la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 17 de junio de 2013

Colofón a la Campaña Antitaurina de la Comunidad de Madrid. Cómpreme usté este natural, pa' lucirlo en el ojal / Por José Ramón Márquez


La sonrisa vertical de Belmez


José Ramón Márquez

¡Un natural! ¡Un triste natural! Dos horas y pico sentados en la piedra recalentada, rodeados de la ONU, que ni sabíamos en qué idiomas hablaban los que estaban alrededor, dos horas y pico echando la tarde en Las Ventas y, a la salida, echando cuentas nos sale un natural a cambio de los nueve euros de la entrada, del uno con veinte de la almohadilla, del tiempo que empleamos y del calor que se pasó; a cambio de todo eso nos llevamos a casa la cosecha de un natural, de un solo natural. 

Y entre tanto vimos cómo se iban despoblando los tendidos de todos esos visitantes ocasionales que van un día a los toros y que, posiblemente, jamás volverán; vimos cómo se pegaban unos en los bajos del 9; vimos cómo se estrenaba un Presidente regalando una deplorable orejilla; vimos que en la grada del 6 había siete personas; vimos vacío el nido de Abella, conocido urbi et orbe como Abeya, que no decimos que no estuviera, pero que no le vimos en su nido cuando miramos hacia allí; menos toreo, vimos de todo, la verdad sea dicha. Vimos incluso un conato de corrida concurso de ganaderías, puesto que los titulares de Los Recitales fueron remendados con dos del Conde de la Maza y luego, a causa de sendas pañoladas verdes del nuevo usía, dos de Carriquiri. Por cierto, que el primero de los Carriquiri, que salió a remendar al quinto, fue el famoso Ringo-Llano, número 12, animal con el que nos habíamos encariñado por la cantidad de tiempo que llevaba en el corredor de la muerte, concretamente desde el día 13 de mayo cuando se anunció como sobrero en la de La Palmosilla; y Ringo-Llano salió hoy a la arena de Las Ventas con 571 kilos, que son exactamente los mismos que tenía el primer día que se anunció. Se conoce que han debido variar la dieta vigilando para que no haya merma y no ocurra como le pasó al Vieiro de Aurelio Hernando, que se dejó veinte quilos en los corrales y salió con bastante mala leche para que lo torease, precisamente, Rubén Pinar.

Los cuatro que salieron del hierro titular estuvieron bien presentados, la verdad. Algo descolgados, y serios de cabezas, no dijeron mucho en el caballo. Del Conde sólo se lidió uno, Garduñerito, número 26, que fue protestado de salida. Era un toro muy alto de aspecto antiguo que se empleó en una tremenda vara, se dejó pegar en la segunda, acosó a los peones a la salida de los pares, miró mucho a su matador y, en un momento dado, a mitad de la faena se echó, con cara de padecer un enorme aburrimiento. Los dos carriquiris, muy en Núñez, fueron los que más se dejaron dar pases y el que hizo sexto, Flamenco, número 30, recibió un par de lanzazos traseros en su pobre espalda que le debieron dejar baldado. 

Se anunciaron Fernando Cruz, que ni pudo estar en Resurrección porque la suspendieron por lluvia, ni en la Feria porque presentó un parte de enfermedad; Rubén Pinar, que estuvo en Feria con la de los Samuel Flores, y Juan del Álamo que en Feria estuvo con la de Fermín Bohorquez que me perdí por irme a Talavera.

El natural del que hablábamos al principio lo dio precisamente Fernando Cruz a su primero. Brindó el toro al Doctor Padrós, recuerdo de la tremenda cornada del Gavira el pasado agosto, y luego se lió a ver si le salían las cosas, que no salían mucho, entre carreritas, descoloque, perder pasos, más carreritas, nueva vuelta a empezar, más perder pasos, uno por alto, otro que casi y de pronto en uno hacia los adentros entre el 9 y el 10 nació el natural que da justificación taurómaca a la tarde. En el segundo, el del Conde, no se confió mucho porque el toro debía ser impresionante visto de cerca por su envergadura y por lo incómodo que resultaba el percibir que el animal se enteraba de las cosas. Se lo quitó de enmedio con un pinchazo y una estocada caída.

Rubén Pinar sacó hoy su faceta más julianesca. Es lo que le enseñaron y es lo que le sale. Debería replantearse el modelo que maneja, porque ya se ha demostrado incluso con gráficas que las julianeces son muy malas para la espalda y para la columna, por los encorvamientos a que el torero se ve sometido. Hoy se sobró a base de alcayateos y demás parafernalia cansina. Hablábamos antes del toro Vieiro, un toro difícil y violento que le tocó de sobrero en San Isidro y ante el que estuvo firme, sin arredrarse y planteando un serio trasteo en el que trató de quedarse y de no perder pasos más que cuando las circunstancias lo requerían, con gran firmeza y verdad. Ésa es la mejor imagen de Rubén Pinar, junto a la que dio aquella tarde del año pasado con la tremenda corrida de Guardiola en que Fundi se dejó un toro vivo. Hoy volvió a su infancia, esa patria de oropel julianesco y, como tal, pasó sin pena ni gloria. Mató de pena.

De Juan del Álamo, que es de Ciudad Rodrigo y se llama en realidad Jonathan Sánchez Peix, diremos que hoy abundó profusamente en los caminos de la tosquedad, de la vulgaridad y de la fealdad. No se puede torear más feo, más vulgar y con menos gracia que lo que este muchacho hizo hoy en Las Ventas. Antes, cuando había novilleros, te ibas a las fiestas de Becerril y allí te encontrabas a uno que toreaba como Juan del Álamo hoy. Sabías que a ése nunca le llegarías a ver en Madrid. Pues Juan del Álamo hizo en Madrid dos «faenas» propias de Becerril de la Sierra y en la segunda, entre que el toro le atropelló dos veces, entre que el animal se movía con bastante más clase que su matador y que le mató de pinchazo y bajonazo trasero y tendido, las buenas gentes demandaron generosamente para él el galardón orejil que el nuevo Presidente concedió con munificencia. Si Manolo for ex-President se lo dio al Adame, a ver por qué Justo Polo no iba a hacer la misma justicia con Del Álamo. Ni reforma ni ruptura, que no estamos para ruidos.

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