Colombo con la niña: Miranda, que le dió la suerte para el triunfo. Foto: Comana
Con suerte ha corrido en la tarde del cierre, Jesús Enrique; pues teniendo a sus compañeros de cartel con trofeo en mano, tenía que venir por el suyo. Su primero lo brindó a una niña del tendido, de nombre Miranda, hija de un buen aficionado, y le trajo la suerte que necesitaba.
César Omaña
Una tarde que era de expectativa en el papel, no decepcionó en la plaza; los toros que saltaron al ruedo de la Román Eduardo Sandia, tenían peso y trapío; en general se prestaron para la lidia donde solo el cuarto y quinto, no dieron el juego y ofrecieron dificultades a los españoles López Chaves y Garrido.
De nuevo Jesús Enrique Colombo hipnotizó los tendidos con una valiente entrega en todos los tercios; principalmente en banderillas, el joven venezolano electriza los tendidos.
Domingo López Chaves, sangre de toro y oro: Oreja y Palmas
José Garrido, catafalco y oro: Oreja y vuelta el ruedo
JE Colombo, purísima y oro: Dos orejas con petición de rabo y oreja
Se le dio vuelta al ruedo a los despojos del tercer toro Nené, al cual le pedían cortar el rabo.
López Chaves
El torero de Salamanca, abrió el cartel con un bonito ejemplar, bien armado de pitones; le toreó con la sobriedad y gusto que solo da la madurez. Las verónicas de recibo fueron de una estampa taurina, bajando las manos. Luego en la muleta, inició el trasteo agarrado a tablas y con templados muletazos le sacó a los medios donde le estructuró una faena meritoria de la música desde su tercera tanda. De pinchazo y estocada sin puntilla, se hizo acreedor a la oreja.
En el cuarto, no tuvo mayores opciones y el torero López Chaves, aguantó como un valiente los parones del animal en medio del pase; fue un burel tardo en el cual se justificó el español, exprimiéndole más por el pitón derecho. Palmas
José Garrido
El debutante español en esta plaza, gustó desde su salida con el percal; con arte y finura le lanceó en el recibimiento. Se vino arriba al tomar la pañosa y pegar templados muletazos para acompañarse del trabajo de la Banda La Mesa de los Indios. Con estocada y descabello, pasaportó su toro del debut. Oreja.
El quinto de la tarde no hizo honor a aquel dicho, dándole descompuestas embestidas y con peligro; se encorajinó Garrido y se metió en los terrenos prohibidos del toro con una faena encimista; el clímax de su labor muleteril llegó al hacerle un alocado desplante tendido en la arena, como si estuviera tomando un descanso a escasos centímetros de los pitones del toro. Su osadía le llevó a meterse más entre los pitones, saliendo cogido en una voltereta que le rompió la taleguilla; pero, sin aparentes consecuencias en la humanidad del torero que regresó de inmediato a la lidia.
La espada le privó de las orejas y aún así, la petición de oreja a su valor estoico, no caló en la autoridad, quedando en una vuelta al ruedo, que en principio rechazaba, pues quería las orejas; pero los tendidos clamaban por su presencia para tributarle con un rotundo aplauso.
Jesús Enrique Colombo
Al ser esta su tercera tarde, supimos, en los previos a la corrida que se venía con todo; “viene a echar el resto” nos dijo Colombo padre, mientras su hijo estaba en la capilla. De nuevo, al pisar el ruedo merideño, el angel de este espada hipnotiza los tendidos que no le quitan la mirada durante la lidia y menos en las banderillas, cuando con su particular estilo, despierta a los tendidos mientras gallea con el toro.
Con suerte ha corrido en la tarde del cierre, Jesús Enrique; pues teniendo a sus compañeros de cartel con trofeo en mano, tenía que venir por el suyo. Su primero lo brindó a una niña del tendido, de nombre Miranda, hija de un buen aficionado, y le trajo la suerte que necesitaba.
Pronto se dio cuenta Colombo, que tenía ante sí a un buen toro y lo administró entre tandas para exprimirle en cada serie. Atendió a su muleta en todas las ocasiones, mostrando nobleza en las embestidas. Antes que afloraran pañuelos blancos, Colombo se fue por la espada y de certero estoconazo, lo hizo rodar para venirse abajo la plaza pidiendo los máximos trofeos pero quedó en dos orejas y vuelta al ruedo al toro.
El burel de cierre de la feria no tuvo tan buenas embestidas pero el joven torero del Táchira, le montó la fiesta y con su poderosa muleta lo embarcó para imponerse y darle peligrosos pases que hacían temer por una voltereta. Dejó otra buena estocada y cortó otra oreja.
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