Convendría, como decía, que todos, y yo el primero, empezásemos a manejar un escenario (que ojalá no se dé) negativo para el Madrid. Y en ese hipotético escenario, que aún no se ha producido, habría que extraer conclusiones. La primera conclusión que habría que extraer es la de que, efectivamente, la palabra dada ya no vale nada y, en el fútbol profesional, aún vale menos. La segunda conclusión sería la de que no se pueden colocar todos los huevos en la misma cesta ni apostarlo todo a una carta, por muy ganadora que creas que ésta sea; de inclinarse finalmente por el no, Kylian Mbappé habría condicionado muy negativamente la planificación deportiva de la próxima temporada. Sí, sí porque todos entendimos que si el Madrid no acometió con firmeza la operación de Haaland fue por el simple hecho de que en el club se pensaba que el día a día y la gestión de ese vestuario sería muy complicada con dos futbolistas así. Si, en el último momento, Mbappé dijera que no, Kylian habría obligado al Madrid a renunciar a Haaland absolutamente por nada.
En ese escenario, que insisto en que ahora mismo es hipotético y de pura especulación, yo creo que lo más justo sería deducir que Mbappé le ha tomado el pelo al Real Madrid y más concretamente a su presidente, Florentino Pérez. Nunca, que yo recuerde, se produjo en la historia de este club un caudal de cariño popular semejante hacia un futbolista, hasta el punto de que su nombre llegó a ser vitoreado cuando el PSG visitó el Bernabéu la última vez. El golpe sería terrible porque casi todos, e insisto que yo el primero, no hemos manejado el no como respuesta, y si no lo hemos manejado es porque hace tiempo que el futbolista dijo sí. Si ahora Mbappé se desdice habrá mentido y su palabra carecerá de valor. Si Mbappé dijera que no, el tren del Real Madrid no debería volver a pasar jamás por su estación. Se acabó. Ni tic, tac ni tic, toc. Nunca más. Si uno quiere cumplir un sueño y puede cumplirlo, lo cumple. Si el sueño consiste en jugar en el Limón Fútbol Club de Costa Rica y se lo puede permitir, lo cumple. Si uno quiere jugar en el Real Madrid, juega en el Real Madrid por mucho que otro equipo te regale una copia exacta del Taj Mahal.
Quiero volver a insistir en que este escenario que llevo pintando desde el comienzo es hipotético y quiero volver a repetir que deseo que no se produzca. Ojalá todo lo que he dicho vaya directamente al archivo de la papelera y la palabra de Mbappé sea oro molido y cumpla su sueño de crío pero, de no ser así, todo habrá sido una inmensa tomadura de pelo. Habremos (habrán) vuelto a despreciar el factor humano. Lo despreciamos (lo despreciaron) cuando creímos que nadie sería capaz de renunciar a 180 millones por diez meses de un jugador. Y ahora habríamos (habrían) vuelto a equivocarnos al pensar ingenuamente que sí es sí cuando resulta que, en ocasiones, es no o, lo que aún es peor, depende. Estoy seguro de que si Mbappé viene será lo que él siempre quiso ser y millonario y, si al final no viene, no será lo que él siempre quiso ser y milmillonario. Al margen de lo que ocurra, que yo creo que ya está escrito en el viento, como en la magnífica película de Douglas Sirk, tendremos que alegrarnos de ser coetáneos de futbolistas como Luka Modric. Él y otros como él suponen el antídoto perfecto para tanta basura como nos rodea. Jugadores como Modric rescatan lo mejor del deporte tradicional y del fútbol de toda la vida. Gente corriente. Ojalá me equivoque y Mbappé cumpla con lo dicho. De ser así, este comentario se autodestruirá en 3, 2, 1...
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