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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 12 de mayo de 2022

Las Ventas. El Juli, sentimientos y evidencias / por Antolín Castro


Las evidencias no dejan lugar a dudas: con el bueno su techo artístico no permitió mayores cotas y con la dificultad del complicado, su raza y capacidad técnica le permitió alcanzar las cotas de emoción no alcanzadas con el bueno. Eso de ser arte y parte solo lo cumplió a medias, solo la de parte.

El Juli, sentimientos y evidencias

Madrid, 12 Mayo 2022
Digno de análisis lo sucedido en Madrid a El Juli.
Ríos de tinta han corrido, y correrán, con la actuación de Julián López ‘El Juli’ en la tarde de los toros de La Quinta. Hube de seguir viendo la feria por televisión, mientras me recupero de un enorme catarro que me ha tenido demasiado tiempo pegado a tablas. Pero algo puedo decir de un día tan importante en la carrera de Julián.

Lo primero, quiero certificar que sinceramente creo que ha sido su mejor actuación en Las Ventas de toda su trayectoria. Y siendo así, ¿cómo es que no ha habido puerta grande, ni premios mayores, cuando el torero se ha dado un baño total de sentimientos?

Desde luego, para los ‘juligans’ de los comentaristas de la televisión, todo han sido plácemes y terminado el festejo todavía seguían llorando por no haber podido salir en hombros junto al ídolo. Todo se les hacía poco ante la magistral tarde de El Juli.

Yo voy a intentar explicar mi versión. Quizá no sea la mejor ni más acertada, pero seguro que bastante más que la de los citados comentaristas.

Es fundamental dejar claro que hoy Julián no ha tenido la plaza en contra. Los llamados otras veces ‘reventadores’ no pueden ser tachados como los culpables de que no haya alcanzado los objetivos.

Su primer toro ha sido un total colaborador para ascender a los cielos. Con él ha construido una faena técnicamente perfecta en cuanto a limpieza, sin enganchones, pero ha transcurrido ayuna de sentimiento, de cualquier otro compromiso que no fuera administrar el gran temple que le suministraba el toro. Es decir, el 51% o más lo ponía el toro y él con oficio y suficiente facilidad puso el resto.

Llegada la estocada trasera al julipié, el premio pedido por el público -no echemos culpas al palco ni a los reventadores- fue de una oreja. Los comentaristas, no se salva ni uno, se pusieron a llorar desconsoladamente.

En el otro toro la cosa cambió. La raza que nunca se le ha discutido al de Velilla, estuvo más que presente. Se notaba que se encontraba en un día mágico para él. Llevaba razón, nunca esta plaza le había respetado tanto y le dejaba hacer. Ya se había visto en el anterior que con un gran toro y sin protesta alguna solo alcanzó una oreja. Ese fue su techo artístico.

Pero llegó en este el del esfuerzo y poder y ahí la dimensión fue otra. Julián logró atar corto al de La Quinta para, una vez dominado el burel, administrarle dos series de naturales con autoridad y mando. La plaza acompañó su labor. Aquí la espada, con la misma técnica del julipié aunque menos apreciado, no le acompañó, quedando emborronada su labor.

Julián se rompió, lloraba desconsolado, tras más de veinte años de matador afloraban sentimientos en este torero, seguro como estaba de ser su tarde más importante en Madrid y que se había escapado la que hubiera sido una sentida puerta grande.

Las evidencias no dejan lugar a dudas: con el bueno su techo artístico no permitió mayores cotas y con la dificultad del complicado, su raza y capacidad técnica le permitió alcanzar las cotas de emoción no alcanzadas con el bueno. Eso de ser arte y parte solo lo cumplió a medias, solo la de parte.

Si tras tantos paseíllos en Madrid le afloraron los sentimientos como para llegar a llorar desconsoladamente, será porque en las veces anteriores las cosas no transcurrieron por los mismos derroteros. Dicen que todavía siguen llorando los que querían haber salido en hombros con él tras su primera faena. Ya se ve, que estaban muy lejos, ellos sabrán por qué, de lo que piensa el aficionado y el público de Madrid.

Algunos otros, sin embargo, salían pensando que si su primer toro lo hubiera pillado cualquiera de sus compañeros, todos habríamos salido toreando.

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