Quite de Juan Belmonte ante caída de su picador Bernabé Alvarez.“Catalino” (Foto: Gestauro Blog)
En este artículo os hablamos de picadores de las cuadrillas de Lagartijo, Guerrita, Manuel Mejías "Bienvenida", Joselito, Belmonte, José Flores “Camará”, Manolete...
Sobre picadores antiguos que vestían el oro a ley (Parte I)
Julián H Ibáñez
Pureza y emoción.com / Febrero de 2020
En los tiempos actuales, la suerte de varas no tiene ni una mínima parte de la importancia que tuvo en los tiempos de los caballos sin peto. Es más, a los hombres del castoreño, salvo honrosas excepciones, se les tiene en muy poca estima por los que se llaman aficionados. En realidad, los profesionales de la vara, unas veces por ineficacia y otras porque literalmente no les dejan ejercer su trabajo con dignidad, hacen poca cosa para que el aficionado cambie de criterio con respecto a ellos.
Antaño era otra cosa bien distinta. Los picadores tenían su función específica que cumplir, y muchos lograron en tal ejercicio labrarse una gloria muy merecida para los restos. Sirva este humilde tratado para recordar aquellos picadores añejos que llevaban a ley el oro en sus vestidos de torear.
Quiero iniciar este recuerdo con uno de los más destacados. Un cordobés, de recia contextura y de valeroso recuerdo para todo buen aficionado que se precie.
Bernabé Álvarez “Catalino”
Nacido en Córdoba en 1885. De oficio calderero, además desde muy pequeño. No mostró afición ninguna a los toros hasta mucho más tarde. Sus compañeros de trabajo se metían con él debido a su corpulencia y fuertes brazos, que era el perfil clásico del buen picador. Estas bromas influyeron para querer probar si realmente podía serlo. El propio Bernabé contó cuál fue su amplia trayectoria profesional en una entrevista que concedió a Catalino, por los años 50, para la revista El Ruedo.
Mi debut con picadores fue el 4 de septiembre de 1904. Se lidiaron aquella tarde novillos de no recuerdo qué ganadería. Los matadores eran, desde luego, Rafael Sanz, Corcelito y Chaqueta. Yo salí de reserva, naturalmente.
— ¿Y qué tal se le dio el debut?
Superior. Ello me alentó a seguir toreando. Y fui a Andújar, a una corrida en la que actuaron Antonio Fuentes y Lagartijo Chico. En adelante seguí picando como reserva hasta que un matador de novillos me llamó a su cuadrilla.
— ¿Quién fué tal matador?
Antonio Mata, “Copao”. A sus órdenes hice mi presentación en la plaza de Madrid, el 28 de febrero de 1907. Se lidiaron novillos de Moreno Santamaría y alternaron con mi jefe los también novilleros , Petreño y Gordet. Después continué actuando sin cuadrilla fija. Toreé mucho con Vicente Segura y Moreno de Alcalá. Y el último novillero a cuyas órdenes actué fue Pacomio Peribáñez.
— ¿Pasó entonces a picar exclusivamente toros?
Así fue. Puede decirse que comenzó mi etapa de profesional en serio. Era el año 1911. Rafael González “Machaquito”, me llamó a su lado y con él estuve hasta que en 1913 decidió su retirada.
— ¿ Cuál fue desde ese año su hoja de servicios?
A la siguiente temporada, la de 1914, me coloqué con Paco Madrid; la de 1915 y primera mitad del 16 fui con Juan Belmonte; la segunda mitad del 16 y todo el año 1917, con Joselito; el invierno 1917-18 toreé en Lima con Juan Belmonte; la temporada de 1918 actué con mi paisano José Flores “Camará”; y, de nuevo, volví a la cuadrilla de Belmonte los años 19, 20 y 21; el 22 fui con Ignacio Sánchez-Mejías; el 23 y 24, con Marcial Lalanda; el 25 y 26, dos corridas con Maera, y el resto, con Algabeño; el 27, con Niño de la Palma; del 28 al 32, con Cagancho, y de ahí en adelante hasta 1936 toreé con Antonio Márquez y otra vez con Cagancho, con Juan Belmonte en su vuelta a los toros, y el mismo año que estalló la guerra, también pertenecía a la cuadrilla de Cagancho. Ya no toreé hasta 1939, en que me incorporé a las órdenes de Manolete, con el que estuve hasta mi retirada.
— ¿Cuándo se retiró del toreo?
En el año 1940. Le faltaban pocas corridas a Manolete para terminar la temporada cuando me despedí de la cuadrilla. Recuerdo que mi última corrida fue la del 16 de septiembre en Salamanca. Alternaba Manolo con Domingo Ortega y Pepe Luis Vázquez. Los toros eran de Antonio Pérez. Por cierto, que al último que piqué en mi vida le di dos puyazos y lo condenaron a fuego.
—¿Cómo ve actualmente la suerte de varas (recordemos que esta entrevista es de los años 50)?
Muy cómoda para los que la practican. En mi época servía para quitar brío a aquellos toros. Ello a veces no se lograba, a pesar de pegarles muy duro seis u ocho puyazos. El picador sale ahora cuando ya han fijado al toro. Ello va en beneficio del picador, que se evita batacazos inútiles. El peto ha venido también a defender al hombre y al caballo. Pero yo aseguro una cosa: si ahora salieran los toros de antes, de bien poco servirían los petos. Quiero decir que, no obstante, morirían en las plazas muchos caballos...
—¿Quiere relatarnos, para el final, alguna anécdota?
Varias me ocurrieron que encierran curiosidad o gracia. Las relaté en otras ocasiones. Pero hoy quiero decirle que de la tarde que yo me acordaré siempre fue de la del 18 de julio de 1939, en la Maestranza de Sevilla, yendo con Manolete. Un toro de Tassara me tiró del caballo y me corneó en el pecho, rompiéndome la ropa e incluso la camisa y sacando en el pitón una cadena con medalla que yo llevaba al cuello. El momento fue de una gran emoción que caló en el público. Pero la sorpresa fue cuando yo me levanté, deseoso de vengarme de la fiera, y todo maltrecho subí al caballo y coloqué al toro dos magníficos puyazos. La ovación fue la más grande que escuché en mi vida. Y parece que todavía estoy escuchándola, porque aquel fue uno de los momentos más gratos de mis treinta y seis años de picador de toros.
Catalino fue un picador duro, de los que hacían mucha sangre a los toros. Siempre clavaba la garrocha en buen sitio, daba igual el poder que tuviera el astado. Bernabé siempre les hacía brotar la sangre a borbotones hasta tocar las pezuñas. Quizás nadie le aventajó en fuerza y poder, siendo hoy día recordado como uno de los mejores picadores de todos los tiempos. Llegó a picar 106 corridas con Joselito en 1917 y 111 con Belmonte en 1919. Lo que demuestra que en esto de llevar el castoreño era una autentica celebridad.
Este excepcional picador falleció el 22 de diciembre de 1958.
Rafael Márquez “Mazzantini”
Nacido en Córdoba el 28 de febrero de 1868. De joven ingresa a trabajar en la ganadería de Rafael Molina “Lagartijo” y allí va adquiriendo los conocimientos del ganado bravo. Lagartijo fue para Mazzantini un espejo donde mirarse, un amigo leal hasta el punto de que fue padrino de su boda. El feliz día, Lagartijo llevó a su casa decenas de litros de vino, pagando todos los gastos de la boda y, además, le regaló un billete de quinientas pesetas de las de 1888.
En 1898 siendo mayoral de la ganadería del Marqués de Castellones, viste por primera vez el traje de piquero en la plaza de toros de Córdoba, su ciudad. Corchaíto lo llama para engrosar sus filas. Sería interminable la lista de matadores que contaron con Mazzantini como picador, desde Manolete (padre), Lagartijo, Guerrita, Bombita, Machaquito, Algabeño, Rafael Gallo, Luis Freg y Juan Belmonte, entre otros. Muchos años después contaba en una entrevista:
Yo he tenido el orgullo de no haber recibido carta de despido más que de uno solo de los matadores a cuyas órdenes actué. Fue Agustín García “Malla”. Y la carta decía así:
"Usted, amigo Rafael, sabe lo que yo cobro por torear. Y se hará cargo de que me es imposible pagar treinta duros a un picador. Mas, por tratarse de usted y haciendo un esfuerzo, podría alárgame hasta veinticinco…".
Mazzantini fue el que más años se mantuvo en la profesión. Su última temporada fue en el año 1939 a las ordenes del aragonés Florentino Ballesteros (hijo). Contaba entonces con 72 años.
Ya retirado, le comentaba a un periodista:
-Eso de barrenear no es picar ni cosa parecida. Ahora dicen los picadores que tal procedimiento es para castigar a los toros. Yo les digo que picando por derecho se puede incluso matar a un toro, apretando en los altos como yo hice tantas veces y como aún me atrevería a hacerlo si me pusiera a ello…
En una ocasión después de torear una corrida en Zaragoza se desplazó junto a sus compañeros de cuadrilla para torear otra en Melilla. Por la avanzada edad de Mazzantini, el cansancio de tan largo viaje y el pavo que le tocó en suerte picar, hizo que el otro picador de la cuadrilla con 30 años menos, le dijera:
-Mira Rafael, tú ya estas mayorcito, déjame a mí el pavo que lo pique yo y tú picas al otro que me ha tocado a mí, que es mucho más terciadito. A lo que le dije: mientras yo sea torero, lo que a mí me salga lo pico yo.
La última corrida de Mazzantini tuvo matices patéticos. Habiendo acabado su última temporada con Ballesteros, contando con 72 años, Cayetano Ordóñez “El Niño de la Palma” le llamó para actuar en la última corrida del año, quizás creyendo Cayetano que no lo tomaría Rafael en consideración, era el 3 de octubre en Soria.
Sucedió, que el tren procedente de Madrid llegaba a la estación de Soria con la hora justa del comienzo del festejo. Mazzantini escribió a la empresa con el fin de que para llegar a tiempo, le enviasen un monosabio para que junto al caballo le esperase en la estación. Cuando el tren estaba próximo a la capital soriana, Rafael sacó los bártulos y en el vagón que ocupaba, ante la extrañeza de sus compañeros de viaje, comenzó a vestirse de picador. Una vez descendió del tren, montó en la cabalgadura que le esperaba y al mayor trote que el pobre jamelgo le permitía, bajo una pertinaz lluvia, partió para la plaza de toros, llegando justo cuando las cuadrillas de Niño de la Palma y de El Estudiante iniciaban el desfile. Al preguntar por sus compañeros, estos le dijeron que no se preocupara, que ya ellos se ocuparían de trabajar en los toros de Cayetano. Concluido el festejo, Cayetano le gratificó como si hubiera trabajado y hasta le llevó en su automóvil a Madrid. Rafael Márquez dolido en su orgullo, después de coger el dinero de los honorarios de esa tarde, le dijo a Cayetano:
- Este que ahora le habla no vuelve nunca más a vestirse de picador.
Y así fue, en Soria, con 72 años fue la última vez que Mazzantini se puso el traje de torero. Así eran los hombres que trenzaban coleta en esa época, donde picar toros era poco menos que una heroicidad muy alejada de como es ahora.
Rafael Márquez muere en Córdoba el 2 de octubre de 1958 a los 91 años.
Juan Pinto
Excelente picador de toros, nacido en Dos Hermanas en 1886, que perteneció, entre otras, a la cuadrilla de Gallito. Fue en 1914 cuando ingresa en las filas del rey de los toreros, en ese año llamado Gallito chico.
Juan Pinto era muy conocido en el mundillo de la tauromaquia, no sólo por sus excelentes dotes de picador sino por su hombría de bien.
Tremendamente castigado por los toros tanto por cornadas como por porrazos que le dejaba maltrecho. Al retirarse es contratado como cuidador para las tareas de tienta para el ganadero portugués don José Martinho Alves do Río.
Muere el 27 de julio de 1933. Tras su muerte le hacen colectas en el ruedo a favor de su viuda e hijos en San Sebastián, Barcelona y Zaragoza. Incluso un año después de su muerte, en una corrida verificada el 6 de mayo de 1934, donde intervienen los diestros Antonio Fuentes, Jesús Solórzano y Florentino Ballesteros, tras la muerte del tercer toro, sorpresivamente se hace otra colecta en el ruedo para intentar ayudar a su familia, que entonces se encontraba en la precariedad más absoluta.
Eladio Avia
Nacido en Albacete, el 3 de septiembre de 1882 pero madrileño de adopción, pues llegó a la capital de España con tan sólo 4 meses de edad. De oficio ceramista, intentó ser torero a los 19 años. Al ver que la suerte no le acompañaba en esta faceta y como no quiso perder el contacto con la fiesta, se hizo picador. Sus primeros escarceos con los jamelgos fueron en la plaza del Puente de Vallecas, a las órdenes del Negro Facultades, torero de escasa categoría.
Sigue picando con quien puede y en 1909 le llega la oportunidad de ser reserva en la plaza de toros de Vista-Alegre (La Chata), inaugurada ese año.
El primer matador importante que cuenta con Eladio es el infortunado Corchaíto hasta la muerte de este de manera trágica en la plaza de toros de Cartagena en 1914. Saleri II, desde el momento de su alternativa cuenta con Avia para su cuadrilla. Más tarde engrosa las filas en las cuadrillas de Fortuna, Domingo García “Dominguín”, Braulio Lausín y Carnicerito de México entre otros muchos. Dándose el caso curioso de tener como compañero a su hijo, también picador en la cuadrilla del mexicano.
Fue un picador tremendamente castigado por los toros. La más terrorífica de sus cornadas fue la del 25 de marzo de 1913 en Madrid. Un novillo de Bañuelos arremetió a Avia después de marrar con la vara, cayéndose sobre los lomos del bicho y manteniéndose así en equilibrio. Transcurrieron instantes eternos para caer al fin en el momento en que por un derrote del toro, fue cogido, alcanzándole en el lado izquierdo de la cabeza y levantándole gran parte del cuero cabelludo. La imagen fue horrible y el pobre picador, en brazos de los monosabios, fue rápidamente conducido a la enfermería. El pánico se adueñó del ruedo.
El parte médico fue aterrador. "En la lidia del séptimo toro ha ingresado en esta enfermería el picador Eladio Avia con una herida de veinticinco centímetros de extensión, que empieza en el ángulo de la mandíbula, sigue por delante del pabellón de la oreja y gana la región temporal del mismo lado, en forma semicircular, con desprendimiento de un extenso colgado, lesión que le impide continuar la lidia".
Muere en Madrid los primeros días de enero de 1936 de una ulcera estomacal. Dejando esposa y dos hijos, llegando a ser los dos profesionales del toro, uno picador y el otro banderillero.
Antonio Martínez “Cid”
Excelente picador palentino que empezó y siguió casi toda su carrera en las filas de Vicente Pastor, y más tarde pasó a la de Ricardo Torres “Bombita”. Tomó la alternativa el Madrid el 26 de mayo de 1914 de manos del picador turolense, Francisco Codes (Melones). Fue un muy notable picador, duro y muy efectivo con la puya, que llegaba a actuar en más de 70 festejos por temporada.
Este varilarguero hizo famosa una copla que decía así:
En la mesa no hay guindillas,
pimienta no se ve aquí…
nadie se atreve a picar,
estando presente El Cid.
Murió en Miranda del Ebro (Burgos) el 25 de abril de 1922.
Manuel Cárdenas “Céntimo”
Nacido en Morón el 10 de diciembre de 1865. Comenzó de vaquero en una ganadería andaluza y muy joven sintió deseos de hacerse picador. Empezó como casi todos, en novilladas de escaso fuste. Pronto sobresale y en 1909, Manuel Mejías “Bienvenida”, El Papa Negro del toreo, se fija en él y lo contrata para su cuadrilla, picando para él bastantes temporadas. Más tarde actúa a las órdenes de Serranito y de Bombita III. Desde 1912 hasta 1919, Juan Belmonte lo incorpora en sus filas y es cuando explota como un picador de postín, con casi 50 años.
Fallece en Sevilla el 15 de enero de 1924. Céntimo fue una persona noble y de trato llano y sencillo. Como picador tenía fama de valiente y poderoso con los toros, a los que castigaba duramente como era la necesidad de la época.
Por Julián H Ibáñez
Twitter: @julianhibanez
Aficionado
Mil gracias por este magnífico segmento dedicado a los PICADORES. Varilargueros de verdad, tomando en cuenta épocas de antaño cuando las cosas (toros y hombres) eran realmente MUY diferentes. Eran toreros. Sin duda que aún hoy día contamos con picadores que desean hacer honor a la profesión, ¿quizá los menos? ¡Qué misterio ponderan los picadores actuales al referirse a estos que cita Vd. aquí! Qué relexión vislumbran ante estos gigantes de la Feria brava del pasado. Cierto, las cosas cambian; es humanamente inevitable... lástima que a menudo degradan su propia virtud. Pero aquí, ¡ah, qué lindo es ver la esencia histórica de lo que significaba ser y cumplir con el oficio y el nombre de Señor picador de toros! // Atte., Torotino
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