Vamos a los toros... y allí encontramos que son muchos los que van
Debemos seguir proclamando nuestra afición, sentirnos orgullosos de decir que ‘vamos a los toros’, tanto cuando es la acción directa de ir como cuando es la forma de expresar nuestra afición.
‘VAMOS A LOS TOROS’
Cuando decimos u oímos ‘vamos a los toros’, entendemos que es una frase clásica, pero hoy en día parece que es una frase en desuso. ¿Cabría decir que es una frase del siglo XX y que en el XXI ya casi no se pronuncia?
Lo cierto es que yo la sigo pronunciando, como no puede ser de otro modo, pero la escucho poco o poquísimo. Es más, cuando la digo, la comunico a alguien, se recibe con gesto de extrañeza o indiferencia. Es así y no es posible negarlo.
A salvo de cuando te encuentras en el entorno de la plaza o hablando con amigos taurinos, es verdad que no es nada fácil escucharla en el entorno en el que te mueves. Ya era difícil, cuando a finales del siglo pasado y entre más de cien compañeros, encontrar algún otro que tomara la dirección de la plaza a la salida del trabajo.
Caso distinto es el encontrarse con gente que te diga que va al fútbol. Eso es una realidad que aplasta. Pero más verdad es que lo hacemos en el ejercicio de nuestra libertad y por más que no encontremos fácilmente gente que comparta nuestra afición, es legítimo nuestro gusto por acudir a las plazas de toros.
Una vez conocida nuestra realidad, hemos de defenderla ante tantos que quieren eliminarla. Es nuestra obligación, y también nuestro derecho, en reafirmarnos en nuestra vocación y convicciones.
Esa frontera es la que no podemos permitir que se violente por nada ni por nadie y tampoco, y mucho menos, por políticos cuya obligación sería, y es, representarnos a todos y no solo a los que comparten con ellos sus aficiones.
Si esa frase ‘vamos a los toros’ está en desuso, mucho más está, o se encuentra, la del respeto por la libertad de los demás. Alcanzada la libertad para con los movimientos gays y otras minorías, cómo no va a ser exigible respetar un movimiento de varios siglos como lo es el conjunto de la fiesta brava.
Debemos seguir proclamando nuestra afición, sentirnos orgullosos de decir que ‘vamos a los toros’, tanto cuando es la acción directa de ir como cuando es la forma de expresar nuestra afición. Por supuesto que acudimos al llamado de nuestra cultura y tradiciones, pero cierto es también que lo hacemos en el ejercicio de nuestra libertad de decisión y bajo el amparo de ser una fiesta legalmente reconocida, y protegida, por nuestro ordenamiento jurídico.
Como quiera que una de las grandes ferias de la temporada ha dado comienzo en Valencia, digamos en alto, y con orgullo, nos ‘vamos a los toros’.
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