"...Cuando en España nacían hombres –y, no como ahora, “seres moderados” –tanto los mequetrefes vascos y catalanes como su interlocutor habrían recibido su merecido en tiempo récord. Ahora, sin embargo, la piel de toro es “piel de borrego”, sobre la que se mueve gente como Feijoo, o los líderes “peperos” y las clases dirigentes en general, ¡tan “ecuánimes y centradas”! que –como los maridos engañados conscientemente–, no sienten el peso de sus cuernos..."
Los «moderados»: degeneración de la raza hispana
Gil De la Pisa Antolín
ÑTV-ESPAÑA/ 04 Abril 2023
La degeneración de las razas es algo evidente, con un poco de conocimiento de la Historia, simplemente: pueblos que en otro tiempo la movieron y fueron sus principales actores, hoy no pesan gran cosa en el momento presente. Pensemos en los egipcios de los faraones, en los griegos de Alejandro Magno o en los persas de Ciro. O recordemos la España hegemónica durante varios siglos, de la que se ríen hoy hasta los descendientes de nuestros súbditos de Flandes, amparando a ese gran pelele catalán que huyó en el maletero de un coche, para vergüenza de unos gobernantes asexuados y marxistas incapaces de reaccionar virilmente ante los unos y el otro.
La raza española de nuestros días tiene, sin duda, muy poco de la que dominó el mundo y se permitió el lujo de llamar al Océano Pacífico, “lago de España” pues sus orillas eran mayormente suelo de nuestro Imperio. Llevamos años consintiendo que unos payasos y zascandiles vascos y catalanes, mequetrefes de la política e inventores de gobiernos de naciones inexistentes, tratar de tú al Gobierno de España. Peor aún resulta ver a ese irresponsable y descerebrado que ocupa la Moncloa, recibirlos en calidad de tales.
Cuando en España nacían hombres –y, no como ahora, “seres moderados” –tanto los mequetrefes vascos y catalanes como su interlocutor habrían recibido su merecido en tiempo récord. Ahora, sin embargo, la piel de toro es “piel de borrego”, sobre la que se mueve gente como Feijoo, o los líderes “peperos” y las clases dirigentes en general, ¡tan “ecuánimes y centradas”! que –como los maridos engañados conscientemente–, no sienten el peso de sus cuernos.
Como español me siento humillado, desprestigiado y furioso. Más aún, rabioso, ante la impotencia, especialmente por la edad que ya no me permite armar escándalos. Recuerdo con nostalgia tiempos pasados como cuando me llamó el rector de la Universidad Católica de la Habana, –el recordado y querido P. Kelly´´, para decirme: “Gil, no me revoluciones la Universidad” y hube de responderle:
“Todo lo contrario, Padre, la estoy defendiendo porque intento que no se forme en nuestra Universidad la ‘FEU’ (Federación Estudiantil Universitaria)”.
Conocía yo muy bien los efectos de la FEU en la otra universidad en la que estudiaba ingeniería –la Nacional–, dominada por “estudiantes mafiosos”, como Fidel Castro. Y no estaba haciendo nada especialmente revolucionario. Solo me habían enfrentado a un profesor que abusaba de su poder... Lo dejé plantado y abandoné a mitad de curso, su clase y la asignatura sacrificando mi expediente –que era brillante–, lo que produjo una reacción general entre los estudiantes pues era suficientemente conocido. Eso alarmó al Rector,… (No cuajó la FEU, al demostrar que no era necesario y por el contrario al siguiente curso prescindieron de ese profesor)
Para hacer una revolución no hacen falta armas, si hay inteligencia que, al parecer escasea hoy en Iberia… Entre los líderes en la política española, no parece brillar y el “elegir la moderación” para luchar contra los hijos de Satanás es la mejor prueba. La “Sinagoga” demuestra lo contrario al apoyar la moderación de sus enemigos con todas sus fuerzas porque sabe que así los reduce a la impotencia.
Ya vimos el “exitazo” del moderado Rajoy engañando a la gente de bien que le dio “mayoría absoluta” para que reparase los desastres de Zapatero y no movió un dedo…. Exactamente eso mismo cabe esperar del “moderado” Feijoo, y sus promesas de anular las leyes de Sánchez serán papel mojado cuando los ingenuos de buen a fe, vuelvan a votar al “PP”.
Desde que la “moderación” castró a la raza hispana, –lo mismo en la Península que allende el Océano, –desde que españoles e hispanos recibieron el “bautismo democrático”—asimilando los postulados de la Revolución francesa a principios del siglo XIX, ha sido incapaz de hacer nada grande y se ha dedicado a destruir la obra de las generaciones anteriores.
Resucitó, ciertamente, durante cuarenta años gracias al Alzamiento del pueblo en 1936, pero la Sinagoga de Satanás no se durmió –¡nunca se duerme!– y, al morir el Caudillo aniquiló su obra. Claro que Franco tuvo gran culpa por creer en los que le rodeaban, — muchos de los cuales eran agentes de la Sinagoga– y olvidó “organizar a fondo la defensa de la Victoria”. Fue uno de los grandes errores del Generalísimo.
Pero el “nuestro”, el gran fallo de quienes decimos amar a España –y creemos estar haciéndolo– es el no lograr entender una teoría muy simple que yo la llamo “ley del tren” y se reduce a comprender que “no hay tren sin locomotora”. Esta perogrullada la ignoramos por completo y no sacamos las consecuencias de saber que por muchos vagones que tengamos, aunque estén cargados de oro, si no tenemos “locomotora”, no tenemos tren… Sin un motor que “jale duro” no funciona ningún movimiento político.
Pudimos en su momento –¡y lo desperdiciaron los españoles aborregados por los medios y “la intelectualidad”!– tener una formidable locomotora con Blas Piñar, pero el mismísimo Satanás se encargó de hacer imposible ese logro y consiguió que la gente buena e ingenua que integraba el llamado “franquismo sociológico” siguiera a un traidor, que odiaba a Blas y a Fuerza Nueva. No les permitió ver que éramos nosotros y no Alianza Popular, los únicos defensores leales y verdaderos del Régimen del 18 de julio y, menos aún el renegado ex-ministro franquista que la dirigía e invirtió toda su capacidad de maniobra en destruir el movimiento creado por Blas.
Dos siglos largos de “moderación” han esterilizado la capacidad de reacción de España, ante el peligro de su desaparición como nación libre y se halla inconsciente y drogada.
P. S. Aclaro que el Rector, el Decano y los compañeros, después de algún tiempo me convencieron finalmente de que debía volver a clase por respeto a ellos.
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