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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 15 de junio de 2013

Las tropas se reorganizan / Por Álvaro R. del Moral


Fotografía La Loma

"...A pesar de todo, la Villa y Corte ha seguido funcionando como inmensa criba del escalafón de la torería andante aunque su repercusión inmediata perdió hace mucho la enorme trascendencia de otro tiempo. El verdadero papel de los toreros y su auténtica cotización profesional ha variado poco, muy poco, después de la isidrada..."

Las tropas se reorganizan

Por Álvaro R. del Moral

El paisaje después de la larga batalla. 
La feria de San Isidro y ese absurdo apéndice llamado del Arte y la Cultura que la prolonga hasta el disparate han sumado un largo mes de toros que abren la puerta a la gran temporada a la vez que amarillean los campos y se resientes los bolsillos de los españolitos que, a pesar de todo, quieren seguir yendo a los toros cuando la oferta merece la pena. Mientras tanto, los empresarios de Madrid andan encantados de la vida y contando a todos los que quieren escucharlo que todo ha ido de mil maravillas aunque el resumen de lo acontecido en el inmenso coso venteño merece un análisis más detenido que vaya más allá de las cuentas de los Choperitas y sus socios. Dicen que esperaban un descenso más acusado del público pero muy pocos recuerdan tantos y tantos claros en los tendidos en un aburrido serial que, a pesar de todo, sigue siendo un tremendo negocio. Seguimos exprimiendo la vaca pero, más allá del desorbitado pliego madrileño, el escenario capitalino podría ser un espejo en el mirarse por su trascendencia mediática. Pero eso se llamaría altura de miras y está reñida con el toreo.

Expectativas de cara al verano. 
A pesar de todo, la Villa y Corte ha seguido funcionando como inmensa criba del escalafón de la torería andante aunque su repercusión inmediata perdió hace mucho la enorme trascendencia de otro tiempo. El verdadero papel de los toreros y su auténtica cotización profesional ha variado poco, muy poco, después de la isidrada. El favor del gran público en la taquilla, que es la que manda, sólo sigue siendo acompañando sin fisuras a Morante de la Puebla, José María Manzanares -con o sin la indisimulada campaña en contra que está sufriendo- y El Juli. En cualquier caso, la voluntaria ausencia de la plaza de Las Ventas del madrileño le ha sacado brevemente de una primera línea que retomará, sí o sí, a la vez que se sucedan las ferias de las primeras cosechas, desde San Juan a la explosión pamplonica, que afrontará reincidiendo. Dejando a un lado la dictadura de las taquillas habrá que permanecer muy atentos al verdadero cuarto hombre, que no es otro que Miguel Ángel Perera, triunfador moral de un San Isidro que le ha dejado a deber una puerta grande. En un escalafón idealizado, la desconcertante irregularidad de Alejandro Talavante le haría descender algunas posiciones aunque la puntualizable salida a hombros -la única de todo el ciclo madrileño para un torero a pie- le colocó en primera linea de actualidad después de fracasar sin paliativos en aquella triste encerrona en solitario con los toros de Victorino Martín que tan poco le iba. Por lo pronto, se ha quedado fuera de Bilbao. Raro, ¿no?

Los que logran sacar la cabeza. 
En este río revuelto, la afirmación de toreros como Iván Fandiño, posiblemente el más revalorizado después del ciclo madrileño, merece mención aparte. El diestro vasco sólo logró cumplir el primero de los tres compromisos que había contraido por la cornada que le propinó el fiero parladé que se acopló a la perfección a su descarnado concepto. También abrieron la puerta del futuro toreros como Nazaré, Aguilar, Joselito Adame o Arturo Saldívar. En otra época andarían firmando contratos pero ahora deben quedarse esperando en casa. Otros, es el caso de Daniel Luque, se han quedado en un peligroso limbo que no será eterno. No pasaremos de ahí y tampoco hablaremos de los muchos y buenos toros que no fueron aprovechados. Dejaremos para el final las desafortunadas palabras de José Antonio Chopera en la SER. “A esto le queda poco”, ha dicho el buen señor. Y se ha quedado tan ancho, exprimiendo el éxito del fracaso de una feria interminable que exalta la mediocridad como medio de alcanzar el máximo beneficio. Si a esto le queda poco tendría que mirar en qué se ha equivocado la patronal taurina.
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