Zinedine Zidane, durante el partido del pasado sábado contra el Alavés. |
¿Hay que echar a Zidane antes del partido contra el Sevilla? Probablemente no. ¿Antes del decisivo partido de Champions del miércoles? Puede que tampoco. Pero si el Madrid se sigue descolgando en la clasificación y queda apeado de la Champions es muy posible que haya que prescindir de Zidane antes del derbi.
El culpable no es Zidane sino mi prima María Luisa
El culpable de lo que sucede en el Real Madrid no es Zinedine Zidane, no, es mi prima María Luisa. Mi prima María Luisa fue la que dejó al Madrid colgado para irse a comprar un tresillo a Muebles La Oca provocando una zapatiesta de mucho cuidado. Fue mi prima María Luisa, y no Zidane, que pasaba por allí, la que entabló con Bale una guerra personal sin cuartel y desmoralizó a James, ciento ochenta millones de euros entre los dos. Fue mi prima la que consintió que ambos futbolistas se marchitaran, fue María Luisa la que dejó irse a Reguilón y también quien no habló con Achraf, que apostó por irse al Inter ante la apatía de mi prima. Es María Luisa la que persiste en las rotaciones suicidas, es ella la que insiste con tozudez en confiar en jugadores que ya no están, es mi prima la que hace los cambios mal y tarde. María Luisa, en fin, es culpable mientras que Zidane... bueno, Zidane es feliz, la felizidane. O, para ser exacto, la ex felizidane.
Y ahora en serio, ya está bien de bromas. Por supuesto que Zidane no es el único responsable pero sí el máximo, y no vale la excusa de que le han impuesto o le han dejado de imponer. Fue él quien prefirió a Marcelo en vez de atar a Reguilón. Fue él quien no quiso que Carvajal tuviera más competencia de la imprescindible. Jovic fue una cara apuesta suya, ni más ni menos que 60 millones de euros tuvieron la culpa. Y, eso sí, fue el club el que le sugirió que repescara a Odegaard después de la explosión del chaval en la Real Sociedad y la posibilidad más que cierta de que Zidane no moviera un músculo para recuperarlo. La intervención de Zidane en esta plantilla, eso también es verdad, ha sido más por pasiva que por activa, o sea más descartando que fichando, pero es que para fichar a Mbappé o a Haaland tampoco hace falta ser un lince. María Luisa no tuvo ni arte ni parte en las tres Champions consecutivas porque, además de todo, no le gusta el fútbol; esas tres Champions que pasarán a los anales de la historia fueron obra del equipo que dirigió desde el banquillo Zidane y no mi prima, pero tampoco cabe responsabilizar de este desastre a la pobre María Luisa, que me sigue preguntando quién es penalti cada vez que nos vemos.
Fin de ciclo. Puedo deletrearlo: f-i-n d-e c-i-c-l-o. No hay que asustarse, no hay que salir corriendo, no hay que huir... sólo hay que actuar. Tampoco es antimadridista reconocerlo. Y como ahora es imposible meterle mano a la plantilla y Haaland no va a venir en enero, el Real Madrid tiene que cambiar, y cuando digo que el Real Madrid tiene que cambiar me refiero a que Florentino Pérez tiene que cambiar: la pelota está ahora en su tejado, la pelota está en el tejado presidencial. Y no es un asunto baladí o sencillo de resolver, hay que elegir bien el momento. ¿Hay que echar a Zidane antes del partido contra el Sevilla? Probablemente no. ¿Antes del decisivo partido de Champions del miércoles? Puede que tampoco. Pero si el Madrid se sigue descolgando en la clasificación y queda apeado de la Champions es muy posible que haya que prescindir de Zidane antes del derbi.
¿Y a quién poner? ¿A Raúl? Seguramente tampoco; Raúl es un proyecto de entrenador y no siempre va a salir cara como con Zidane, que no tenía ninguna experiencia al máximo nivel. De lo que queda libre en el mercado, Mauricio Pochettino me parece lo más razonable. Hoy he leído que los jugadores blindan a su entrenador pero la mejor forma de blindar a tu jefe es rindiendo en tu trabajo. Si quieres blindar a Zidane, juega bien, ¿no? Pero no es tan sencillo. Si fuera así de fácil podríamos deducir que han sido también los jugadores los que han querido dejar desprotegido a su entrenador con este fútbol tan ramplón, tan absolutamente mediocre, tan insulso.
No sé cómo pero cuando sustituyó a Benítez en el banquillo, Zidane hizo mejores a sus jugadores. No sé qué método empleó, qué vitamina les dio en el desayuno, qué les dijo o cómo les motivó pero lo hizo. Y ahora Zidane está haciendo peores a sus jugadores, y tampoco sé por qué. Hoy por hoy existen pocas cosas más tristes que ponerse a ver un partido del Real Madrid y eso, tratándose del mejor club deportivo de la historia, es muy triste.
A Florentino sólo le queda esperar una reacción fruto del orgullo, que el equipo se clasifique para octavos de la Champions y rezar para que en febrero esté mejor, o tomar una decisión ya. Pero Florentino no ha sido habitualmente un hombre de esperar demasiado. A Benítez, por ejemplo, lo puso de patitas en la calle un 5 de enero, a Lopetegui un 29 de octubre. De acuerdo, ni Benítez ni Lopetegui habían ganado tres Champions con el Madrid. Supongo que eso, el recuerdo, la remembranza, la memoria, la reminiscencia, es lo que aún mantiene vivo a Zidane. Pero, como bien saben el propio Zizou y el presidente del club, el Real Madrid no se alimenta de recuerdos. Gane o pierda en el futuro, Zinedine Zidane ha agotado su ciclo como entrenador en el Real Madrid. Estará por siempre en el santoral merengue y se le querrá y admirará a partes iguales, pero basta ya. Mil gracias y un adiós. Mil a uno, no está mal. Seguirá ganando Zidane.
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