Julián López "El Juli" en la Monumental de México
El domingo el Juli cortó un rabo en Insurgentes. De Xajay y de regalo. El tercero que lidiaba. La afición se le entregó. El autor de este artículo cuenta lo que ha visto en los vídeos de un día singular.
Día de rabo en la México
Ricardo Díaz-Manresa
He visto varias veces un vídeo del Juli en la México, el día del rabo, y reconozco que no es un documento completo para argumentar una opinión sólida. Pero algunas cosas sí he visto y otras –sobre las que dudo- voy a someterlas a preguntas de los testigos de ese gran día en Insurgentes.
Vi que había mucha gente, dato seguro. Las crónicas hablan de 40.000, por lo que sólo faltaban 10.000 para el gran lleno.
Vi a los espectadores diciendo olés sin parar desde que empezó a torear el Juli con el capote hasta que tumbó a “Guapetón”.
Vi a la gente enloquecida en cuanto cayó el sobrero, de Xajay –que se resistió bastante a hacerlo- convencidos de que acababan de contemplar el acabóse.
Vi al Juli hartarse de torear durante muchísimo tiempo, a no ser que en el vídeo repitieran series. Más que tiempo excesivo, toreó mucho porque hizo una faena muy densa, sin apenas pausas. El no paraba de citar y el toro de embestir.
Vi al de Xajay doblar las manos cuando Julián lo toreaba con el capote.
Vi sólo una entrada al caballo, en la que no le pegaron, en la que el toro reafirmó su fragilidad. Por cierto, protestada por el público desde el principio.
Vi que, en la faena de muleta el toro, tenía tendencia a doblar las manos.
Vi que no humillaba porque, en ese caso, se hubiese caído. (En un remate de media verónica desmayada, al principio, dio con el hocico en la arena).
Vi, por lo tanto, que el técnico Juli, lo toreó a media altura.
Vi a un toro de carril, como se decía antes, que embestía dulcemente cada vez que se lo ordenaban.
Vi que lo hacía como un guirlache, con temple y lentamente (no despaciosamente, palabro infecto de los afectados por la Logse. ¿Qué es eso de la despaciosidad. Vaya palabro cursi).
Vi en los ojos del toro una nobleza pocas veces vista.
Vi que, al tener la espada dentro, siguió mirando con ojos limpios y de infinita nobleza. ¡Vaya ojos de inocente!.
Vi que pedían el indulto para un toro, nobilísimo sí, pero –si es verdad lo que he podido apreciar en el vídeo- poco picado y muy blando, aunque haciendo fama al toro mexicano de que aguanta faenas largas y colabora mucho con el torero. Le da sitio. Y, como en el caso del Niño de la Capea, y tantos otros, lo transforma y mejora.
Vi –y empiezan las dudas que alguien me contestará- si a un toro así se le torea con el pico, para que no se caiga, y no con la panza de la muleta para no obligarle –porque obedecería igual de ciegamente- y podría caerse más.
Vi a la afición -¿siempre se comporta así?- de la México muy generosa y premiando muchísimo. Quizá porque le faltan toreros y necesita mucho a los buenos (ahora tan pocos).
Vi locura colectiva -¿se rinde así ante las grandes figuras?- pidiendo trofeos y lanzando almohadillas en una gran apoteosis final.
Y vi que para los de la México fue un gran día. Enhorabuena.
Avance Taurino.com
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