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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 5 de octubre de 2013

El Cid se puso a torear en Madrid / Por José Ramón Márquez


El Cid

"...La faena de Manuel Cid de hoy en Madrid será dentro de muchos años una referencia incuestionable para jóvenes aficionados que hayan tenido la suerte de verla con cierto conocimiento de causa..."

El Cid se puso a torear en Madrid

José Ramón Márquez
Grande. Muy grande. Así es el toreo que se basa en la verdad, el toreo que nos enseñaron y que machaconamente la crítica seria trata de convencernos de que ni es posible ni lo hemos visto. Grande Manuel Cid hoy en Las Ventas con el único argumento posible que un hombre puede poner sobre la arena de una plaza de toros: el toreo. Todo lo que uno busca en una plaza de toros lo ha traído esta tarde Manuel Cid a la blancuzca arena de la monumental: la naturalidad, el gusto, la entrega, la torería, el mando, el conocimiento, el clasicismo. Todo ensamblado gracias a una muñeca prodigiosa y a la firme decisión de no ceder la posición, de echar la muleta a la cara del toro, de llevarle toreadísimo, atado a los vuelos de la muleta, de rematar los pases de manera canónica, demostrando la veracidad del aserto de Rafael el Gallo cuando decía que «lo clásico es lo arrematao, lo que no se pué hacer mejor». Inmejorable Cid empeñado en arrematar su faena y en darnos un fresco vaso de agua clarísima a los que llevamos años vagando en el desierto de la vulgaridad, de las ruedas de molino, de los hallazgos graciosos que sirven para enmascarar la incuestionable verdad del toreo eterno, del toreo que Manuel Cid ha traído hoy a Las Ventas con el fin de enseñar al que no sabe, de desenmascarar a los que mienten de forma interesada, confundiendo a las gentes, haciéndoles ver que el toreo es otra cosa distinta a esto de hoy.

La faena de Manuel Cid de hoy en Madrid será dentro de muchos años una referencia incuestionable para jóvenes aficionados que hayan tenido la suerte de verla con cierto conocimiento de causa. Esos jóvenes abandonados a su suerte a los que se tunde diaria e inmisericordemente de embustes sobre qué es el toreo y sobre cómo se ejecuta, hoy habrán caído del caballo y en su experiencia de aficionado tendrán una firme referencia del más sencillo y elegante clasicismo, sin alharacas, sin postureo, sin manoletinas, sin la basura del arte, sólo con la verdad que se expresa con la muleta en la izquierda, el estoque en la derecha y el corazón en medio.

El cuarto toro de la tarde, toro de Victoriano del Río, Berbenero (sic), número 79, castaño bociblanco, era un rato feo; un toro de cara avacada, alto de cruz y descolgado, veleto, de descomunales defensas enfundadas que tapaban un poco la fealdad del bicho. El bicho cumple en varas medianamente. Manuel Cid le hace un impresionante quite: dos delantales y una larga donde templa perfectamente la embestida del castaño y luego otro con cuatro verónicas y una espléndida media, sevillana y abelmontada, echándose el capote a los riñones en el remate. Magnífico trabajo de capote calibrando las condiciones del toro y enterándose de los terrenos, las distancias y las condiciones del Berbenero.

Luego principia la faena directamente con la que antes se llamaba «la mano de los biyetes», en el mismo terreno donde el toro se le entregó en los delantales -que Cid piensa en el toro y sabe de terrenos- en una impresionante serie de verticalidad ascética en la que mueve al toro perfectamente toreado, embebido en el vuelo de la muleta, resolviendo cada muletazo con la reciedumbre de la prodigiosa muñeca de este gran torero. «Mano de acero en guante de seda», le dijeron a Domingo Ortega, y hoy Cid, purísima claridad, línea clara de la verdad del toreo, trazó sus muletazos poderosos en esa primera serie como quien bendice, sin imponerse con violencia al animal, sino dejándole la ilusión de que eso es sólo un juego. Luego viene otra segunda serie de naturales que no baja en intensidad, en el mismo terreno, siempre a la distancia adecuada, siempre la muleta por delante, en la que reitera nítidamente los mismos argumentos basados en la verdad, en hacer ir al toro por donde no quiere, negación de la asquerosa seudotauromaquia que nos tratan de colocar todos los días, a todas las horas.

Con la plaza rugiendo, en el mismo terreno, Manuel Cid busca la distancia y vuelve a citar por naturales prolongando si cabe aún más la embestida, rematando perfectamente cada muletazo. En esa serie su figura erguida, su impecable naturalidad es un clamor de torería y de verdad y vuelan junto al torero los recuerdos de los grandes, de los que nos metieron el veneno de esta afición a base del toreo grande.

Después agarra el estoque verdadero y se trae al toro hacia el tercio del 9, ahí le mete una tanda por el derecho, rematada con guapeza y gran torería en un pase de trinchera que es un cartel de toros y después de otra porfía en redondo, un soberbio pase de pecho forzadísimo en el que se pasa el toro entero de cabeza a rabo por delante. Luego pasa de nuevo a la izquierda a finalizar la faena citando de frente -Manolo Vázquez, Sevilla y Madrid de nuevo- y engarza preciosamente ese natural con el siguiente ofreciendo el medio pecho, la pata adelantada -¿no decían que eso no se puede hacer?- la muleta adelantada -¿no habíamos quedado en que eso es de la prehistoria del toreo?- y luego, el ayudado. Sublime.

Después, con la plaza bramando como sólo pasa en Las Ventas en las grandes tardes, Cid iguala al toro en la suerte contraria y le ocurre al torero lo que siempre le pasa en las grandes tardes, pinchando en hueso como tantas otras veces. Es parte de su leyenda.

Si vamos a los toros, si nos devora esta afición que es pasión, es sólo porque de tarde en tarde alguien hace lo que hoy ha hecho Manuel Jesús Cid en Madrid.

El toro

2 comentarios:

  1. Mientras Manuel Jesús “El Cid” se puso a torear en Madrid, Mariano Rajoy y su gobierno nos torean y de que manera por toda España.

    Fue en el mes de mayo, en pleno San Isidro “taurino” cuando el presidente del Gobierno riojano, Pedro Sanz, dijo “En estos momentos quien está toreando en la plaza con el toro, es Mariano Rajoy, y por tanto los de la barrera pueden gritar y pedir que se arrime, pero el que tiene que estar todos los días luchando con los problemas es Mariano Rajoy, con el que hay que estar”.

    Mariano Rajoy como buen torero y lidiador que es tiene que estar respaldado por una gran cuadrilla, como picadores cuenta con Cristobal Montoro y Luis de Guindos, y de subalternos de a pie a José Ignacio Wert, Ana Mato y Fátima Báñez. Aparte cuenta con un plantel de destacados “peones” como Ruiz-Gallardón, Pedro Morenés, García-Margallo, Jorge Fernández Díaz y Miguel Árias Cañete que en cualquier momento pueden ser eficaces personas de confianza para hacerle un oportuno quite a su “matador”.

    Sin tratar de quitarle protagonismo matador Mariano Rajoy, hoy contaremos una de las muchas genialidades de su picador Cristobal Montoro. El piquero reconoció el martes 1 de octubre, que “Hay que reducir el déficit para parar el crecimiento de la deuda”, “Era necesario destruir 300.000 empleos públicos”, “Había que hacerlo para reducir el gasto de las administraciones públicas”.

    El ministro-picador ha insistido en que España tiene que seguir recortando el déficit, cuya consecuencia, ha dicho, es la elevada deuda, que rozará el 100% del PIB en 2014.

    No obstante, Montoro ha recordado que los intereses de la deuda equivaldrán al 3,5% del PIB en 2014, cifra inferior a la que España tenía a mediados de los 90, cuando su deuda pública era casi 30 puntos inferior.

    "Hoy tenemos unos tipos de interés accesibles, esa es una de las causas por la que pronto llegará la recuperación, porque tenemos los mercados financieros abiertos".

    Eso sí, el titular de Hacienda ha subrayado que "no se puede abusar" a la hora de pedir dinero a los mercados, porque todo eso incrementa el déficit público.

    "No se puede gastar más. No hay dinero y hay que elegir", ha dicho el ministro-picador, que ha recordado que más de la mitad de los Presupuestos de 2014, en concreto el 53%, lo consume el gasto social (pensiones, desempleo, vivienda...).

    Por eso, ha insistido en que "no queda" para invertir en infraestructuras, un capítulo que "ahora no toca" y en el que ya se ha hecho mucho en el pasado, por lo que hay que bajar el ritmo.

    "Para todo no hay, un presupuesto es una elección".

    Montoro, que ha vuelto a decir que los PGE del próximo año son "enormemente austeros", ha reconocido que un presupuesto "puede fallar" en sus previsiones, pero ha recordado que los presupuestos son un instrumento para que haya actividad económica y "que no se puede hacer la cuenta al revés".

    En este sentido, ha explicado que la previsión de ingresos (+2,4%) se ha efectuado sobre la liquidación de 2013 y está en línea con lo que se espera que crezca el PIB en términos nominales, un 2,1%.

    "No esperamos grandes ingresos", ha subrayado Montoro, que confía en que las "irremediables" subidas de impuestos que tuvo que aplicar el Gobierno "rindan más" en un escenario económico positivo.

    Preguntado por si hay margen para subir las pensiones más del 0,25% presupuestado en 2014, Montoro ha reiterado que ese "mínimo" puede cambiar a partir de la negociación política en las Cortes.

    Para que luego digan que la Fiesta Nacional está en decadencia.

    Saludos

    Enrique Castillo


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  2. Eso es sencillamente torear. ¿El toro bueno? pues claro que sí; para crear una gran obra siempre es necesario disponer de un buen material, y muy importante es que no se desaproveche tal como hizo Iván Fandiño con su primer toro. El triunfo de El Cid, con su lamentable fallo con el acero, dignifica el toreo de siempre, el de verdad, contra el destoreo juliano y alicantino que tratan de imponer y que no es más la mentira jaleada por los plumíferos pesebreros a sus órdenes. Lamentable también resulta que se pida la vuelta al ruedo del toro de El Cid, con el hierro de Victoriano del Río, precisamente en Las Ventas, cuando la suerte de varas fue un simulacro; el toro no se picó y por tanto queda en el aire su presumible bravura al no demostrarla contra la puya. Y reprobable resultó la alevosa acción toricida contra el 6º de los Bayones por parte de un picador obediente a las instrucciones del apoderado del colombiano confirmante. Ritter.
    Madrid es Madrid, y si no se puede con el toro serio y armado se queda uno en su casa. ¿Qué confirmó el torero colombiano?.

    Enhorabuena Don Manuel Jesús El Cid.

    Saludos, Pepe Colmenar.

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