Valencia: Que empiece cuanto antes y sin virus
Nuestra fiesta padece males endémicos referidos, fundamentalmente, al toro que se lidia y el toreo que se ejecuta, pero dile tú a la gente que el toreo que más aplaude, ese precisamente y con el toro que lo hacen, no es el más auténtico. Te toman por loco o derrotista, pero eso es lo que pasa.
No hablemos de virus...
Madrid, 27 Febrero 2020
Aunque esa sea la conversación más de actualidad en estos momentos en España y todo el mundo, desde aquí no queremos hablar de virus.
Aquí hablamos de toros, de toreo, de tauromaquia, del arte de torear. Y no es que no haya amenazas sobre nuestra querida Fiesta, que las hay, pero parece que de ello ya estamos todos vacunados desde hace tiempo.
Nuestra fiesta padece males endémicos referidos, fundamentalmente, al toro que se lidia y el toreo que se ejecuta, pero dile tú a la gente que el toreo que más aplaude, ese precisamente y con el toro que lo hacen, no es el más auténtico. Te toman por loco o derrotista, pero eso es lo que pasa. Padecer esos males se padecen, pero es como si estuvieran ya amortizados o que fueran indoloros.
Además, por si fueran pocos los males de la propia fiesta, desde el exterior tenemos legión de gentes e instituciones que nos quieren hacer la vida ‘más fácil’. Políticos empeñados en vender falsedades sobre lo que les cuestan los toros a los contribuyentes, empecinados en que la cultura solo es la que ellos nos dicten y que lo mejor es destinar dinero al cine subvencionado… para hacer películas sobre las versiones que ellos tienen de la guerra, de la vida y las bondades de la sociedad circunscrita a su condición sexual.
Hablando de sexualidad se podría afirmar que hay a quien le gusta ir a los toros porque le sale de los cojones, de la misma manera que a otros les gusta el cine de Almodóvar porque les sale del coño. Si la libertad sexual es hacer con tu sexo o genitales lo que tu decidas, no parece mal ejemplo el que he puesto. Por supuesto, que el no convencido de una cosa u otra, se puede pasar por la entrepierna los gustos ajenos. Aquí paz y después gloria.
De ahí a imponer a unos u otros lo que han de hacer va un abismo. Aquí no estamos para que nos inoculen virus malignos, aquí estamos para defender nuestras libertades en su más amplia acepción. Todo lo que no es ilegal está permitido y las corridas de toros son legales.
Otros que atacan, con una carga de virus muy virulenta, son los defensores de los animales, aunque según el cómo y el cuándo, pues hay comportamientos animales, incluso en ellos mismos, que se aplauden. Siempre dije que el orden de prioridad para con la defensa de los distintos animales no se quién se arroga el derecho a establecerlo. Por qué el toro bravo ha de ocupar un puesto preferente en esa supuesta defensa, cuando al mosquito o a la cucaracha nadie dedica ni un segundo en defenderlos.
Ya se ve que el desarrollo de las corridas de toros tiene muchos males, sin necesidad de que sean virus importados de China, y lo que no podemos hacer es hacer como si no existieran. Existen y adulteran la integridad y autenticidad en cuanto su propia vigencia, lo que no deberíamos soslayar ni permitir, así como tampoco dejarnos avasallar por políticos y animalistas que, además de no conocer de lo que intentan imponer sus criterios, atentan contra nuestras libertades individuales y la propia cultura que nos hemos dado, y heredado, entre todos.
Los virus, y las enfermedades que acarrean, dañan gravemente a toda la humanidad y hay que cuidarse seriamente de ellos, pero no es esta tribuna el lugar desde el que impartir doctrina. Nos conformamos con esperar ilusionados que empiecen a celebrarse las ferias 2020 de Valencia, de Sevilla y de Madrid, entre otras muchas.
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