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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 2 de noviembre de 2025

Tus muertos / por Rafael Nieto


'..Donde antaño se acicalaban niños y mayores para visitar los cementerios, y llevar flores a las tumbas y los nichos, hoy las madres se afanan por preparar a sus retoños con esos disfraces maravillosos de cráneos abiertos y tijeras clavadas en las sienes..'

Tus muertos

Rafael Nieto
Esta tontuna de Halloween que ha invadido, de manera irremisible, todos los espacios públicos (y casi también los privados), sin que haya manera humana de escapar de ella, no solamente da idea de una sociedad cada vez más desnortada y burdamente conquistada por las élites globalistas; también resta visibilidad e importancia a nuestras tradiciones católicas, entre las que las fiestas de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos siempre han servido para unir a las familias en el recuerdo de aquellos seres queridos que ya no están entre nosotros.

Donde antaño se acicalaban niños y mayores para visitar los cementerios, y llevar flores a las tumbas y los nichos, hoy las madres se afanan por preparar a sus retoños con esos disfraces maravillosos de cráneos abiertos y tijeras clavadas en las sienes. Esa delicia estética de ojos fuera de sus órbitas, riachuelos sanguinolientos cayendo por las frentes, y capas de vampiros con cuernos. El cielo en la tierra. Porque, claro, ir al colegio el día de Halloween sin que el niño sea un adefesio con piernas es un estigma social que ya no se soporta; no sin mis cuernos, mire usted.

La muerte, que antes se vivía con normalidad porque nada es tan cierto como que vamos a morir algún día, hoy es objeto de chanza y de festejo, ya que en un mundo que ha perdido masivamente la fe en la vida eterna, casi nadie quiere tomarse en serio un futuro bajo tierra con las inefables lombrices como única compañía. Se nos intenta hurtar la esperanza del Paraíso (ya incluso es difícil encontrar una homilía dominical donde se hable de ello), y a cambio se nos ofrecen locales de comida rápida «adornados» con telas de araña y con vísceras de plástico. «Disculpe, se me ha quitado el apetito».

Tus muertos no están en el «Thriller» de Michael Jackson, sino en los camposantos; la muerte no es un espectáculo visual a medio camino entre el terror y la risa, sino el tránsito hacia la verdadera vida. Pero pocas cosas tienen hoy más publicidad que los mantras y las modas del globalismo, y mi impresión es que el dueño final del globalismo es el «príncipe de este mundo». El último fin de semana de octubre es un milagro entrar a comerte una hamburguesa y no quedarte tuerto con las patas de una araña colgando del techo; pero no te quejes ni protestes, porque te dirán que eres un rancio: «Estamos celebrando Halloween», te espeta una joven que no ha cumplido los veinte, y que probablemente no haya llevado nunca un ramo de flores a su abuelo.

En los velatorios de los difuntos a los que nos llevaban a los chicos hasta hace un par de décadas constatabas a lo bravo la realidad de la muerte. Allí estaba la señora Antonia, a quien uno había visto durante años acarreando cántaros de agua desde el pilar del pueblo hasta su casa, metida en una caja de pino y con su seriedad no impostada. Sentado al lado, el viudo rezaba el Santo Rosario, alternando gimoteos y algún suspiro. Todas las vecinas lloraban también, pero se consolaban diciendo: «Seguro que la Antonia ya está en el cielo, porque era una santa». La muerte, sí, inevitable y cruel; pero también la vida para siempre, la vida con mayúsculas.

Hoy todavía quedan familias que van juntas al cementerio a poner flores a sus difuntos. Me enternece ver cómo muchas mujeres limpian con cuidado las lápidas de sus padres, o de sus maridos, como si aquellos cuyos restos descansan allí, a unos pocos centímetros, pudieran ver el cariño que ponen en ello. Me gusta que los padres alcen en sus hombros a sus críos, y les expliquen que en su panteón familiar está su abuelo, que peleó toda su vida para que ellos pudiesen vivir mejor. Éstas son nuestra cultura y nuestra fe, las que deberíamos transmitir a los que vienen detrás, si es que los actuales dueños del mundo nos lo permiten.
2 de noviembre de 2025

1 comentario:

  1. Ha, Sancho, por 10 maradies, cantan y chanzan en nuestras sepulturas, okvidan que nacieron de una madre.

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