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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 18 de febrero de 2016

¿Cuánto tiempo hay que esperar? / Por Rafael Comino Delgado



"...En 2010 el PP recurrió, ante el Tribunal Constitucional, la ley del Parlamento catalán prohibiendo las corridas de toros. Han pasado ya más de cinco años y sus señorías, del mencionado Tribunal, no se han dignado a emitir una sentencia al respecto..."

¿Cuánto tiempo hay que esperar?

Han pasado ya más de cinco años y el Tribunal Constitucional no se ha dignado a emitir una sentencia sobre la ley del Parlamento catalán prohibiendo las corridas de toros. ¡Aquí hay gato encerrado! Algo pasa fuera de lo normal.

En 2010 el PP recurrió, ante el Tribunal Constitucional, la ley del Parlamento catalán prohibiendo las corridas de toros. Han pasado ya más de cinco años y sus señorías, del mencionado Tribunal, no se han dignado a emitir una sentencia al respecto.

Y ello ¿a qué puede deberse? se preguntarán muchas personas de buena voluntad. Pues hombre, puede ser, así a primera vista, a que es muy difícil tal asunto o a que los señores magistrados tienen muchísimo trabajo.

Pero claro, también a primera vista, parece que no sea un tema tan complejo para mentes tan privilegiadas como son los magistrados del Constitucional; realmente deben ser sabios en lo suyo.

¿Y lo del mucho trabajo? Resulta difícil de admitir. Tendrán su trabajo, ¡suponemos!, pero es que son cinco años. Ellos saben mejor que nosotros que, "nada se parece tanto a la injusticia como la Justicia tardía." (Séneca).

En cualquier caso las dos causas argumentadas no resultan admisibles cuando se piensa detenidamente. Y claro ello le lleva a uno, casi sin querer, a pensar que ¡aquí hay gato encerrado! Algo pasa fuera de lo normal. Bueno lo normal para nosotros los ciudadanos normales, que pagamos los impuestos con los que se paga un gran sueldo a sus señorías. Pero a nivel de sus señorías, a lo mejor lo normal es otra cosa. Incluso puede que sus señorías se vean sometidos a presiones políticas en este caso, pero tienen suficiente dignidad y criterio como para rechazarlas, pues de hecho cada día oímos proclamar (a todos, políticos y jueces), la total independencia del poder judicial.

Pues sea lo que sea: ¡Señorías, yo tengo la impresión de que en este asunto o no hay tal independencia o Vds. trabajan poco! ¡Y seguro que lo mismo piensan muchos ciudadanos de España!

Los magistrados no son políticos y no deben atribuirse funciones de políticos, pues cuando la Justicia se politiza, la Política se judicializa, los jueces quieren mandar, los políticos quieren juzgar y la Democracia deja de ser tal.

¡Intenten hacer un esfuerzo y emitan ya su justo veredicto al respecto!

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