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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 17 de mayo de 2022

Esto es horrible, Ancelotti / por Juan Manuel Rodríguez


Así que el único que tiene motivos para estar ciertamente preocupado es Carlo Ancelotti, a quien las cosas le están yendo regular tirando a mal. Sólo ha ganado la Liga y la Supercopa de España y, tras vaticinársele debacles sucesivas ante PSG, Chelsea y City, ahora tiene el marronazo de la final de la Champions. El futuro es preocupante: ¿Dónde colocar a Mbappé, en la izquierda, en la derecha o en el centro? ¿Sacar a Vinicius de la izquierda? ¿Y con Rudiger, qué hacer con Rudiger? ¿Desplazará a Alaba al lateral?

Esto es horrible, Ancelotti

El fútbol, como la política del día después de las elecciones, deja contento a todo el mundo, y eso está bien. Salvo el Real Madrid, que ganó la Liga hace dos semanas con la mayor diferencia de puntos con respecto al segundo que se recuerda desde hace años, todos los de arriba están contentísimos y con ganas de celebrar. El Barça, a Canaletas. A Canaletas, sí, porque ha sido el mejor de la segunda vuelta, ha ganado la mini Liga de cinco, ha conseguido en Getafe un punto de plata según Mundo Deportivo y un brillante subcampeonato según Sport. A Canaletas el Barça porque el equipo estaba noveno cuando llegó Xavi y ahora ha quedado por detrás del primero, que ha sido el Madrid aunque ya nadie lo recuerde, y porque al asegurarse la segunda plaza se meten también en la lucha por la Supercopa de España. Ha sido, en fin, un año sin títulos que ha valido tanto como el famosísimo Sextete. Del resto me lo podía esperar pero de un equipo como el Fútbol Club Barcelona, acostumbrado a ganar, jamás.

El Barça a Canaletas y el Atleti a Neptuno. Sí, sí, a Neptuno. Ayer oí a Enrique Cerezo poniéndole nota a la temporada colchonera: "Notable". El Atleti venía de ganar la Liga, cuestión ésta que sólo cabe calificarse con un sobresaliente: ¿Cómo va a ser de 8,9 una temporada en la que no se ha ganado nada y de entre 9 y 10 una en la que se ha ganado la Liga? No lo entiendo. En la víspera, y como suele hacerlo él, o sea diciendo sin decir, sugiriendo sin sugerir, contando sin contar nada, amagando pero no dando, el Cholo volvió a poner entre interrogaciones su continuidad en el banquillo, pero seguirá, vaya que si seguirá: ¿Dónde va a estar más cómodo que en un club que califica con un 8,9 una temporada que ha acabado en blanco? Y cobrando lo que cobra además. Enrique Cerezo, por cierto, estuvo francamente desafortunado con la Real Sociedad, que no tuvo que hacer ni por asomo el mejor partido de toda su historia para eliminarlo de la Copa del Rey, no hizo falta. El Atlético de Madrid, eso sí, ha ganado su doblete particular, la Liga de meterse por décimo año consecutivo en la Champions y la Champions de negarle el pasillo al Real Madrid para quedar bien con el Frente. Un mérito enorme, sin duda: A Neptuno.

El Barça a Canaletas, el Atleti a Neptuno y el Sevilla a Híspalis, en plena Puerta de Jerez. Ayer acabaron manteando a Lopetegui por acabar cuarto, aunque aún podría ser tercero, y después de un año futbolísticamente horripilante y en el que el equipo ha jugado mal a veces y a veces rematadamente mal, pero escuchas hablar sin embargo a Pepe Castro y te dan ganas de darle la enhorabuena y mantearlo también a él. Escuchas hablar al presidente y te dan ganas de felicitarlo pero escuchas sin embargo a Monchi y te entran unas ganas enormes de dejar de hacerlo. Yo creo que, de tanto repetírselo, Monchi, que no me parece que esté demasiado maltratado por el periodismo deportivo sino más bien todo lo contrario, se ha creído de verdad que es el mago Merlín. El Sevilla ha sido muy protagonista en la Segunda División Europea y eso tiene un mérito enorme y hay que destacarlo pero, y cuando le ha tocado salir a torear en La Maestranza de la Liga o en Las Ventas de la Champions, al ir a matar ha pinchado en hueso. Monchi se trajo a Martial del United, ¡ojo con Martial que la puede romper!; a Delaney, a Rafa Mir (¡fichajazo!), al gran Lamela: cuarto en Liga con opción de ser tercero, eliminado en la fase de grupos de la Champions por el Salzburgo y de la Europa League por el West Ham. A celebrarlo también.

Así que el único que tiene motivos para estar ciertamente preocupado es Carlo Ancelotti, a quien las cosas le están yendo regular tirando a mal. Sólo ha ganado la Liga y la Supercopa de España y, tras vaticinársele debacles sucesivas ante PSG, Chelsea y City, ahora tiene el marronazo de la final de la Champions. El futuro es preocupante: ¿Dónde colocar a Mbappé, en la izquierda, en la derecha o en el centro? ¿Sacar a Vinicius de la izquierda? ¿Y con Rudiger, qué hacer con Rudiger? ¿Desplazará a Alaba al lateral? Xavi sí que es un entrenador de éxito y no Ancelotti, que es un mar de dudas. Carlo sólo ha ganado un par de vulgares títulos pudiendo haber acabado segundo con mejores números que el primero o logrando un brillante subcampeonato por detrás del campeón. Ni Simeone ni Lopetegui han recibido tantas críticas como las que recibió en su día Ancelotti por fingir que se fumaba un puro: ¡qué mal ejemplo para los críos pudiendo ponerles a cambio el vídeo del partido del Metropolitano en el que los jugadores del Atleti no le hicieron el pasillo a los del Madrid! "Esto", pensará Ancelotti, "es horrible, un sinvivir". No hay peor cosa en el fútbol moderno que ganar, es ordinario y no conduce a nada bueno. Conviene perder para así poder celebrar.

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