
'..Nunca aceptaré lecciones de humanidad de quien se conmueve más con la muerte de un animal que con los 100.000 abortos que se practican al año en España..'
Morante y los ofendidos
Jorge Sanz Casillas
Confieso que no soy un gran columnista. Que si fuera el heredero natural de Paco Umbral o Alfonso Ussía (por citar solo uno de esta casa, donde están los mejores) ya nos habríamos dado cuenta. Confieso que no aspiro a ser equidistante, que Pedro Sánchez me parece lesivo para este país, y que carezco de una cuadrilla de opinadores amigos que, a fuerza de repetir los unos de los otros que somos geniales, nos permita avanzar en el oficio practicando una especie de formación tortuga.
Por eso no se me caen los anillos por decir que me gustan los toros. Y que me gustan pese a haber ido a la plaza las mismas veces que he leído la biografía de Juan Belmonte de Chaves Nogales (exactamente dos). A cambio, para cubrir esa carencia de toros en directo, llevo años leyendo y cuidando las crónicas de Andrés Amorós en este y otros periódicos como lo que son: pequeñas piezas de literatura.
Me gustó lo que hizo Morante de la Puebla con ese primer toro el miércoles, pese a desconocer el nombre de la mayoría de gestos posibles con una capa. Apenas distingo la verónica, la trincherilla, el pase de pecho. Pero sí reconozco la belleza sobre una arena en la que la mayoría de nosotros saldríamos corriendo haciendo eses, como para ponernos encima creativos con un pedazo de tela.
A los toros los escribieron Lorca y Alberti. Los pintaron Picasso y Goya. Los cantó Joaquín Sabina. Los defendió Calamaro. Quizá por eso todos los intentos por hacerlos desaparecer han fracasado, porque los toros son anteriores a nosotros y, casi con total seguridad, nos sobrevivirán. Llevo años oyendo que la Fiesta vive con tiempo prestado, que está en el añadido de un partido que nunca debió jugarse. Y ahí siguen, llenando un mes seguido Las Ventas como ya querrían para sí numerosos cantantes y artistas de este país.
Conservo en casa un ejemplar del diario ABC de septiembre de 2011 en cuya portada pone «Portazo a la libertad», con motivo de la última corrida celebrada en Barcelona, con José Tomás vestido de luto y oro aplaudiendo al tendido. Han pasado catorce años de aquello y los toros no han perdido el favor de la gente. Más bien al revés. Porque ese fue el primer argumento que se dio: que estaban perdiendo público, como si eso fuera razón suficiente para cancelarlos. Si prohibiésemos cada actividad que no cuenta con un respaldo mayoritario no tendríamos bibliotecas. Es más: no tendríamos cine español, si me apuras. Por eso no acepto que me encasillen entre los bárbaros quienes dicen que los toros son el mal. Nunca aceptaré lecciones de humanidad de una turba faltona y faltosa que se conmueve más con la muerte de un animal que con los 100.000 abortos (y subiendo) que se practican al año en España.
¡Bien dicho Sr. Sanz Casillas! ¡Bien, biennnn! Enhorabuena. Mil gracias.
ResponderEliminar// Atte., Torotino