Al respecto, hemos leído las crónicas, de ahí la curiosidad que teníamos por ver las imágenes que, una vez contempladas, las mismas nos certifican lo que nosotros hemos venido pregonando desde siempre, el fraude al que someten a los públicos provincianos que, sin mayor lectura les dan gato por liebre y, lo que es más triste, para colmo, no se dan por aludidos. En este caso los animalitos eran de Olga Jiménez y los espadas, Morante, Roca Rey y un tal Rufo; mientras abroncaban a Morante por las nulas condiciones de sus animalitos, la pareja de moda salían en hombros por la puerta grande con un cesto de orejas.
Confieso que, pocas veces he sentido tanto rubor ante un espectáculo tan vergonzante como el que se llevó a cabo en la ciudad de Zorrilla. Pero así actúan las figuras del toreo cuando no se trata de plazas emblemáticas como puedan ser Madrid, Pamplona o Bilbao. Por menos delito antes detenían a las gentes; es decir, por robar runa gallina podías pasarte una temporada en el chullo y, ahora, por estafar a las gentes diciéndoles que vas a matar una corrida de toros cuando en realidad apenas son toretes imberbes, para colmo, hasta las dan orejas en tropel como pasó con Roca Rey y Tomás Rufo porque, bien es cierto que, este tipo de animalitos pueden salir al ruedo las dos versiones los que dan bocaditos como le pasó a Morante o los que son como hermanitas de la caridad embistiendo con dulzura empalagosa.
Y eso es lo que siempre le criticaremos a Morante que, en un abrir y cerrar de ojos pase del cielo al infierno; digamos que, el de La puebla es capa de todo, de triunfar ante un toro encastadísimo en Sevilla y, para culminar su desdicha, matar novilletes por los pueblos y ciudades de provincias. Debería de saber Morante como sus adláteres que, por ejemplo, en Valladolid que es la ciudad que citamos, además de ser hijos de Dios, pagaron unas entradas carísimas porque les habían prometido una corrida de toros que, como hemos podido ver, se parecía a cualquier cosa menos a una corrida de toros.
Lo triste de la cuestión es que, revisando por los medios de Internet, apenas nadie ha dicho ni un sola palabra al respecto; eso sí, ha cantado la “gesta y triunfos” de Roca Rey y Rufo, han mentido como bellacos y se han quedado más anchos que largos. Digamos que, la cuestión es mentir o, si se prefiere, faltar a la verdad que suele ser la peor de las ofensas que se le puede hacer al aficionado que pide información fidedigna pero, ¿Qué se puede esperar de unos medios adictos al poder y, a su vez, a los protagonistas del fraude?
Pero, amigos, no nos rasguemos las vestiduras que lo contado ha sido, es y será siempre así, sencillamente porque la dignidad no existe entre el taurinismo y, mucho menos entre los protagonistas de la fiesta, lo toreros que, cada vez que pueden se olvidan de que son matadores de toros se dedican a engañar a los animalitos indefensos que se han traído en la furgoneta para protagonizar el más cruel esperpento.
A mí que me cautivó por completo Morante en Sevilla, a su vez he escrito miles de veces que son ese planteamiento de temporada y con esos “becerrotes” a los que se apunta, puede torear todos los festejos que le vengan en gana porque, pese a que todos los toros tienen peligro, esos animalitos que suele lidiar, aunque lo tengan no lo aparentan por lado alguno.
Y la prueba la tenemos en estos días en Madrid en que han salido al ruedo varias ganaderías legendarias que, incluso han tenido bravura en sus embestidas pero, como carecían de motor, es decir, de trasmisión de cara a los tendidos, sus lidiadores, pese a jugarse la vida y torear muy bien han fracasado con estrépito sin que ellos tengan la más mínima culpa puesto que, como digo, si el toro, de la ganadería que fuere, no aporta trasmisión en sus embestidas en fracaso está asegurado y, si para que los males sean irremediable, sacamos al ruedos animalitos muertos de salido por toriles, como sucedió en Valladolid y en la gran mayoría de las plazas de España, con semejante planteamiento, ¿cómo pretenden que la fiesta de los toros tenga futuro?
En la imagen vemos a El Juli y a Tomás Rufo, la última adquisición que ha hecho el empresariado taurino para que siga la parodia.
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