Es cierto que, este reto entre Talavante y Juan Ortega no lo entendía nadie y, tras acabarse el festejo hemos visto que se trataba de una tomadura de pelo. A Juan Ortega, el que defino como un ilusionista, le han salido dos toros muy potables en los que, con un poquito más de esfuerzo hubiera logrado el triunfo que, en esta ocasión, con todo a favor, lo tenía muy sencillo.
Ortega, un ilusionista
Pla Ventura
Toros de Lidia / 13 mayo, 2022
Plaza llena a rebosar hoy en Madrid, todo el público del clavel esperando el milagro ante la reaparición de Talavante que, para la ocasión se trajo una corrida de Jandilla, justamente presentada para Las Ventas, pero con un comportamiento noblote los cuatro primeros toros puesto que, quinto y sexto no tenían opción alguna. La decepción ha sido mayúscula puesto que tanto Talavante como Ortega esperaban, no el toro noble que ha salido, querían el burro estúpido que va y viene sin preguntar nada. Corrida de expectación, decepción al canto, no falla el dicho popular.
El primer enemigo de Talavante tenía una nobleza extraordinaria pero, sin el menor atisbo de casta. ¿Qué pasó? Que así es muy difícil emocionar a nadie. El diestro lo ha intentado sin resultado alguno. Aburrido, falto de ideas y como esperando el toro imberbe, el traje le ha venido grande. Insisto, no era un mal toro porque lo que se dice nobleza la tenía toda. pero si no existe la emoción, apaga y vámonos. En su segundo de Vegahermosa, el otro hierro de la casa, tenía un poco más de picante, pero de sencilla solución por supuesto que sí, la prueba es que tras un inicio de labor anodino, las tres últimas series han tenido su encanto y profundidad. Ha matado a la primera y le han dado una oreja festiva que si la comparamos con otros trofeos logrados, y no quiero nombrar a nadie es para ponernos a llorar. En su tercero y último, como dije, tenía muy pocas opciones, lo ha matado y todos contentos. No pasa nada. Le quedan tres tardes más en Madrid, es figura del toreo y pase lo que pase seguirá toreando lo que le venga en gana.
Es cierto que, este reto entre Talavante y Juan Ortega no lo entendía nadie y, tras acabarse el festejo hemos visto que se trataba de una tomadura de pelo. A Juan Ortega, el que defino como un ilusionista, le han salido dos toros muy potables en los que, con un poquito más de esfuerzo hubiera logrado el triunfo que, en esta ocasión, con todo a favor, lo tenía muy sencillo. Pero el hombre no ha sido capaz. Lo dicho, quería ejercer de ilusionista pero le ha salido el tiro por la culata. Estaba en Madrid y todo el mundo esperaba que toreara y, con esa dignidad tan grande que tiene Madrid, lo han esperado hasta el final sin la menor acritud, pero Ortega ha hecho tres mil probaturas con esos dos primeros enemigos muchísimas opciones pero, en esta ocasión el cuento no ha valido. ¿Qué es un ilusionista? Lo que hizo Juan Ortega el año pasado, hacernos creer que un burro volaba, que todos mirásemos al cielo y, encima que le aplaudiéramos. Queda clarísimo que, tras lo de Sevilla y ahora Madrid, este chico necesita para interpretar ese toreo bello del que es dueño y señor, un burro con cuernos, un animalito santificado que no tenga el menor atisbo de peligro porque, de tenerlo, hoy ha sido el caso, el fracaso está asegurado. Todos los días, matador, no sale por toriles ese torito santificado para que se le hagan diabluras; de vez en cuando, los toros, pese a ser de buena reata, plantean sus problemas que, en el caso de hoy eran solventables. O sea que, no ha lidiado ningún toro barrabás, todo lo contrario.
Como dije el otro día de Pablo Aguado, Ortega lo han instalado en el olimpo de los dioses de la torería por su clase excepcional, eso no lo discute nadie, pero igual que le han aupado en un momento dado lo dejan caer, castillos más grandes se han derrumbado. Respecto a hoy, otra cosa muy distinta hubiera sido que sus tres ejemplares hubieran salido como el último, entonces si estaría perdonado, no por nosotros, pero si por lo que pagan que son los taurinos. Lo digo porque quisiera ver la carita de Roberto Piles cuando vaya a cobrarle al amo y éste le refriegue por la cara que no ha habido éxito.
Ortega debe de aplicarse el cuento, hacer un gran esfuerzo, dominar la técnica que mucha falta hace cuando se está frente a un toro y ahora que había recobrado el sitio con la espada, resulta que se arruga ante le menor dificultad. Como siempre digo, si triunfando es casi imposible ser toreo, ve dejándote toros en el camino y hallarás la respuesta a todos tus males. Cientos de casos podría nombrar al respecto.
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