"..Esta profesión siempre ha sido muy difícil, pero, ahora, su degeneración ha llegado a un punto de exasperación para los aficionados que, como decía, han abandonado; si acaso, a lo sumo, ven los festejos por la televisión, pero como se demuestra, no son partícipes de la parodia. Como aficionado, entiendo que es muy complicado ser fiel a nuestras convicciones puesto que, las mismas nos las han arrebatado por completo.."
Todo ha cambiado
Pla Ventura
Toros de Lidia/17 febrero, 2024
Lo dijo el maestro Paco Ruíz Miguel días pasados con motivo del programa a Toro Pasado en el que se le invitó, ahora no es como antes apuntaba al maestro y le asiste toda la razón. Claro que, el cambio ha sido para mal. ¿Hubiera sospechado Ruíz Miguel en su época de esplendor que, en febrero estarían hechas casi todas las ferias de España? Ni borracho se le hubiera pasado por la imaginación, pero, el cambio ha sido mortífero, las pruebas así lo atestiguan. Como él confesó, en sus años de esplendor, pese a todo, tenía claro que, o estaba bien en Madrid o acababa la temporada con menos de diez corridas de toros. ¿Qué nos decía este dato? Estaba clarísimo, el peso que tenia Madrid, el que conocían los toreros y por el que merecía la pena asumir todo riesgo.
Desde hace algunos años la tauromaquia ha ido degenerando hasta el punto de que, los auténticos aficionados, los que de verdad encumbraban o defenestraban a los diestros ya son historia, por tanto, lo que queda es un sucedáneo que nada tiene que ver con lo que antes conocíamos como la gran fiesta de los toros.
Esta profesión siempre ha sido muy difícil, pero, ahora, su degeneración ha llegado a un punto de exasperación para los aficionados que, como decía, han abandonado; si acaso, a lo sumo, ven los festejos por la televisión, pero como se demuestra, no son partícipes de la parodia. Como aficionado, entiendo que es muy complicado ser fiel a nuestras convicciones puesto que, las mismas nos las han arrebatado por completo.
Es preocupante que, desde hace muchos años tengamos que soportar a los mismos nombres en todos los lugares del mundo; si acaso, a lo sumo, como una especie de milagro han llegado para quedarse Juan Ortega y Pablo Aguado y, como se presagia, Borja Jiménez debido a sus incontestables triunfos que nadie podía obviar. Pero muy poco más en los últimos veinte años. ¿Lo puede entender alguien?
Si, Paco Ruíz Miguel, antes los diestro se ganaban feria tras feria; el que había triunfado en Sevilla estaba colocado en Madrid, ahora eso ya es historia porque, tanto en la Maestranza como en Las Ventas están los que ellos deciden, nadie dice si han triunfado o han fracasado, eso no importa para nada; lo que vale es atender a los señoritos del tendido, caso de Sevilla que, no contentos con tener la feria más “rematada” del mundo, la de San Miguel ya está confeccionada con los mismos de siempre. O sea que, en febrero la empresa hace caja con la feria septembrina, toda una sagacidad por parte de los gerentes del coso que, sabedores de que en Sevilla solo privan los señoritos, a estos no les importa pagar una feria que queda muy lejos en el calendario.
Antes, como contaba, las empresas esperaban acontecimientos posibles que pudieran darse cita en la feria de Madrid para montar sus ferias. Ahora, como es notorio, ya casi que están hechas todas las ferias y, las que no lo están todos sabemos qué toreros formarán parte del elenco de sus fiestas de toros. Y lo sabemos sin ser adivinos, más bien por ser lógicos y aplicar la política que los taurinos nos han enseñado. Una fiesta diseñada para el gentío que, al parecer tampoco sirve de nada porque resulta casi imposible ver llena una plaza de toros con las excepciones de Sevilla y Madrid que, realidad, más que ferias, son acontecimientos sociales de alto nivel en los que, la clase más pudiente acuden en masa para darse besos y abrazos.
Hasta hace poco tiempo, Roca Rey era el amo de los carteles y, junto a otras dos figuras podían llenar cualquier plaza; ahora ni eso. La gente ya está hasta el gorro de los arrimones del peruano que, por mucha voluntad y valor que le ponga no arrebata a nadie. Y si con tres máximas figuras del toreo no se llenan las plazas de toros hasta la bandera, algo grave está sucediendo pero que nadie quiere ver.
En los toros pasa como en la política, tenemos aquello que hemos “votado” y, luego nos quejamos.
En definitiva, en ambas situaciones somos muñecos rotos en manos de los demás, con la salvedad de que, mientras en política estamos sitiados y no podemos escapar del maleficio de estas gentuzas que nos roban hasta las ilusiones, en los toros podemos quedarnos en casa y ellos que hagan lo que les plazca.
Así le va al toreo, un mundo de miseria auténtica en el que, el poco dinero que se recauda se lo llevan los señoritos mientras que, el colectivo enorme de toreros se sigue muriendo de hambre y de desdicha.
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