La última vez que vimos a Eugenio de Mora estaba hecho un mozo
corriendo liebres en los feraces labrantíos toledanos de Barcience
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José Ramón Márquez
Para muchos hoy es un día normal, un catorce de febrero sin más ni más. Para otros hoy es el día de San Valentín, celebrado tan extrañamente por los de Radio 3 con una encuesta en facebook sobre el intercambio de parejas (?). Para El Corte Inglés es otro día sacado de la manga para excitar las compras, que ya hace un mes y medio que se pasó la Nochebuena y hay que recordar a las gentes que el mecanismo que hace funcionar Occidente es el consumo. ¿Y para los aficionados a los toros? Pues para ese subgénero hoy es el día en que cumple sus años Eugenio de Mora, al que las empresas están olvidando a la hora de componer el imprescindible cartel de aires magrebíes, que ya hemos dado la idea desde aquí a las empresas un montón de veces de lo bien que quedaría poner a Mora, a Morante y a De Mora, con toros de Moro Hermanos y que el festejo, además, lo presidiera , Moronta.
Ahora, dentro de unos días van a Vista Alegre Mora y Morante, sin De Mora. Por lo que nos dicen de Sevilla ya sabemos que estará Morante pero no Mora ni De Mora. Sobre esa ausencia, dice el extremeño que con Don Diodoro él no estaría fuera de Sevilla y se ve que el hombre está apesadumbrado porque no cuentan con él y por las ganas que tiene de que le descubran también en Sevilla, lo mismo que le descubrieron en Madrid este otoño pasado y, si acaso, dar allí también la vuelta al ruedo en el Baratillo con el muchacho de la mano, sólo que en este caso vestido con blazier azul, para no desentonar del lujo de los Maestrantes.
O sea que, por lo que vemos en estos inicios de temporada, mucho Morante y algo menos Mora, pero nada de De Mora. Y eso que el año pasado apuntó una cierta recuperación. A lo mejor es que hay que esperar a que tenga cerca de cincuenta años para que le redescubran, y si no que lo diga el otro Mora, el que no va a Sevilla.
Hay un refrán que dice que “el toro de cinco y el torero de veinticinco”. Uno nunca ha estado de acuerdo con ese refrán y siempre ha tenido más predilección por toreros de treinta y cinco o de cuarenta y cinco, y a ser posible con dos buenas cornadas en su cuerpo, que por jovencitos veinteañeros y juveniles. De Mora está ya entre aquellas dos edades y yo creo que con un poco de fe ahora podría comenzar a darnos sus mejores tardes. Sólo tendría que tratar de olvidarse de la opinión dominante y de volver la vista atrás, a cuando empezaba, pero llevando puestas las gafas del conocimiento y del poso de estos treinta y seis años que hoy cumple. Merece la pena hacer el esfuerzo.
Ahora, dentro de unos días van a Vista Alegre Mora y Morante, sin De Mora. Por lo que nos dicen de Sevilla ya sabemos que estará Morante pero no Mora ni De Mora. Sobre esa ausencia, dice el extremeño que con Don Diodoro él no estaría fuera de Sevilla y se ve que el hombre está apesadumbrado porque no cuentan con él y por las ganas que tiene de que le descubran también en Sevilla, lo mismo que le descubrieron en Madrid este otoño pasado y, si acaso, dar allí también la vuelta al ruedo en el Baratillo con el muchacho de la mano, sólo que en este caso vestido con blazier azul, para no desentonar del lujo de los Maestrantes.
O sea que, por lo que vemos en estos inicios de temporada, mucho Morante y algo menos Mora, pero nada de De Mora. Y eso que el año pasado apuntó una cierta recuperación. A lo mejor es que hay que esperar a que tenga cerca de cincuenta años para que le redescubran, y si no que lo diga el otro Mora, el que no va a Sevilla.
Hay un refrán que dice que “el toro de cinco y el torero de veinticinco”. Uno nunca ha estado de acuerdo con ese refrán y siempre ha tenido más predilección por toreros de treinta y cinco o de cuarenta y cinco, y a ser posible con dos buenas cornadas en su cuerpo, que por jovencitos veinteañeros y juveniles. De Mora está ya entre aquellas dos edades y yo creo que con un poco de fe ahora podría comenzar a darnos sus mejores tardes. Sólo tendría que tratar de olvidarse de la opinión dominante y de volver la vista atrás, a cuando empezaba, pero llevando puestas las gafas del conocimiento y del poso de estos treinta y seis años que hoy cumple. Merece la pena hacer el esfuerzo.
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