Una bofetada indescifrable
Hace algunos días, en la Cadena Cope, Julen Lopetegui dijo que con él Vinicius habría acabado jugando. El caso es que no lo hizo o lo hizo muy poco, Vinicius fue relegado al filial y un jugador de 18 años que había costado la nada despreciable cantidad de 40 millones de euros ejerció como reclamo de sus competidores, que le frieron a patadas, y de las gradas, que se acordaban de él a cada partido. Es posible que, de haber seguido en el banquillo un par de años más, Vinicius hubiera acabado jugando con Lopetegui, pero lo cierto y verdad es que, mientras estuvo, no lo hizo, no jugó, y no lo hizo porque, en palabras de su ex entrenador, el chico aún se estaba cociendo. Los minutos que no tuvo con Lopetegui, Vinicius los encontró con Solari, que sí contó con él, y el chaval, lejos de estar aún en el horno, demostró que llevaba mucho tiempo en su punto y tiró del carro y ayudó al equipo: ¿Qué habría sido del Real Madrid si, en lugar de dos meses, Vinicius hubiera jugado cinco? Eso es fútbol-ficción, pero probablemente peor no le habría ido.
Solari contó con Vinicius pero, con o sin motivo, desenganchó a futbolistas que habían colaborado decisivamente a los títulos de la segunda etapa más dorada del club, y me refiero a Isco, Marcelo, Bale o Asensio. Contó con uno pero dejó de contar con cuatro y, aunque es cierto que hubo un momento en el que se vieron brotes verdes, al final la cosa acabó como acabó: ¿Qué habría pasado si Solari hubiera sido capaz de recuperar la mejor versión de todos ellos? ¿No quiso? ¿No pudo? ¿No supo? ¿No lo intentó? ¿No lo intentó porque no debió intentarlo? ¿Estaban tan mal físicamente? ¿No lo estaban? ¿Se diseñó para ellos un plan físico especial?... Seguro que Solari tenía sus motivos, seguro, pero la alineación del sábado fue una bofetada de Zidane a su antecesor en el cargo porque alineó desde el inicio a Keylor en lugar de Courtois; a Marcelo, que según algunos estaba 7 kilos por encima de su peso, en sustitución de Reguilón; puso a Marco Asensio y colocó de inicio a Bale, que sólo piensa en el golf, y el Real Madrid ganó por 2-0. Keylor hizo un paradón que evitó el 0-1, Marcelo fue de los mejores y asistió a Bale en el 2-0, Asensio estuvo muy activo, Isco, que anotó el 1-0, también, y Bale marcó el segundo de la tarde. No fue un partido excepcional, no fue un encuentro del que el público del Bernabéu vaya a hablar maravillas dentro de 10 años, pero el Real Madrid ganó con 4 proscritos y Zidane envió el mensaje de que con los suyos, con los que ganaron para él tres Champions seguidas, sí se puede.
Por qué haga esto Zidane es un arcano. Lo es, entre otras cosas, porque cuando se fue en junio esgrimió como principal razón la de que él era incapaz de seguir ganando con estos mismos jugadores; no se sabe si Zidane, que es hombre de club, está tratando de pasear a futbolistas que serán transferibles pero, en cualquiera de los casos, tanto si es porque confía en ellos como si es porque no confía pero los necesita para hacer caja y renovar la plantilla, Zidane, a diferencia de Solari, sí está por la labor de recuperar a la vieja guardia. Claro que, también a diferencia de Solari, Zidane ya no está vivo ni en Champions ni en Copa y en la Liga anda con el respirador asistido; o sea, quiere acabar lo mejor posible pero sabe que el título que puede ganar está casi, casi imposible. Zidane podría haber fingido, podría haber puesto a Reguilón y no a Marcelo teniendo, como tiene, un parón de selecciones, pero no lo hizo. Alineó a Marcelo y Marcelo lo hizo francamente bien, más que nada porque, en forma, Marcelo es el mejor lateral izquierdo del mundo y Reguilón aún no lo es. Pero lo relevante no es marzo ni abril sino julio y agosto y, sobre todo, septiembre, octubre, noviembre... Entonces veremos si los apartados por Solari eran recuperables o no y si, al recuperarlos, Zidane pretendía implicarlos en un nuevo proyecto o venderlos a otro equipo para hacer caja y fichar nuevos jugadores. El sábado ganó Zidane, pero esta Liga de 10 partidos es larga y Solari puede remontar, quién sabe.
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