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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 25 de junio de 2013

VIVAS A BELMONTE / Por Ignacio Ruiz Quintano



"...inqué de rodillas delante de mi enemigo y le dije “cógeme, cógeme”. Y el toro, simplemente, me cogió; me levanté, le di una estocada, lo maté y sobrevino la excitación del público..."

VIVAS A BELMONTE

Ignacio Ruiz Quintano
Me abrieron de nuevo las puertas de la Maestranza, en la que, ya con picadores y en unión de Larita y de Curro Posada, salí a matar novillos del duque de Tovar, el día 21 de julio de 1912. El último novillo era negro, reluciente, largo y astifino; cuando llegó la hora de matar, cogí la muleta y confirme que el bicho embestía agresivamente, que arrancaba largo y se revolvía nervioso. Yo no estaba acostumbrado al ganado de casta, sino a los moruchos grandes pero me dije “éste es mi toro, éste es el enemigo que quiero” y me entregué y lo hice de tal manera, que ya no sabiendo qué hacer dentro de la faena, en la que había prescindido de todo lo que no fuera el toreo mismo en el que estaba ensimismado, me hinqué de rodillas delante de mi enemigo y le dije “cógeme, cógeme”. Y el toro, simplemente, me cogió; me levanté, le di una estocada, lo maté y sobrevino la excitación del público; los muchachos me levantaron a hombros y, como he contado en otras ocasiones, al salir para la puerta del Príncipe, vi a un hombre viejo que lloraba; yo, también estaba medio llorando; me llevaron a Triana, y al llegar a casa, vi que, efectivamente, el toro me había hecho caso y me había dado una cornada, y yo, roto por la emoción y extenuado por la sangre perdida, oía en el valle los vivas a Belmonte.

TOREO EN TRIANA, 1958 / JUAN BELMONTE
LAS TAURINAS DE ABC
EDICIONES LUCA DE TENA, 2006
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