basto cuarto que también fue muy noble con superior clase y temple en la muleta. Alegre y bravo en varas el negro quinto que también fue muy noble en la muleta. Y negro mulato el sexto que manseó por suelto en varas y se defendió en banderillas, mejorando muchísimo en la muleta.
Finito de Córdoba (terciopelo granate y oro): Pinchazo y estocada tendida atravesada, aviso y ovación. Pinchazo y estocada desprendida, oreja muy cara.
Román (corinto y oro): Pinchazo, estocada muy contraria enhebrada y cuatro descabellos, dos avisos y ovación. Cuatro pinchazos y estocada traserísima, dos avisos y ovación.
Gines Marín (añil y oro): Corta caída y estocada, silencio. Gran estocada de perfecta ejecución aunque algo trasera y dos descabellos, petición insuficiente y gran ovación.
Del el peonaje, Iván García destacó sobremanera en la brega y sobre todo en banderillas.
Finito llegó a Valencia a petición de Simón Casas para sustituir al anunciado y todavía convaleciente Emilio de Justo. No fue de chocar que Finito y Simón se abrazaran sentidamente al terminar la por todo clamorosa vuelta al ruedo portando una oreja de su estupendo oponente.
Pienso que ese abrazo se lo habríamos dado a Finito si hubiéramos podido. Como también se lo hubiéramos dado a Ricardo Gallardo por el corridón que trajo a Valencia.
Pero como ya quedó dicho, antes de los clamores finitistas, esta tarde anotó una completa y sensacional actuación de Román frente a sus dos toros – pudo haber cortado tres o cuatro orejas de haber acertado con la espada y por lo que sabemos se debió al más estado de su brazo derecho – con los que se hartó de torear en dos faenas profusas, sabrosas e interminables, supongo que por lo entusiasmado que Román estuvo consigo mismo y también temeroso de que llegaran los momentos de perfilarse para entrar a matar. Este Román torea como es, entusiasta hasta grados inimaginables. No es un torero fino sino grueso y no me refiero a su aspecto físico. El suyo es el toreo de la abundancia, de la alegría y, sobre todo, de la entrega. Ayer en Valencia puso a los espectadores además de paisanos al borde de un ataque de nervios. La gente contempló sus faenas como locos, emborrachados por la borrachera torera de Román.
Solamente falló el tercer toro de esta memorable corrida y le correspondió a Ginés Marín quien apenas pudo sosegarse ni templarse en su primera labor muleteril, llena de enganchones por lo mucho y muy alto que derrotó el toro al final de sus cortos viajes. Pero el sexto fue bastante mejor, parejo en comportamiento al de sus cinco magníficos hermanos y, Ginés, que anda queriendo quitarse los miasmas que le achararon la temporada pasada, fue el que queríamos volver a ver. Me alegra mucho poderlo decir. Ginés ha vuelto a su mejor ser y estar. Lástima que fallara al matar a este sexto toro, lo que le impidió sumarse al clamor que acompañó a Finito de Córdoba abandonaba la plaza.
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