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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 5 de enero de 2025

A los Reyes Magos Antolín Castro

Majestades: Por favor, lléguense a las plazas de toros y pongan orden

Mis peticiones se pueden resumir en dos: Toro íntegro y Toreo auténtico. Así de sencillo, y es que en la práctica ambas están muy adulteradas.

A los Reyes Magos
Antolín Castro
Opinión y Toros / 05 Enero 2025
Queridos Reyes Magos taurinos: En estas fechas, quiero insistir y escribir mi carta para reiterar mis peticiones.

Repito cada año esta carta o una muy parecida. Es curioso, pero quiero pedirles como regalos algo que debería estar ya en mi poder de aficionado. Pero como pasan los años, y nunca se cumplen mis deseos, es por lo que sigo insistiendo.

Mis peticiones se pueden resumir en dos: Toro íntegro y Toreo auténtico. Así de sencillo, y es que en la práctica ambas están muy adulteradas.

Para que el toro sea íntegro no solo hay que fijarse en los pitones, aunque eso sea muy importante, también habrá que fijarse en su genética, que prime su comportamiento de bravo y no la búsqueda en su selección para que favorezca y colabore con los intereses de los toreros y sus muletas. Toro íntegro también es respeto por cada uno de los encastes, conservando aquellos comportamientos que le son propios a cada uno.

El toreo auténtico no puede ser una petición, tiene que ser una exigencia. No es de recibo que además de contar con esa colaboración ya seleccionada en las ganaderías para que favorezca ese toreo relajado y facilón que practican, utilicen todos los trucos y ventajas para hacer más insustanciales sus faenas.

Aunque todo tiene un punto en común. La integridad del toro y la autenticidad del toreo pasa, inexcusablemente, por la recuperación de la suerte de varas. No vale con decir que la bravura se demuestra en la durabilidad y colaboración con el torero en la muleta, es en el caballo donde se muestra en su máxima expresión la capacidad de bravo que define al toro. Una cosa es pasar a la muleta treinta veces y otra ser ‘castigado’ en el encuentro con el caballo y acudir de nuevo con alegría a recibir más ‘castigo’. Ni parece lo mismo ni es igual.

Ahí, en ese hurtar tan importante suerte, es donde el castigo lo reciben los aficionados y la propia fiesta brava. Hurtando el tercio fundamental se elimina la esencia de donde viene todo. No nació la fiesta, ni el toro, para ser domesticado, más al contrario, la esencia era el poder dominar al toro en la plaza. Ahí radicaba, y radica, el comienzo de todo. Sus fieras embestidas habrían de ser burladas y sometidas por el torero, su matador. Hoy, en su gran mayoría, los toros salen ya con el certificado de defunción entre los dientes, sin que sus criadores les hayan reservado un sitio en su genética para que puedan pelear su espacio en el ruedo de tú a tú con el torero. No conceder ese sitio es un fraude al toro, al aficionado y a la fiesta.

Por eso, mis queridos Reyes Magos, escribo de nuevo, y repito, mi carta para reclamar todo esto que podría decirse que lo pido por primera vez. El toro ha de ser toro con cuantos componentes silvestres y salvajes le corresponden y el toreo bueno ha de serlo sin atajos ni ventajas. Dominar y canalizar las embestidas del toro, transformándolas en arte a través del toreo auténtico, es lo que hace vibrar al aficionado y lo que preservará la Fiesta Brava para las futuras generaciones.

Me consta que es mucho pedir dadas las circunstancias, pero espero que insistiendo y venga insistir cada año, pueda conseguir que los Reyes me hagan caso de una vez.

Foto: eldigitaldealbacete

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