"...Se notó, y mucho, el segundo año de crisis económica. Y además con menos toreros interesantes o ya muy vistos. Las plazas de primera lo sufrieron menos pero algunas de segunda se han ido abajo...."
-Toro de Partido de Resina-
A menos en 2010
Ricardo Díaz-Manresa
A menos en 2010. Menos festejos, menos espectadores, menos negocio. Se ha notado y mucho. Por todo. Por la crisis económica. Por la crisis de toreros. Por la crisis ambiental. Por la crispación nacional. Todo influye. No hay alegría.
Poquísimos llenos. Se puede contar su número. Incluso con las pocas figuras que tenemos y que se vió en el final de agosto y hasta el término de la temporada. Son tan pocos que, en cuanto Perera tuvo que decir adiós en Bilbao, Manzanares sufrió la lesión de la mano y Castella cortó la temporada muy pronto, las empresas se vieron negras para encontrar sustitutos de categoría. Y muchos días toreó el que estaba más cerca o tenía el día libre.
Ahora hay muy pocos toreros arriba y no digamos en segunda fila. Hace 20 ó 30 años teníamos 15 de primera fila y otros tantos, buenos, detrás de ellos. Una plantilla mucho más atractiva que ahora. Y, encima, para el año que viene no ha surgido ni una novedad que pueda cambiar todo esto.
También se nota una tristeza y un desánimo por la prohibición de Barcelona, por la avalancha de antitaurinos y por el sentimiento animalista absurdo que cala cada día más en mucha gente.
El poco apoyo del público en Barcelona –o es que no hay más- también hizo su mella, en lo que colaboró el alto precio de las entradas. Menos mal que al final las dos salidas a hombros apoteósicas de Morante y Serafín Marín, largas y con la emoción en las calles, insólito en los últimos tiempos, nos dieron un hálito de gran esperanza.
Pero el caso es que en las Fallas, por el frío y algunos carteles, no fue el público que esperaba el encantador de humo Simón Casas. Se notó en Sevilla donde ya sabemos lo que hacen los cuñados, los Balañá de Andalucía. Vimos más claros que en los últimos años en alguna de San Isidro y en la del Aniversario. Bilbao así, así. Y Zaragoza un desastre como el año anterior acorde con las combinaciones lamentables de toros y toreros. Sólo Pamplona, un mundo aparte, salió indemne con éxito total de público, como siempre.
En las cuatro grandes –Fallas, Maestranza, Ventas y Vista Alegre- se notó pero menos. En la mayor parte de las demás, ya lo creo. Hasta tal punto que desertaron en Algeciras los hijos del gran Miguelín; en Córdoba y Granada, el advenedizo Caldas que no sabemos a qué venía y en Alicante otra vez el flautista de Hamelin, solo con su flauta, Casas, al que incluso –y es la primera vez que lo recuerdo- le echaron para atrás una feria de Hogueras (por cierto malita de planificación).
Alicante siempre ha sido buena, Córdoba siempre mala, Algeciras resulta demasiado grande (ya han rectificado bajando el dinero de arrendamiento sustancialmente) y Granada muy defendible sabiéndola llevar. Ahora llega a Cordobita la llana la Casa Chopera, lo que queda y que no es lo que era. Veremos.
Todas estas pifias se dieron por el alto canon de arrendamiento, al que van voluntariamente y sin que nadie les empuje los empresarios suicidamente. Como síntoma es preocupante.
Deberíamos enterarnos de las cuentas verdaderas de los Mateo, Caldas y Casas y saber de verdad qué canon se debería pagar en esas plazas para defender el negocio. Y que nos dijeran, como los bancos ahora, ganancias y rebaja de ganancias, en el gran circuito de los Casas, cuñados Valencia y Pagés, los Taurodelta y la Junta Administrativa del Bocho.
Hay que dar espectáculo verdadero, con espadas atractivos, hacer publicidad, plantearse una política de difusión en los mass media (dificilísima porque desprecian o ignoran el fenómeno taurino), ajustar los precios (la crisis muerde y más se notará en el tercer año consecutivo de angustias económicas, el 2011) y replantearse el negocio metiéndose en la realidad y en el mundo moderno.
Y sobre todo haciendo un esfuerzo para que no se distancie más –lo hace cada día- el toreo de la sociedad masificada. Muchos lo ven como algo desfasado en la sociedad de hoy (locatis, light, sin valores y sin norte, en la que no pegan los héroes sino los chuflas).
Avance Taurino.com
A menos en 2010. Menos festejos, menos espectadores, menos negocio. Se ha notado y mucho. Por todo. Por la crisis económica. Por la crisis de toreros. Por la crisis ambiental. Por la crispación nacional. Todo influye. No hay alegría.
Poquísimos llenos. Se puede contar su número. Incluso con las pocas figuras que tenemos y que se vió en el final de agosto y hasta el término de la temporada. Son tan pocos que, en cuanto Perera tuvo que decir adiós en Bilbao, Manzanares sufrió la lesión de la mano y Castella cortó la temporada muy pronto, las empresas se vieron negras para encontrar sustitutos de categoría. Y muchos días toreó el que estaba más cerca o tenía el día libre.
Ahora hay muy pocos toreros arriba y no digamos en segunda fila. Hace 20 ó 30 años teníamos 15 de primera fila y otros tantos, buenos, detrás de ellos. Una plantilla mucho más atractiva que ahora. Y, encima, para el año que viene no ha surgido ni una novedad que pueda cambiar todo esto.
También se nota una tristeza y un desánimo por la prohibición de Barcelona, por la avalancha de antitaurinos y por el sentimiento animalista absurdo que cala cada día más en mucha gente.
El poco apoyo del público en Barcelona –o es que no hay más- también hizo su mella, en lo que colaboró el alto precio de las entradas. Menos mal que al final las dos salidas a hombros apoteósicas de Morante y Serafín Marín, largas y con la emoción en las calles, insólito en los últimos tiempos, nos dieron un hálito de gran esperanza.
Pero el caso es que en las Fallas, por el frío y algunos carteles, no fue el público que esperaba el encantador de humo Simón Casas. Se notó en Sevilla donde ya sabemos lo que hacen los cuñados, los Balañá de Andalucía. Vimos más claros que en los últimos años en alguna de San Isidro y en la del Aniversario. Bilbao así, así. Y Zaragoza un desastre como el año anterior acorde con las combinaciones lamentables de toros y toreros. Sólo Pamplona, un mundo aparte, salió indemne con éxito total de público, como siempre.
En las cuatro grandes –Fallas, Maestranza, Ventas y Vista Alegre- se notó pero menos. En la mayor parte de las demás, ya lo creo. Hasta tal punto que desertaron en Algeciras los hijos del gran Miguelín; en Córdoba y Granada, el advenedizo Caldas que no sabemos a qué venía y en Alicante otra vez el flautista de Hamelin, solo con su flauta, Casas, al que incluso –y es la primera vez que lo recuerdo- le echaron para atrás una feria de Hogueras (por cierto malita de planificación).
Alicante siempre ha sido buena, Córdoba siempre mala, Algeciras resulta demasiado grande (ya han rectificado bajando el dinero de arrendamiento sustancialmente) y Granada muy defendible sabiéndola llevar. Ahora llega a Cordobita la llana la Casa Chopera, lo que queda y que no es lo que era. Veremos.
Todas estas pifias se dieron por el alto canon de arrendamiento, al que van voluntariamente y sin que nadie les empuje los empresarios suicidamente. Como síntoma es preocupante.
Deberíamos enterarnos de las cuentas verdaderas de los Mateo, Caldas y Casas y saber de verdad qué canon se debería pagar en esas plazas para defender el negocio. Y que nos dijeran, como los bancos ahora, ganancias y rebaja de ganancias, en el gran circuito de los Casas, cuñados Valencia y Pagés, los Taurodelta y la Junta Administrativa del Bocho.
Hay que dar espectáculo verdadero, con espadas atractivos, hacer publicidad, plantearse una política de difusión en los mass media (dificilísima porque desprecian o ignoran el fenómeno taurino), ajustar los precios (la crisis muerde y más se notará en el tercer año consecutivo de angustias económicas, el 2011) y replantearse el negocio metiéndose en la realidad y en el mundo moderno.
Y sobre todo haciendo un esfuerzo para que no se distancie más –lo hace cada día- el toreo de la sociedad masificada. Muchos lo ven como algo desfasado en la sociedad de hoy (locatis, light, sin valores y sin norte, en la que no pegan los héroes sino los chuflas).
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