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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 26 de febrero de 2020

Días de vino, tardes de toros, o los beneficios de la gran vida / por Juan Miguel Núñez Batlles



Vino y toros, que ilusionan y entusiasman el cuerpo y el alma,según una de las conclusiones a las que llega José Luis Barrachina Susarte en su libro "Días de vino, tardes de toros", una obra que vengo a recomendar dado que, por encima de otras consideraciones, el vino es arte, como el toreo, y la conjunción o maridaje entre ellos nos acerca a esa ternura estremecedora que hay en el punto ideal del divino zumo de la uva y de la tauromaquia.

Días de vino, tardes de toros,
o los beneficios de la gran vida  

Juan Miguel Núñez Batlles 
Ya está arriba el telón de la temporada. La gran celebración de la corrida, el toreo, ha echado a andar; lo que significa encuentros de amigos con una afición común, que van y vienen de la plaza.

Una perspectiva concluyente para entender que antes y después del rito en el ruedo, habrá reuniones de convite, tertulias y veladas para intercambio de pareceres. Y ahí van a estar el vino y la lectura, sin duda, presentes en estas funciones de gracia y elegancia, de cultura, filosofía y hasta religión, de palabra y pensamiento. Es parte de la escenificación de la corrida.

Vino y toros, que ilusionan y entusiasman el cuerpo y el alma,según una de las conclusiones a las que llega José Luis Barrachina Susarte en su libro "Días de vino, tardes de toros", una obra que vengo a recomendar dado que, por encima de otras consideraciones, el vino es arte, como el toreo, y la conjunción o maridaje entre ellos nos acerca a esa ternura estremecedora que hay en el punto ideal del divino zumo de la uva y de la tauromaquia.

Son infinitas las analogías que plasma el autor en este texto, "Días de vino, tardes de toros", como buenísimas las definiciones que ha encontrado para unir los beneficios de espíritu que reportan el vino y el toreo.

Dice José Luis Barrachina Susarte, apoyándose en las reflexiones de sabios, poetas, teólogos y hombres de ciencia, que son amargos el vino y el toreo, pero son útiles puesto que están permitidos a la gente como prohibidos a los imbéciles. 

Los  dioses de la antigüedad y de este tiempo -añado yo- han sabido elegir al fin los beneficios y placeres del vino y del toreo como significado definitivo de la gran vida.


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