"...El ganadero de Los Maños, José Luis Marcuello, puro Santa Coloma, ha logrado el milagro soñado por cualquier ganadero que se precie, que el toro criado tenga casta y que, para colmo, embista con esa claridad y rotundidad como hicieron los pupilos del ganadero maño. Un éxito sin precedentes...
La casta desborda
Pla Ventura
Toros de Lidia / 11 mayo, 2022
La primera novillada del ciclo isidril nos dio qué pensar al respecto de lo que puede ser un toro encastado, en este caso, unos novillos que, desdichadamente pasaron por encima de los chavales que, ilusionados acudían a Madrid con la esperanza de que ocurriera el milagro que casi nunca suele suceder. Lo que vimos vino a corroborar aquello de que la casta desborda al más pintado y, sin son novilleros incipientes no te lo quiero ni contar.
Me pongo en la piel de estos chavales y me atrevo a pensar como pregunta: ¿Qué pasaría por las mentes de dichos muchachos tras aquel esfuerzo sobrehumano sin premio alguno? Es para ponerse uno a cavilar y al no encontrar respuesta a la pregunta sumirse cualquiera en una profunda depresión porque, insisto, nada que objetar a los novilleros que dieron cuanto tenían pero, como se demostró, todo aquello de lo que eran portadores no sirvió en absoluto para lograr la meta que todos anhelaban.
El ganadero de Los Maños, José Luis Marcuello, puro Santa Coloma, ha logrado el milagro soñado por cualquier ganadero que se precie, que el toro criado tenga casta y que, para colmo, embista con esa claridad y rotundidad como hicieron los pupilos del ganadero maño. Un éxito sin precedentes. Es cierto que, de cara al aficionado, José Luis Marcuello ya es todo un referente, digamos que sus toros son admirados en grado sumo, algo muy distinto es lo que pensarán los toreros puesto que, dicha casta puede desbordar a los más renombrados del escalafón.
Volviendo a la novillada de Madrid, resultó muy triste, muchísimo, que los chavales lo dieran todo, que hicieran un esfuerzo sobrehumano y que nadie reparara en ellos. Tanta casta obnubila al más pintado y los chavales citados no escaparon del citado maleficio. Una pena porque lo que se dice ganas, esfuerzo, dedicación, entrega y actitud, la tuvieran toda. Otra cosa muy distinta fueron los resultados que, para mayor desdicha, Arturo Gilio, ilusionado como andaba toda la tarde, en su segundo enemigo hasta se llevó una cornada grave.
Evita la ocasión y evitarás el peligro, es lo que piensan los toreros de renombre cuando les ofrecen esta ganadería que puede darte el triunfo soñado pero, como te descuides, te baja hasta los infiernos. ¿Solución? La de siempre. Que los maten los desdichados porque los que están arriba eso de la casta les viene muy grande; es decir, se trata de un esfuerzo sobrehumano que, como les sucediera a los chavales en Madrid, puede hasta no tener premio.
Claro que, ante todo, habría que convenir que con este tipo de toros nadie pretende que se les den treinta tandas de muletazos a los toros porque, en honor a la verdad, con diez andan más que sobrados que, a la postre, pueden ser más que suficientes para lograr el éxito que cada cual persigue. Nada que ver con el toreo moderno con el que a diario nos quieren convencer; el toro de Santa Coloma y mucho más en la ganadería citada, nada tiene que ver con la parodia actual del toro aborregado al que se le cortan las orejas a base de insistencia y paciencia, siempre, a sabiendas de que no existe el menor peligro.
José Luis Marcuello, como sus toros demuestran, es otro “loco” más de los que anidan por las dehesas en la búsqueda de ese toro que a él le gusta, el que sabe que puede encumbrar a cualquier torero pero que, a su vez, es sabedor de todo el peligro que ello conlleva. Son pocos los ganaderos que todavía apuestan por la búsqueda de la casta y la bravura a su vez; pocos, pero grandiosos. A su favor, claro está, en su haber tenemos que anotarles la grandeza de lo que supone criar ese tipo de toro que lo matará el más desdichado del escalafón pero que, a su vez, los aficionados tanto lo disfrutarán. Y Marcuello, en esta temporada ya lo ha disfrutado en Madrid, tanto en corrida de toros como en la novillada citada.
Y si de dicho encaste hablamos, todos recordamos a ese toro encastadísimo de Pallarés, el primero que lidió, triunfó y resultó herido Emilio de Justo el domingo de Ramos en Madrid, un toro de altísima nota que vendió cara su vida pero, a su vez, mostró esa nobleza extraordinaria de la que es portadora este encaste santacolomeño. La prueba de su bravura no fue otra que permitió a De Justo cortar una oreja de pura ley y, que vendiera cara su vida lo demostró llevándose por delante al diestro extremeño produciéndole un terrible lesión de la que a Dios gracias, el diestro se está recuperando.
Y si seguimos hablando de casta, la que ayer mostró un toro de Moisés Fraile en Madrid que emocionó a todo el mundo y que permitió que Javier Cortés cortara una oreja de purísima ley que, de haber caído el toro en el acto, hasta es posible que le hubieran dado las dos orejas porque la faena tuvo la vibración que todos anhelábamos.
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