·...El definitivo destinatario del mensaje de Morante, El Juli, Manzanares, Perera y Talavante era la Maestranza, propietaria de la plaza de toros, a la que interpelan en la espera de que mueva ficha y escoja entre ellos o Canorea..."
La pelota no está en el tejado de la Maestranza
Por Álvaro R. del Moral
¡Más madera¡ ¡Esto es la guerra!
Hace dos semanas decíamos que la brecha entre las empresas y los toreros se había ensanchado. Los tambores de guerra resonaban desde hace mucho tiempo a un lado y otro del inmenso desfiladero y los pajaritos mejor informados venían piando el alzamiento. Eso sí, nadie podía barruntar que se produciría en estos términos a pesar del invierno movido que se profetizaba en estas mismas páginas. Al conocido papelito -o papelón- de los toreros le ha seguido una tímida llamada a la calma de Canorea que ya venía oyendo ruido de estoques desde hace tiempo. En aquella comida del Arenal que algún día estará en el Cossío se comentaron algunas cosas que luego se reservaron. Las piezas encajan ahora. La rebelión de las figuras ya estaba en marcha antes de esa tarde de noviembre.
La Corporación, en el punto de mira.
El definitivo destinatario del mensaje de Morante, El Juli, Manzanares, Perera y Talavante era la Maestranza, propietaria de la plaza de toros, a la que interpelan en la espera de que mueva ficha y escoja entre ellos o Canorea. En ese punto habrían errado el tiro. Los tiempos y los modos de la corporación nobiliaria no tienen nada que ver con la política taurina. Cualquiera que conozca mínimamente la Casa sabrá que, puestos a elegir, escogeran la vigencia jurídica de un enigmático contrato al que aún quedan un buen puñado de años en vigor. El papel de la Real Maestranza podría ser otro, mucho más diplomático y sutil, pero posiblemente más efectivo. Si hay que sentar en la misma mesa a unos y otros, podría ser bajo el paraguas de los maestrantes, por mucho que ahora se ponga en el punto de mira el traido y llevado piso de plaza que se abona en concepto de arrendamiento. Este Observatorio conoce al dedillo el destino cultural, asistencial y filantrópico de ese dinero -tan legítimo como el que cobran los cinco magníficos- que pertenece a un acuerdo privado y aceptado entre dos partes que llevan juntas más de ochenta años. Será por algo. Otra cosa es que se quiera rebañar en otras huchas para mantener el estatus amenazado por la caida del abono, el recorte de festejos y la bajada de un presupuesto que, hasta no hace tanto, satisfacía las demandas dinerarias de las primeras figuras. Los Cinco aseguran haber explicado sus razones a la Maestranza pero podrían contárselas también al resto del mundo.
Un momento más que inoportuno.
Pero el caso es que el toreo se encuentra sumido en problemas mucho más graves que esos prescindibles juegos florales de Canorea que tanto han irritado al club de los Cinco y sus heraldos. El espectáculo atraviesa uno de los momentos más delicados de su historia -crisis económica, acoso organizado de los antitaurinos, abolicionismo político- y el personal parece empeñado en mirarse el ombligo invocando un futuro que sólo huele a dinero. Pero ese futuro que unos y otros colocan como estandarte de sus reivindicaciones sólo podría ser feliz si los gallitos de ambos corrales se sientan a hablar en la misma mesa: hablamos de los dueños del cortijo y los que se juegan la vida delante de los toros. Los ganaderos, la mayoría, ya se han acostumbrado a esperar mirando. Los carteles de Sevilla, hoy y ahora, no pueden prescindir de los contados cinco matadores -dejaremos en su limbo a José Tomás- que pueden lucir galón de figura. Pero ojo, el único tirón taquillero estimable corresponde -siempre unidos y con algunos renqueos- a esos tres que todos sabemos. Los demagogos de una y otra cuerda se sentirían a sus anchas en el cemento vacío pero el lógico y definitivo desplome del abono no sería una buena noticia para nadie y supondría un tremendo baldón para los beneficios indirectos que genera la Tauromaquia. No creo que se llenen demasiados restaurantes con esos carteles que ya planean por las redes sociales…
***
Lo que hay en el tejado de la Maestranza sobre todo cuando llega la tarde-noche son los vencejos, que muchos piensan que son golondrinas, aunque a mí me gustaría más que fueran estas últimas por aquello que escuche aquel día sin saber quien lo decía ni de que rincón salía.
ResponderEliminar“Cuando el Gallo toreaba
volaban las golondrinas alrededor de su alma,
ahora que torea Rafael de Paula
son las mismas golondrinas las que vuelven a la plaza”.
Esto decía el periodista Carlos Crivell…
“Tras el comunicado de los cinco toreros, algo desproporcionado si solo es por la rueda de prensa de Sevilla, la empresa Pagés, por medio de Eduardo Canorea ha emitido otra nota en la que intenta que las aguas vuelvan a su cauce. Insiste en los delicados momentos que vive el toreo, pide diálogo a todos y se disculpa con José Tomás por mandarlo a torear al Senegal. Es algo, no mucho, pero algo.
Supone una recogida de velas discreta que puede ser suficiente para que las figuras retiren su declaración de no torear en la Maestranza. O puede que no sea suficiente. Sea como sea, ahora lo deseable es que esas figuras contesten si les parece bastante la nota de Canorea.
Si la decisión de los toreros es por la rueda de prensa, debería ser suficiente para recoger velas y sentarse a buscar lo mejor para este enfermo que es el toreo. Sin embargo, que cinco matadores tan bien tratados en Sevilla pidan la expulsión de Pagés obliga a pensar que hay algo más detrás de todo este embrollo.
A pesar de la declaración de Canorea, mucho me temo que consideren que no es bastante. Su petición a la Maestranza fue tajante: Fuera la empresa. La Maestranza ha maniobrado, pero no va a salir al ruedo con comunicados; tampoco va a expulsar a la empresa Pagés mientras haya contrato en vigor. Así las cosas, se impone una declaración del quinteto sobre si se mantiene en su postura inicial o hay ya margen para encauzar las cosas.
Al margen de todo ello, en la primitiva nota de boicot a la plaza hay dos aspectos que deben analizarse. El de la falta de respeto por los toreros y sus representantes debe quedar ya atenuado con la declaración de Canorea. Sin embargo, ¿Qué significa eso de que hay que expulsar a Pagés para que la plaza recupere su identidad? ¿Tienen autoridad estos jóvenes toreros para hablar de la identidad de la Maestranza?
La identidad de una plaza es la suma de muchos detalles, y lo imprime fundamentalmente su público. ¿Alguien cree que la plaza de Sevilla ha perdido la identidad de siempre? Si la ha perdido, cosa que no creo que haya sucedido, ha sido por la natural consecuencia de un estado de cosas que ahora pintan mal para la tauromaquia. ¿Y en esa identidad clásica no tiene nada que ver la empresa Pagés? ¿Ya no le vale Canorea a Manzanares, cuando ha sido parte esencial en su colocación como figura por sus éxitos en Sevilla? ¿Qué facturas intentan cobrarse ahora otros toreros al cabo del tiempo?
Son muchas cosas en el aire que poco a poco se irán aclarando. Ahora lo que interesa es saber si esta tormenta amaina y se puede anunciar que la Feria de Sevilla de 2014 contará con los mejores toreros del escalafón. Otra cosa sería un desastre para todo el toreo que traerá consecuencias muy negativas. Y no es un buen momento para tirar piedras contra un edificio casi en ruinas”.
Enrique Castillo