El padre dando consejos desde la mismísima barrera
Los padres de los toreros suelen ser gente que algún día soñaron con la grandeza del toreo y que ven reflejadas sus vidas en la continuidad de sus vástagos. La discreción, y un papel totalmente al margen del día a día, habría de ser la mejor medicina para no influir negativamente en la actividad profesional del hijo torero.
Los padres de los toreros
Es evidente que todos los toreros tienen un padre y, también, que casi todos son sus acompañantes por las plazas de toros.
Es curioso pero eso no se da, al menos con tanta frecuencia, en el resto de actividades profesionales. Imaginen un padre acompañando al hijo a su puesto de trabajo en un banco, o en un supermercado, por no decir en una funeraria.
En el mundo del toro es diferente. En este mundillo el padre, generalmente, es como un apéndice del torero, como una lapa que no se separa de él de la mañana a la noche, básicamente si el día es uno donde hay que ir al trabajo, a torear.
Llegan a formar parte de la cuadrilla, uno más en el hotel, en el restaurante y, por supuesto, en el callejón de la plaza. Pero eso, que no es en si nada malo y pertenece al ámbito privado y familiar del torero, puede complicarse cuando el padre no es un miembro pasivo y, por el contrario, se convierte en un miembro activo, participando de todas las decisiones dentro y fuera de la plaza.
Casos los ha habido, y los hay, a montones en la historia del toreo, llegando a solaparse con la labor de apoderamiento. Los hay que participan de forma muy activa en dar consejos desde el callejón o, incluso, en las relaciones de contratación con las empresas que organizan los festejos.
Como quiera que esto es así, también a lo largo de la historia, se han dado situaciones de fricción entre padres y apoderados, o padres y empresas, por ese inusitado interés por hacer de protectores de los derechos e intereses de sus hijos.
Como decíamos antes, nadie imagina ese tipo de situaciones en las otras actividades profesionales, viendo a ese padre decirle al hijo que se siente mejor en la oficina o que corra más en rellenar las estanterías del supermercado. En el mundo del fútbol si se da el caso de padres que hacen el papel de representante del hijo futbolista en las negociaciones de los traspasos, pero no se ha llegado en el mundo profesional a darle instrucciones desde la banda, un papel que corresponde solamente al entrenador.
Soy de los que opina que es un exceso ese papel duplicado que se arrogan algunos padres de toreros, si bien estaría de acuerdo en que asumieran por completo el papel de apoderados y/o representantes de sus hijos si tienen capacidades para ello.
El solapamiento no es bueno para ninguno al darse una situación en la que se mezclan intereses y afectos, que nunca tienen, y no suelen tener, porqué ser coincidentes. Dicen que fue Roberto Domínguez quien mandó al tendido a D. Julián López, padre de El Juli, evitando esa doble representación del torero por los callejones. Hoy todavía existen padres con participación activa en la vida profesional de sus hijos toreros y no solo referida a la etapa protectora, más lógica, cuando son incipientes novilleros.
Los padres de los toreros suelen ser gente que algún día soñaron con la grandeza del toreo y que ven reflejadas sus vidas en la continuidad de sus vástagos. La discreción, y un papel totalmente al margen del día a día, habría de ser la mejor medicina para no influir negativamente en la actividad profesional del hijo torero.
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